Este año, y desde que en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se decidiera establecer el 8 de marzo como el día internacional de la mujer trabajadora, para recordar las huelgas de obreras textiles en diversas ciudades de los EEUU, volvemos a salir a las calles para reivindicar, precisamente, el papel de la mujer trabajadora en la lucha de clases.
La situación actual de las mujeres en el mundo y, concretamente, en el Estado Español, sigue empeorando. La crisis ha profundizado la carga de trabajo sobre las mujeres, que ya partíamos de una desigualdad manifiesta. A día de hoy la brecha salarial supera el 20% y más de un 70% de los empleos parciales son ocupados por mujeres que en definitiva se ven obligadas a cumplir una doble jornada laboral: fuera y dentro de casa. Las mujeres nos seguimos enfrentando a la desigualdad laboral y salarial; nos siguen violando y matando, con unas cifras que, lejos de reducirse, no dejan de aumentar año tras año, siendo 97 las asesinadas en el año 2018.
Nuestros cuerpos siguen estando al servicio del capital y las cargas de cuidados continúan recayendo sobre nosotras, tanto en el ámbito doméstico como social, por lo que de las profesiones más relacionadas con los cuidados las ocupamos nosotras. Este último hecho hace que, por tanto, los recortes en servicios públicos (educación, sanidad, dependencia, etc.), la privatización de los mismos o las condiciones laborales que van ligadas a estos empleos en la empresa privada nos afecten directamente a las mujeres.
Para este 2019 se ha convocado, de nuevo, a nivel estatal, una huelga general feminista por parte de las organizaciones feministas que el pasado año tomó forma tras la convocatoria de huelga el mismo día 8 de marzo. Este año, y adelantándose a las presiones a las que se vieron sometidas por parte de otros sindicatos y de los movimientos sociales, CCOO y UGT han convocado los mismos paros de 2 horas que en la anterior huelga feminista salvo en algunos sectores como el de la enseñanza en el que han convocado 24h.
Sin embargo, y pese a que consideramos positivo este hecho ya que traslada tanto a las organizaciones tradicionales del movimiento obrero como a los propios centros de trabajo la cuestión de la opresión a la mujer trabajadora, pensamos que es insuficiente la convocatoria de paros de 2 horas y de 24 horas sólo en algunos sectores. Para arrancar las reivindicaciones feministas será necesario mucho más de una huelga de 24 horas y que implique al conjunto de la nuestra clase.
Por eso, la convocatoria de este 8M de al menos una huelga que dure todo el día y que implique para que salga bien la creación de comités de huelga activos que preparen la huelga en cada centro de trabajo es un elemento central y un buen punto de partido para hacer que la lucha contra la opresión de las mujeres trabajadoras sea una lucha asumida por el conjunto de la clase trabajadora y por sus organizaciones sociales, políticas y sindicales.
Por ello, creemos necesario señalar las limitaciones que conlleva la idea del enfoque de una parte del movimiento feminista de una huelga sólo de mujeres, pues de nuevo vuelve a haber un llamamiento a las mujeres a parar en el ámbito doméstico, de consumo, de cuidados y laboral, pero en la que no hay una propuesta hacia el conjunto de la clase trabajadora para que sea parte activa y se implique en la construcción de la misma.
Esta orientación parte de la premisa de que la opresión patriarcal es independiente a la dinámica de la lucha de clases, y que actúa de forma independiente al sistema capitalista. Esto significa obviar los intereses económicos que existieron, y existen, detrás de la mayor explotación de la mujer trabajadora por parte de los capitalistas, así como plantear que las mujeres son una masa homogénea sin intereses antagónicos entre la mujer trabajadora y la hija de Botín o la de Amancio Ortega, por ejemplo.
Para nosotr@s, el patriarcado, aun siendo anterior al sistema capitalista, ha entrelazado su existencia a las condiciones materiales que el desarrollo del capitalismo ha creado para ampliar la dominación y beneficios de la burguesía. Por eso es imposible alcanzar la igualdad de sexos y acabar con la construcción de género sin derrotar al sistema que sostiene la existencia del patriarcado. Por tanto, aunque tenemos que emprender una lucha específica contra el patriarcado, empujando permanentemente para que las reivindicaciones propias de las mujeres estén presentes en las diferentes movilizaciones de la clase obrera y de la juventud, éstas no se podrán ver colmadas sin derribar las relaciones de producción que las producen ni sin generar unas nuevas, basadas en las necesidades humanas y no en la lógica del beneficio a toda costa.
Por todo esto, nuestra propuesta para el próximo 8 de marzo es que el conjunto de la clase trabajadora, con las mujeres a la cabeza, paren la producción y se movilicen en sus centros de estudio y trabajo contra la opresión de la mujer en todas las esferas. El objetivo debe ser e demostrar que no es posible la emancipación social sin acabar con la opresión de las mujeres. Para ello, hay que levantar una serie de reivindicaciones que una aquellas específicas de las mujeres con las exigencias de toda su clase social. De esta forma, evitaríamos el error de focalizar la lucha de las mujeres como una responsabilidad exclusivamente de éstas, que genere una tendencia de aislamiento y por tanto, una mayor debilidad a la hora de ganar estas exigencias.
