Este gobierno, mucho más preocupado por seguir llenando los bolsillos de la patronal que por evitar muertes, habrá tardado tres meses para reconocer, sin decirlo explícitamente, que el uso de las mascarillas es necesario para contener la propagación de la epidemia. Eso sí con un pequeño problema: si no hay mascarillas ni para los sanitari@s…imagínense para tod@s los demás.

Los escándalos y las mentiras de Estado se acumulan

Si no hay mascarillas, ni tests, ni batas para l@s sanitari@s, ni respiradores y personal suficientes en los hospitales, en un país que es la sexta potencia económica mundial, no es por falta de suerte. Al contrario es el resultado de una política deliberada y asumida por todos los gobiernos que se fueron sucediendo desde hace una década. Todos prefirieron repartir miles de millones para los accionistas del CAC 40 (equivalente en Francia del IBEX 35) en lugar de financiar el servicio público de la sanidad y garantizar el derecho más elemental de la población a no verse golpeada por una enfermedad, que aunque sea nueva y desconocida en muchos aspectos, no es la primera con esas características.

Todos han ido abandonando a su suerte y de manera cínica a las residencias de mayores, a pesar de que el de dichos centros lleven tiempo denunciando la falta de recursos… Y su cinismo ha sido tal que incluso escondió hasta la pasada semana el número de muertos del COVID-19 en las residencias fuertemente golpeadas por la epidemia. Macron, Philippe, Buzyn, y toda vuestra camarilla deberéis pagar por todo esto. Hay que requisar bajo control obrero todas las empresas necesarias para nuestra salud y verter inmediatamente a los hospitales públicos los 45 mil millones de euros previstos para las empresas.

Sus drones vigilan si salimos a pasear pero, por el contrario, quieren que volvamos al curro

Mientras que la triste letanía de l@s enferm@s y de l@s muert@s por coronavirus marca el ritmo diario de nuestras vidas, el gobierno y los patrones buscan desesperadamente que millones de trabajadores y trabajadoras regresen lo más rápidamente posible a sus puestos de trabajo. Sin embargo sabemos ya que 6 de cada 10 trabajador@s no han estado nunca confinados y que han seguido trabajando desde el 16 de marzo en unas condiciones que ponen en la mayoría de los casos sus vidas en peligro así como las de l@s demás.

Pero todo esto no le basta a este gobierno y a esos patrones criminales. Ya sea en el sector de la construcción, de la industria, de los transportes o del comercio, los y las asalariadas están bajo la presión de la vuelta al curro. A la patronal, animada por las ordenanzas “del estado de urgencia sanitaria”, poco le importan l@s asalariad@s ni el propio derecho laboral: ruptura de contratos, falso paro parcial, vacaciones obligatorias, e incluso incitación al consumo de la cloroquina…En todos sitios, sea cual sea el sector, los patrones son eximidos del respeto de las reglas. Todo vale.Esta gente son asesinos en serie.

Salvémosnos nosotr@s mism@s, rechacemos ir a morir por sus beneficios

Frente a ese crimen organizado, nuestra respuesta inmediata debe ser la generalización del derecho a interrumpir la actividad y a abandonar nuestro puesto de trabajo en todos los sectores no esenciales de la economía. Las fábricas automóviles, los hornos de la siderurgia, los almacenes de Amazon, las plataformas de paquetería de Correos, los McAutos no tienen por qué funcionar y si los patrones y sus sirvientes piensan que son esenciales, que acudan ellos mismos. Y para todos los sectores vitales, ningún trabajo sin mascarillas, sin tests, sin respeto de las reglas de seguridad, sin reparto del trabajo entre todos y todas, sin reducción del tiempo de trabajo a 32 horas, ninguna “prima de muerte” sino aumento general de los salarios.

Ejerzamos colectivamente un control sobre todo lo que se está produciendo y sobre todo lo que circula: sabemos como trabajador@s lo que es útil y urgente. Es prioritario que el conjunto de las organizaciones sindicales, políticas, asociativas, todas las Asambleas generales, coordinaciones creadas durante las recientes huelgas y movilizaciones sociales propongan una jornada común de acción que combine el respeto a la ley de prevención con el derecho a interrumpir y abandonar el puesto de trabajo, huelgas, manifestaciones en los balcones, pancartas…Con la vista a tomar masivamente la calle a partir del primero sábado post confinamiento, contra Macron y su política criminal.