Texto del Partito Comunista dei Lavoratori PCL ante las manifestaciones antifascistas que se celebrarán en Italia el 25bde abril
Hace ya años que en Italia se asiste a una recuperación impetuosa de manifestaciones políticas y organizaciones fascistas, al mismo tiempo que el racismo y una cultura de derecha radical han abierto una gran brecha en las clases trabajadoras, en los barrios populares y en lo que era el bloque social de referencia de la izquierda.
El ministro del Interior, con un papel cada vez más predominante en el gobierno amarillo-pardo de la Liga-Movimento 5 Stelle, sopla sobre el fuego de la xenofobia hasta el punto de cometer crímenes contra la humanidad al rechazar a l@s refugiad@s a un país en guerra como Libia. El propio Salvini es hoy el campeón de los sectores populares fascinados por la retórica de la extrema derecha y las organizaciones fascistas. Sus excavadoras destruyen los campos de inmigrantes, los fascistas de Casa Pound y Forza Nuova completan el pogrom azuzando a l@s residentes de los barrios pobres contra l@s romaníes y l@s inmigrantes que buscan una solución habitacional.
Una vez más el racismo y fascismo son utilizados por las derechas para dividir a la clase trabajadora; colocando, por un lado, a l@s llamad@s trabajador@s autóctonos y, por otro, a l@s migrantes, creando un falso enemigo contra el que desencadenar sus propias frustraciones y sufrimientos. L@s pobres y muy pobres se convierten en enemigos del estado, mientras que los empresarios continúan sin más problemas con sus negocios. Los puertos cerrados en la cara de l@s inmigrantes que escapan de la guerra y la pobreza son el producto de la intervención imperialista del capitalismo italiano en Libia, el efecto colateral de las políticas de la burguesía a nivel internacional. No es un caso aislado, un accidente o una excepción.
Por esta razón hoy no puede bastar un antifascismo de fachada, retórica, como para celebrarse en las fiestas de obligado cumplimiento. No, es urgente y necesario volver a las movilizaciones de clase. Es evidente. Lo demuestra precisamente este gobierno: las leyes contra la reconstitución del partido fascista y contra su propaganda en la Constitución no son suficientes para rechazar el fascismo. Si esas leyes sirvieran, no podría haber un gobierno y un ministro que favorecieran el crecimiento de la extrema derecha y las organizaciones fascistas. La grotesca máscara de Salvini, sus leyes sobre seguridad (Decreto de seguridad) y de defensa personal lo ponen de manifiesto.
Es necesario retomar, hoy más que nunca, el hilo del antifascismo como lucha de clases en el mundo de trabajo contra la patronal.
Por la necesidad de un antifascismo anticapitalista
“Nadie debe quedarse atrás, ya sea italiano, negro o romaní”. Un niño de quince años, hijo de un trabajador despedido en Almaviva, se enfrentó solo a los fascistas en la aldea de Torre Maura en Roma, su municipio. Lo hizo después de ver a los fascistas pisar el pan que iba a ser destinado a los romaníes, impulsado por un sentido elemental de humanidad y justicia.
Lo primero que nos dice este episodio es que es posible confrontar con los fascistas, incluso en los asuntos más difíciles. Casa Pound y Forza Nuova han impuesto su propia ley, la ley de la fuerza de los escuadrones. Ahora su victoria corre el riesgo de propagar el ejemplo en otros barrios y ciudades, ofreciendo una bandera miserable a los sectores populares empobrecidos y desclasados. Por lo tanto es necesario recuperar la iniciativa antifascista construyendo el frente unitario más amplio y decidido.
Lo segundo que indica este episodio valiente es cómo contrarrestar el fascismo. “Nadie tiene que quedarse atrás, italiano, negro o romaní” corresponde a una plataforma de movilización que va mucho más allá de la solidaridad con l@s romaníes y l@s inmigrantes. Es necesario avanzar en reivindicaciones comunes capaces de unir a tod@s l@s explotad@s más allá de cualquier diferencia étnica.
Una casa para tod@s también a través de la expropiación de grandes propiedades inmobiliarias; un trabajo para tod@s también a través de la inversión pública en el saneamiento de casas en ruinas y calles sin asfaltar; un sistema de servicios sociales a partir de guarderías que brinden apoyo a las familias pobres, etc. son reivindicaciones y patrimonio de la iniciativa antifascista.
Los fascistas ocupan espacios que la izquierda política ha abandonado y traicionado. Sólo al volver a ocupar esos espacios es posible cortar la hierba bajo los pies de los fascistas. Pero esto no significa celebrar conferencias sobre el porqué del abandono de los suburbios en época electoral elecciones. Significa organizar a l@s explotad@s y a su lucha contra su enemigo real que es el capitalismo, empezando por el que tenemos en casa.
El antifascismo, más que nunca, o es anticapitalista o no lo es.