Hemos realizado una entrevista a Antonio Liz, historiador y militante revolucionario, sobre el aniversario de la Constitución aprovechando la publicación de un trabajo suyo titulado: “Las fuentes del Régimen del 78” que vamos a difundir en nuestra colección de cuadernos “La actualidad de la Revolución”. Desde aquí, agradecemos al compañero su tiempo y trabajo.
1. Se cumplen 40 años de la Constitución española, ¿Qué nos puedes decir de ese acontecimiento? ¿Hay algo que celebrar hoy?
Lo primero que tengo que decir es que el Régimen del 78, que nace oficialmente hace cuarenta años con la aprobación de la Constitución que hoy tenemos, es el taparrabos de la legitimación política por los “demócratas” del heredero de Franco, Juan Carlos I. Por lo tanto, nada hay que celebrar porque no hubo ni la más mínima ruptura con el tardofranquismo, con la “democracia orgánica” de Franco. Se cambió de régimen político pero sin tocar ni una coma los privilegios de la burguesía financiera y de la patronal y, aún por encima, sin purgar tan siquiera las direcciones de los aparatos represivos franquistas, es decir, del ejército, de la policía, de la Guardia Civil y de la judicatura. Así, no sólo la clase dominante y sus más vulgares secuaces no vieron tocados su status sino que, aún por encima, se les legitimó con la “democracia”.
2. Algunos hablan de la aprobación de la Constitución española como del inicio de la democracia, ¿Qué opinas de eso? ¿Qué papel jugó dicho referéndum?
La aprobación de la Constitución en referéndum fue el broche de oro de la política de mutación del régimen de “democracia orgánica” diseñada desde dentro del propio tardofranquismo con la estrategia “de la ley a la ley”, siendo Adolfo Suárez su brillante ejecutor político. Por otra parte, la aprobación de la Constitución fue el inicio de un régimen político –el Régimen del 78- que tuvo por norte no sólo mantener los privilegios sociales, económicos y políticos de la clase dominante y sus defensores –estos se fueron reciclando “democráticamente” a lo largo de los años: la esencia de la Transición- sino, además, ocultar y/o tergiversar el inmediato pasado histórico.
Así, los medios de comunicación y el sistema de enseñanza en vez de explicar lo que había sido la Revolución española en el período republicano y durante la propia Guerra Civil y el significado del fascismo mutado en franquismo al terminar la II Guerra Mundial, pasaron a hablar de “una guerra fratricida” que no se tenía que volver a repetir nunca, como si la Guerra Civil hubiera sido una guerra entre hermanos y no una guerra social. Es decir, se igualó la política golpista y conscientemente asesina de los reaccionarios y fascistas con el proceder defensivo del movimiento obrero y de los republicanos. De esta forma, para los “demócratas” del Régimen del 78 la violencia pasó a ser de “los dos bandos”.
Se “olvidó” que la violencia de los reaccionarios y fascistas en la Guerra Civil y en el fascismo/franquismo se dio para mantener a la mayoría social, la clase trabajadora urbana y rural, en la miseria económica y en la indigencia política. Por lo tanto, la aprobación de la Constitución no marca el inicio de una democracia social sino tan solo el comienzo de una “democracia para ricos”; sí, una democracia donde sólo pueden competir unas fracciones de la burguesía con otras pero donde se margina al pueblo trabajador al papel de “monaguillo democrático” –acudir a las urnas profundamente mediatizados –idiotizados- por los grandes medios de comunicación.
3. El relato oficial de la figura del Rey Juan Carlos de Borbón es la de un jefe de estado que apostó por la Democracia y que cortocircuitó años después el intento de golpe de estado de Tejero. ¿Qué te parece a ti ese relato?
Juan Carlos I fue el heredero de Franco porque hizo todo lo que le pidió el Caudillo, asumir la legitimidad política del golpe de estado de julio de 1936. Franco subordinó a los Borbones a su propia política ya que los Borbones le darían continuidad a su propia “democracia orgánica” –como ocurrió en los hechos. Así, es fácil de entender que Juan Carlos I nunca estuvo interesado por la democracia social sino por recuperar la Corona, costase lo que costase –subordinación al Caudillo y a su régimen, incluido.
