La “isla de esmeralda” es el nombre dado a Irlanda entendida como una única entidad. País tan hermoso como maltratado por siglos de invasiones, violencias e injusticias perpetradas contra las clases populares, principalmente por mano de los ejércitos británicos que se han sucedido en la isla. Estas terribles vicisitudes han golpeado de modo particular la región septentrional, la llamada Irlanda del Norte injustamente arrancada al resto en 1922, cuando el Reino Unido decidió conceder un alto grado de autonomía a la parte sur – que en 1937 declaró su total independencia – y al mismo tiempo mantener la zona septentrional, el Ulster, en la unión.
Esta decisión desencadenó una guerra civil entre aquella facción de los radicales que no aceptaban esta división arbitraria y la más moderada, que tomó el control del estado. En Irlanda del Norte los ingleses crearon un “Estado protestante para una población protestante” sin tener en cuenta que entonces un 35% de la población era de fe católica.
En 1969 hubo una escisión dentro del histórico Irish Republican Army que llevó poco después a la formación de la IRA Provisional, cuyo objetivo fue inicialmente defender a los ciudadanos católicos de Belfast, víctimas de ataques continuos por parte de los grupos paramilitares protestantes y de la policía local. Seguidamente, el objetivo de la organización IRA Provisional cambió y se decidió emprender una lucha armada contra el intento de llegar a una reunificación de Irlanda del Norte con la República Irlandesa (EIRE).
Hoy 5 de mayo se recuerda el sacrificio de Robert Gerald Sands, Bobby, quien en 1981 junto a otros 9 militantes del IRA, decidieron comenzar una huelga de hambre con el objetivo de obtener el status de prisioner@s polític@s y de no ser catalogad@s como simples criminales, ladrones o asesinos. De hecho, el ejército republicano irlandés no sólo consideraba su lucha merecedora de este reconocimiento en cuanto que había llevado a cabo una auténtica guerra contra el ejército británico y su policía de parte del Ulster, pero sobre todo l@s militantes se reputaban soldados destinados al único objetivo de expulsar al invasor de sus tierras, el mismo invasor que había creado condiciones inhumanas y antidemocráticas en los enfrentamientos de la población republicana.
Sands, que había sido condenado a 14 años de cárcel en 1976 por posesión de armas de fuego (se le encontró una pistola en un coche con él y 4 militantes dentro), después de haber sido nombrado OC (officer commanding, en inglés) de l@s prisioner@s del IRA en la cárcel de Long Kesh, decidió emprender una huelga de hambre, ya que las acciones anteriores y protestas para el restablecimiento del status de prisionero político habían fracasado después de las promesas incumplidas por parte de las autoridades inglesas.
Cinco eran las peticiones específicas al gobierno de Reino Unido para sus pres@s: el derecho a llevar su propia ropa, liberación de los trabajos forzados, la comunicación fluida entre l@s pres@s, el derecho a recibir visitas, paquetes y cartas una vez a la semana y el acceso libre al estudio de carreras universitarias. La justicia británica había dictado ya una sentencia de 14 años para los 10 militantes del IRA por la interpretación amplia del término “terrorista” y el gobierno se negaba a debatir las peticiones, creyendo que la amenaza de huelga de hambre se trataba de un chantaje inocuo sin coste político alguno.
Desde el comienzo de la década de 1980, la situación en las cárceles estuvo en el centro de la atención de las organizaciones de izquierda, sociales y políticas, de Irlanda del Norte. La huelga de hambre, sin embargo, fue un salto al que se opuso el Sinn Féin, el brazo político republicano del IRA. Se aclaró en una nota enviada secretamente a Bobby por Jerry Adams, quien creyó que la huelga de hambre amenazaba con desviar la atención acerca de cuáles eran los deberes políticos, pero también implicaban sacrificios que en última instancia dañarían su moral. Bobby, sin embargo, estaba determinado. Del mismo modo, el ministro de Thatcher para Irlanda del Norte, Humphrey Atkins, subrayó el 15 de abril que el gobierno no aceptaría las demandas de los huelguistas ni cedería a la “forma de violencia que ejercen”.
