IMG-20160928-WA0004En el V Encuentro Feminista Latinoamericano celebrado en Argentina en 1990, la Asamblea del Movimiento Feminista Latinoamericano, tomando en cuenta que las complicaciones por el aborto inseguro y clandestino constituyen la primera causa de mortalidad de las mujeres en muchos de los países de la región, decidió declarar el 28 de septiembre como el Día por la Despenalización del Aborto. Desde entonces más organizaciones de mujeres se han sumado a la campaña de presión para demandar la despenalización del aborto en la región latinoamericana y caribeña.

El Estado Español se sumó a la campaña en 2009 por la modificación de la ley del aborto.

El Guttmacher Institute, organización internacional que produce información sobre salud sexual y reproductiva advierte de que además de las miles de mujeres muertas a causa de los abortos clandestinos, millones resultan heridas cada año a causa de este tipo de abortos y afirman que “Hacer el aborto ilegal no lo detiene, solo obliga a las mujeres a buscar procedimientos clandestinos e inseguros.”

La imposibilidad de tener un aborto seguro no cambia la decisión de las mujeres, aun si eso significa que tengan que transgredir leyes que no están hechas para ellas.

Encontramos la mayor causa de estos abortos no seguros en los embarazos involuntarios. No es casual en absoluto que en la Europa Occidental haya un número mucho menor de casos de aborto voluntario, justo donde en su mayor medida es legal y accesible aunque, eso sí, con ciertas condiciones y plazos. La causa es sin duda la educación sexual que reciben los y las jóvenes en estos países, que si bien nos resulta insuficiente en muchos casos es ampliamente superior a la de las zonas en desarrollo, y también la accesibilidad a los medios anticonceptivos. 222 millones de mujeres en el mundo tienen una necesidad insatisfecha de anticonceptivos modernos.

¿Qué conclusiones podríamos sacar de todos estos datos? Históricamente, dentro del sistema capitalista casi todos los avances legislativos en materia del aborto se han producido según la conveniencia de unos u otros partidos en el poder de los distintos países. Cuando la derecha ha gobernado, la oposición de “izquierdas” animada por las movilizaciones de movimientos feministas ha prometido relajar las condiciones para el aborto legal y seguro, olvidando en muchos casos más tarde sus promesas o postergando su cumplimiento todo lo posible para no tocar temas “sensibles” a la sociedad. Cuando ha gobernado la izquierda reformista, la derecha se ha investido de abanderada en la causa pro-vida para obtener el voto más conservador. Difícilmente podríamos decir que la libertad de la mujer sobre su propio cuerpo y la libre decisión de ser madre o no haya sido nunca en realidad una cuestión de estado. En un sistema heteropatriarcal como es el Capitalismo, la mujer siempre se lleva las de perder. Según la ley actual en el estado español, las menores de edad que deseen abortar tienen por obligación que obtener el permiso de sus padres para poder hacerlo, quedando supeditadas a la decisión de quienes tienen su tutoría legal pero quizás en algunos casos no autoridad moral sobre ellas. Nadie garantiza que las relaciones sean cordiales o haya una correlación justa de fuerzas en esa relación de parentesco. Pero no es solo eso lo que nos hace reivindicar que esta ley no es suficiente. Nos obliga a ser remitidas a centros privados para practicarnos el aborto ya que en los hospitales y clínicas públicas no se nos realiza, lo que supone un gasto público adicional e innecesario además del detrimento en nuestra seguridad. Siguen existiendo plazos determinados para poder acceder legalmente al aborto, con lo que quedan excluidas las mujeres que por diversas causas no sean conscientes de su embarazo dentro del plazo legal, vean variadas sus circunstancias personales y con ellas su decisión de ser madre o no, o simplemente decidan abortar más adelante por las causas que sean. Siempre que sea seguro para la madre, el aborto debe ser libre, legal y seguro. Por último, existe la posibilidad de que los/las facultativas en medicina decidan autodenominarse “objetores/as” y queden exentos de su obligación médica. Es vox populi que hay zonas en el estado en las que encontrar profesionales de la medicina que no sean objetores/as es una auténtica y desgraciada aventura. Todo esto hace de nuestra actual ley del aborto una ley obsoleta e insuficiente que hay que mejorar con carácter de urgencia.

La situación, como ya sabemos, se agrava mucho más en Latinoamérica o Asia, donde la ilegalidad del aborto afecta especialmente a las mujeres de clase trabajadora que, por falta de medios económicos, no pueden acceder a clínicas con unas mínimas garantías de salubridad. Las consecuencias de todo esto son nefastas. A su ya difícil situación por ser mujeres en una sociedad machista que las juzga y castiga por ser fértiles pero sin embargo les niega los medios anticonceptivos necesarios para planificar correctamente su sexualidad, se suman las consecuencias de los abortos no seguros. Muchas mueren pero otras arrastran de por vida daños irreversibles en su salud física y psicológica.

Hace dos años, en el 2014, hubo grandes movilizaciones en todo el estado el día 28 de septiembre en protesta por la famosa y arcaica ley que el entonces ministro Gallardón pretendía implementar suponiendo un escandaloso retroceso en nuestros derechos como mujer, y que Rajoy finalmente retiró por falta de apoyos, lo que provocó la dimisión del citado y denostado ministro. Este año, en 2016, pocos partidos políticos de la izquierda reformista consideran recordar esta fecha como un día importante para impulsar movilizaciones en apoyo a los millones de mujeres que hoy en día se siguen jugando la vida al abortar de manera insegura. Una vez más ya no somos importantes, no entramos en sus programas políticos, y de cara a las posibles terceras elecciones de diciembre nadie ha abierto la boca si quiera para hablar del derecho al aborto universal, libre, seguro y gratuito.

La vida de las mujeres no es parte de un programa electoral. La libertad de las mujeres va mucho más allá de palabras vacías en un mitin político. La emancipación real de las mujeres solo se obtendrá, como siempre se ha hecho, a través de la lucha y la movilización en las calles. No esperemos a una nueva formación de gobierno para ver qué han decidido sobre nosotras.

Salgamos a luchar, ahora más que nunca, y el 28 de septiembre es una buena fecha para empezar a organizarnos.