El golpe de estado del 23 de febrero de 1981 no se hizo a espaldas de Juan Carlos I ya que lo organizaron sus propios tutores militares por lo que pensar que el monarca estaba al margen, que desconocía la preparación, es un sinsentido. Pero no sólo eso, había muchos “demócratas” que estaban informados, tanto que algunos habrían participado en un “gobierno de concentración nacional”. Ahora bien, eso era “pan para hoy y hambre para mañana” por lo que el jefe del Estado terminó por desvincularse formalmente, aunque el propio golpe no fue inútil ya que sirvió para meter miedo en el cuerpo a los aguerridos demócratas –democracia sí, pero sin pasarse.
Por otra parte, Juan Carlos I no sólo no fue el “padre de la democracia” sino que fue el Gran Comisionista de una red de corrupción que actualmente se empieza a vislumbrar. Vamos, que el jefe del Estado recibiera comisiones por facilitar o imponer negocios ya es por sí mismo suficiente indicio para intuir la red de corrupción que presidió. Diré más, cuando Juan Carlos I muera el Régimen del 78 tendrá un gran problema político porque deberá batallar duramente para ocultar las noticias del auténtico patrimonio del hoy “rey emérito”. ¿Se hará cargo Felipe VI de la millonaria herencia económica de su papá? Vaticino que va a ser un momento políticamente complicado para Felipe VI y todo lo que él representa –la continuidad del régimen político de papaíto.
4. En tu trabajo “Las fuentes del Régimen del 78”, hablas de la importancia de la cuestión internacional para entender lo que estaba en juego durante los años de la dictadura e incluso después de la muerte de Franco. ¿Puedes desarrollar esa idea?
Que el régimen fascista de Franco pudiese sobrevivir mutando a “democracia orgánica” al terminar la II Guerra Mundial sólo se puede entender por el papel geoestratégico que jugaba la España de Franco en la Guerra Fría, es decir, en el enfrentamiento global entre los EEUU y la Unión Soviética. Al terminar la II Guerra Mundial los gobiernos de los EEUU, Gran Bretaña y Francia no decidieron la invasión de la España de Franco –que hubiera sido un paseo militar dada la gigantesca desproporción de fuerzas bélicas entre uno y otro bando- porque eso hubiese puesto de nuevo en escena la revolución social, algo inadmisible para cualquier gobierno “democrático”.
Hoy es muy difícil de comprender para la gente joven –dada la pobreza historiográfica sembrada por el “democrático” sistema de enseñanza del Régimen del 78- la enorme fuerza social que tenía entonces la clase trabajadora, su infinita capacidad de lucha. Valga un apunte para entenderlo, para derrotar a la clase trabajadora en la Guerra Civil se tuvieron que aliar en su contra los reaccionarios y fascistas españoles, la Italia fascista, la Alemania nazi, el cínico Comité de No Intervención de Gran Bretaña y Francia, el mirar para otro lado de los EEUU y, por último, el cáncer del estalinismo en el seno de la propia revolución social.
Pues bien, los “Aliados” sabían a la perfección que derribar la España de Franco era abrir las compuertas de la revolución social porque la clase trabajadora aún mantenía intacto el conocimiento del proceso histórico y sus tradiciones de lucha y conservaba una buena parte de sus cuadros políticos y sindicales. Acto seguido, la Transición fue la continuidad del dominio político y económico de la clase social dominante, producto de la simbiosis terratenientes/burguesía, consolidada en la Guerra Civil “sólo” que ahora legitimada con la “democracia”.
5. Siempre nos cuentan los relatos oficiales que durante la Transición sólo se podía haber hecho lo que se hizo. ¿Realmente no había otra alternativa posible? ¿Qué estuvo en juego realmente, para nuestra clase, durante esa época?
Hombre, si de los políticos reformistas del propio régimen franquista no se podía esperar más que un lavado de fachada de la “democracia orgánica” franquista hay que decir que del PSOE de Felipe González y del PCE de Santiago Carrillo no se podía esperar mucho más. El PSOE de Felipe González estaba financiado por la socialdemocracia alemana que era lo mismo que decir que era financiado por la CIA –si no se olvida el papel que jugó la socialdemocracia alemana en la Guerra Fría se entenderá la lógica política del proceder del PSOE de Felipe González.