El 1 de marzo de 1981 Bobby Sands rechazó la comida y en ese momento empezó su última batalla en nombre de una Irlanda unida, contra a intransigencia del gobierno inglés guiado por la “Dama de Hierro” Margaret Thatcher, que además conscientemente permitió a un miembro electo del parlamento de Reino Unido morir de hambre. En efecto, en el período inmediatamente anterior a su muerte, fue elegido como representante de la provincia de Fermanagh-Soth Tyrone, tras la muerte del anterior diputado. Su vida se apagó el 5 de mayo tras 66 días de huelga de hambre.
El anuncio de su muerte dio inicio a varios días de revuelta en las zonas nacionalistas de Irlanda del Norte. Más de 100 mil personas acompañaron el recorrido de su funeral, desde la casa de Sands en Twinbrook, West Belfast, hasta el cementerio católico de Milltown, en donde están sepultad@s tod@s l@s “volunteers” del IRA de Belfast. Las reacciones de la opinión pública internacional fueron igualmente de condena en los enfrentamientos con Thatcher: en Milán 5000 estudiantes quemaron la “Union Jack” y gritaron “¡Libertad para el Ulster!” durante una manifestación, en parís miles de personas marcharon detrás de grandes retratos de Sands y consulados británicos en varias partes del mundo fueron rodeados y ocupados.
Entre mayo y agosto del mismo año otras 9 personas murieron después de la huelga de hambre. Tod@s fueron considerad@s en los círculos nacionalistas republicanos irlandeses como mártires y la parte de la población republicana que rechazaba los métodos armados del IRA empezó a simpatizar con la organización como forma de enfrentarse al estado inglés, sobre todo en respuesta al comportamiento exageradamente inhumano del gobierno tory británico.
Paradójicamente, este dramático episodio benefició a la causa republicana en cuanto al fuerte impacto mediático, y el IRA recibió muchas solicitudes de adhesión y muestras de apoyo, además de financiación. La solidaridad se tradujo también en victorias electorales (y en una progresiva moderación de sus acuerdos programáticos) del Sinn Féin, el brazo político del IRA, que llevaron hacia los famosos acuerdos del Viernes santo del 10 de abril de 1998, que marcaron el inicio del proceso de paz que se ha desarrollado hasta hace poco en Irlanda del Norte.
En general buena parte de la opinión pública mundial, influenciada por los medios británicos, siempre ha considerado (y lo hace todavía) al conjunto de l@s militantes del IRA como terroristas. La explicación más eficaz para demostrar una implicación tal en la lucha armada de militantes y civiles se puede entender citando una frase de Bobby Sands: “Solo era un muchacho de la clase trabajadora que provenía de un gueto nacionalista, pero es la represión la que crea en mí el espíritu revolucionario de la libertad. No me detendré hasta que no lleve a cabo la liberación de mi país, hasta que Irlanda nos e convierta en una república soberana, independiente y socialista”.
En 2005 IRA Provisional comunicó que estaba preparada para destruir todo su arsenal y anunció el fin de la lucha armada, y afirmando sin embargo no querer disolver la organización, declaró querer usar medios exclusivamente políticos y no violentos para alcanzar su objetivo final, la reunificación de los 6 condados del Norte con la República de Irlanda. El camino para la paz y la normalización todavía es largo, pero el deseo es que las nuevas generaciones de irlandeses no deban sentir en su piel lo que vivieron sus padres.
La mayor ironía de su sacrificio es que Robert Gerald Sands, escribiendo en un periódico local, había expresado su punto de vista sobre la lucha en frases como: “Las armas y las bombas no ganan la guerra. Pueden matar, pero no mostrar el camino, ni obligar a los rígidos a doblarse “.
Erin go Bragh!