Sin embargo, no es suficiente que este día las mujeres estén a la cabeza de las movilizaciones si no somos capaces, desde las organizaciones del movimiento obrero y de la izquierda revolucionaria, de asegurar que este papel fundamental en la lucha no es cosa de un único día al año o de ciertas fechas con contenido feminista. La única manera de acabar con todas las opresiones a las que el sistema capitalista nos lleva es asegurar que los y las oprimidas tengan un papel fundamental en la lucha de clases. Las mujeres trabajadoras y las jóvenes debemos participar de los procesos de lucha que puedan ir generando brechas en el sistema capitalista de cara a ahondar aún más en las cuestiones específicas de género.
Para acabar con las bases materiales de este sistema que se aprovecha del trabajo de las mujeres, debemos reivindicar distintas cuestiones: la prohibición de los despidos; el reparto del trabajo; la ampliación y equiparación de los permisos de maternidad y paternidad; el aumento de los derechos de lactancia y establecer horarios que logren la conciliación familiar; escuelas infantiles públicas y gratuitas; igualdad salarial, pero con un salario digno para todos y todas; un subsidio de paro indefinido, que cubra de verdad las necesidades de las personas sin empleo, el aumento de las pensiones, incluyendo la pensión no contributiva; generar una red de comedores públicos, tanto para las y los niños en las escuelas como para las personas adultas, así como de lavanderías públicas; educación pública, gratuita y de calidad, incluida el tramo de 0 a 3 años y los estudios superiores, acabando con doble red de centros públicos y privado-concertados.
Necesitamos programas de educación sexual y en valores de igualdad en las escuelas que permitan implementar una educación reglada sobre estos aspectos; sanidad pública, gratuita y universal para todas las personas, nativas o extranjeras, sin ningún tipo de cortapisa; financiación de métodos anticonceptivos, reasignación sexual y aborto libre, gratuito y universal; planes integrales dotados de recursos para la prevención, atención y protección inmediata a mujeres víctimas de violencia machista en coordinación con otros entes educadores y sanitarios; servicio 100% público de acogida, alojamiento y protección de las mujeres víctimas de la violencia machista; o equiparación de derechos para las mujeres inmigrantes independientemente de su situación legal, entre otras muchas, que afectan a las mujeres y al conjunto de la clase trabajadora.
Ninguna de estas reivindicaciones va a lograrse sin enfrentarse a la patronal y a los distintos gobiernos, sean del color que sean, ya que la opresión que sufrimos las mujeres no es un accidente o un error que se puede ir corrigiendo poco a poco, más bien es una de las mejores fuentes de beneficios para los capitalistas. Por un lado, con nuestros salarios más bajos y empleos más precarios aumentamos las ganancias de la patronal. Por otro, realizamos de forma gratuita y voluntaria los trabajos de cuidados en el ámbito invisible del hogar.
Intermon Oxfam calcula que, de incluirse en el mercado de trabajo, los trabajos reproductivos supondrían el 30% del PIB del Estado español, con lo cual las mujeres realizamos un tercio del trabajo total del país de forma totalmente gratuita. Ningún partido que evite enfrentarse a la patronal y a los planes de ajuste de sus gobiernos títeres, ningún partido que recorte y asuma el pago de la deuda va a lograr la igualdad efectiva de mujeres y hombres, pues esta desigualdad sirve a los beneficios de los capitalistas.
A lo largo de estos años hemos visto que tanto PP como PSOE (con diferencias en cuestiones más simbólicas), han empeorado la situación del conjunto de la clase trabajadora y aún más de las mujeres. Ahora PP quiere presentarse junto con Ciudadanos como los representantes de lo que llaman el “feminismo liberal”, bandera bajo la cual intentan revertir el calado del movimiento feminista y conducirlo a la regulación de los vientres de alquiler y de la prostitución. La aparición de Vox refuerza esta reacción al movimiento feminista, sirviendo de muleta para que el programa del bloque de la derecha (que en esencia es el mismo) se aplique.
Sin embargo, no solo la derecha es responsable: debemos recordar que las políticas del PSOE no han mejorado en nada la vida de las mujeres. Por ejemplo, en Andalucía, después de los años de gobierno del PSOE, en ciertos momentos gracias a IU que le sirvió de muleta, el paro femenino alcanza el 27% (frente a la media del 22%) y la parcialidad es del 44% para las mujeres (frente a una media del 33% de contratos parciales en Andalucía). Por lo tanto, el PSOE no es una alternativa para cumplir el programa que mejore la vida de las mujeres, por mucho que quiera instrumentalizar de forma totalmente oportunista de cara a la campaña del 28 de abril la huelga del 8 de marzo.
Para poder imponer todas estas medidas es imprescindible movilizar a los más amplios sectores de la juventud y la clase trabajadora, secundando y construyendo las convocatorias de huelgas en los centros de trabajo y de estudio, porque para ganar no bastará con un día de movilización por más masiva que pueda ser y por eso debemos trabajar en una hoja de ruta que nos permita usar éste y otros días para desembocar en una Huelga General que aglutine todas la reivindicaciones del conjunto de nuestra clase y que pueda poner en jaque a las clases dominantes y poner encima de la mesa que apostamos por nuestras vidas frente a sus beneficios, y que basta de utilizar nuestros cuerpos y nuestro género para obtener el máximo beneficio.