Por otra parte, el PCE de Santiago Carrillo había sido el partido por excelencia de la clandestinidad en la España de Franco pero su líder era un estalinista remozado a eurocomunista y que, por lo tanto, no quería saber nada de una democracia social, de una República de las trabajadoras y los trabajadores, por lo que pactó con Suárez aceptar la monarquía y la bandera española para que el jefe de gobierno legalizase el PCE ya que lo único que le urgía al líder eurocomunista era participar en la gobernabilidad del Estado, como así fue. Por lo tanto, si vemos que los citados actores políticos fueron los actores principales es lógico pensar que no se pudo hacer otra cosa de lo que se hizo, legitimar al heredero de Franco, legitimar la Monarquía borbónica.
Otra cosa es lo que se hubiera podido hacer si la izquierda revolucionaria hubiese estado a la altura de las circunstancias a nivel organizativo y teórico. Desafortunadamente, la extrema izquierda –como se le llamaba entonces- fue socialmente marginal. Marginalidad que hay que entender por la propia división del movimiento obrero traída por el propio estalinismo. Me explico, en aquel tiempo la Unión Soviética era un referente para millones y millones de trabajadores en todo el mundo ya que había sido la cuna de la Revolución bolchevique, de la primera revolución socialista de la Historia Universal.
El problema estaba en que la casta dirigente soviética actuaba alrededor de la “coexistencia pacífica”, es decir, en un exclusivo ejercicio de contención de los EEUU y sus aliados. No sólo no tenía un papel de centro mundial revolucionario sino que, por el contrario, una y otra vez, ejercía de centro contrarrevolucionario eliminando a los bolcheviques-leninistas a la muerte de Lenin, traicionando a los comunistas griegos que tenían ganada la guerra civil, impidiendo que el PCF y el PCI pudieran tomar el poder al finalizar la II Guerra Mundial, reprimiendo a la Revolución húngara de 1956, no apoyando el Mayo del 68 e impidiendo, una vez más, que el PCP pudiera tomar el poder en Portugal durante la Revolución de los Claveles, etcétera, etcétera.
Además, aún por encima se dio un enfrentamiento entre la Unión Soviética y la China de Mao. En fin, todo esto generó una división política brutal en el movimiento obrero: stalinistas, trotskistas, maoístas, eurocomunistas… Esto imposibilitó una política de masas revolucionaria, como hubiera pasado si la Unión Soviética hubiese sido el centro revolucionario. Como se ve, la Historia Contemporánea de España no se puede entender sin la Historia Contemporánea Universal –así ha sido y así será.
6. Hoy vemos a lo que nos ha conducido esta falsa Transición. Apenas si se diferencia entre víctimas y verdugos, las instituciones aún tienen gusto a restos de la dictadura con comisarías que organizan ágapes a los que acuden torturadores como Billy el niño, francotiradores de extrema derecha acusando de querer asesinar a Pedro Sánchez posando hace un tiempo con altos mandos de la Guardia civil, una justicia que encarcela a sindicalistas, tuiteros o artistas y que paraliza sentencias cuando van en contra de la Banca o que no tiene ningún tipo de imparcialidad política tal y como vuelve a demostrar el caso Marchena ¿Qué ha fallado según tú y cuál es la responsabilidad de las organizaciones políticas y sindicales de esa época y en concreto del PSOE y del PCE?
Ya he expuesto someramente el papel del PSOE de Felipe González y del PCE de Santiago Carrillo. Como es sabido, hoy el PCE está desaparecido políticamente y el PSOE de Pedro Sánchez quiere volverse a presentar como un partido socialdemócrata. La limitación del PSOE de Pedro Sánchez es que no tiene en su agenda tan siquiera una República. Por el contrario, sigue siendo el gran sostenedor de la Monarquía. Esto le impide convertirse en un referente de “izquierdas”.
PODEMOS pasó, para ser breve, de pedir un proceso constituyente a regalarle un “Juego de Tronos” a Felipe VI –una coña, si no nos fuera la vida social en ello. Con estos actores políticos de “izquierda” el Régimen del 78 se puede ir manteniendo a flote. Recordemos rápidamente que el oleaje del 15M no se convirtió en tsunami social por culpa de no existir un partido verdaderamente de izquierdas con influencia de masas.
Bien, si a los actores de “izquierda” actuales le añadimos el PP y Ciudadanos tenemos el escenario político estatal de masas completo por lo que es comprensible que en este escenario los mamoneos en las esferas de los aparatos del Estado se den como juegos mediáticos y que la persecución por el aparato judicial de sindicalistas, tuiteros, cantantes, actores y periodistas de medios alternativos se dé con premeditación y alevosía mientras a viejos torturadores se le pagan pluses y viejos golpistas se reúnen para rememorar sus hazañas patrias. De aquellas lluvias estos barros.
7. Hoy todas las organizaciones a la izquierda del PSOE hablan de que hay que acabar con el régimen del 78, sin embargo en aquel entonces muy pocas organizaciones a la izquierda del PSOE llamaron a votar NO a esta Constitución que daba luz verde a la Monarquía, a la unidad de España y a la propiedad privada. La izquierda abertzale o la LCR sí lo hicieron. ¿Qué nos puedes decir sobre eso?
Hace cuarenta años se votó la Constitución porque no se veía otra alternativa política ya que la extrema izquierda era testimonial y el PSOE y el PCE se habían desmarcado a esas alturas de la más mínima “ruptura”. Hoy no se acaba con el Régimen del 78 porque la izquierda revolucionaria aún es testimonial ya que la clase trabajadora todavía no ha podido recuperar la caída en picado de su subjetividad política traída por el derrumbe de la Unión Soviética. La URSS era un referente deformado pero referente, su derrumbe arrastró a toda la izquierda, absolutamente a toda.
Hoy sólo se puede explicar que el Régimen del 78 siga en pie porque la mayoría del pueblo trabajador no tiene un referente de izquierdas, un referente con influencias de masas. ¿Quién dice querer acabar con el Régimen del 78? El PSOE no, PODEMOS ya no. Así, sólo desde los movimientos sociales y desde la extrema izquierda se dice querer acabar con el Régimen del 78. Claro, del dicho al hecho hay mucho trecho. Hay que empezar por quererlo pero hay que terminar por poderlo hacer. Así, o la izquierda social, la izquierda revolucionaria, la izquierda marxista, la izquierda anticapitalista –como se quiera llamarla- se organiza o el Régimen del 78 sobrevivirá, tapiará una y otra vez sus boquetes mientras no exista en el seno de la sociedad española una organización política revolucionaria con influencia de masas.
8. Para acabar, vemos en estos últimos tiempos cómo la extrema derecha no ha dejado de existir e intenta hoy organizarse de manera significativa en organizaciones claramente fascistas. ¿Cómo piensas que debemos hacerle frente desde la izquierda revolucionaria?
La inexistencia por izquierda de una auténtica alternativa de masas al Régimen del 78 hace que la extrema derecha levante la cabeza, y VOX es un claro ejemplo de ello. Hacerle frente al Régimen del 78 es hacerle frente también a la extrema derecha ya que esta quiere eliminar los problemas sociales echando manos de recursos tan viejos como el racismo –ayer los culpables eran los judíos y hoy los inmigrantes-, el machismo –las mujeres en casa para que los hombres tengan trabajo y sean el cabeza de la grandiosa familia patriarcal- y la unidad de España –que la patronal española gobierne la patria y la clase trabajadora sea el paria ennoblecido por la explotación del señor.
Así, es vital, imperioso, extremadamente necesario, que la izquierda revolucionaria, la izquierda anticapitalista, agrupe fuerzas para empezar a ser vista como una alternativa política, para ser visualizada como la portadora de una República de los trabajadores y las trabajadoras, como la partera de una democracia social. Entiendo, y así lo he escrito y dicho en varias ocasiones, que la izquierda marxista tiene que poner en marcha una dinámica organizativa y programática que aglutine a los movimientos sociales y a la izquierda social. Materia social hay ya que se ve en las luchas lo que falta es la capacidad de saber construir un barco revolucionario con los materiales existentes.
Pronto habrá elecciones generales. ¿Qué harán los diversos grupos de la izquierda revolucionaria, de la izquierda anticapitalista? ¿Llamar a la abstención o al “voto crítico”? Hacer esto sería sumergirse en la marginalidad. Hay que reorganizarse, crear entre todos, por ejemplo, un Frente de Izquierda Anticapitalista y plantear una batalla social programática. Hay que ligar las luchas defensivas de la clase trabajadora y de los movimientos sociales para crear un proyecto social alternativo. Si esto no es capaz de estructurarlo la izquierda marxista el Régimen del 78 no sólo sobrevivirá sino que enseñará su cara más ruin, más reaccionaria.