Fue asesinado el artista y cantante  Zelim­khan Bakayev, primero  detenido en un campo de concentración anti-gay  y torturado por la policía en Chechenia. El cantante ruso, de 26 años, desapareció el pasado 8 de enero cuando se trasladó a Grozny para asistir a la boda de su hermana. Zelim-Kahn Bakayev fue detenido poco después de su llegada a la zona. Según fuentes especializadas en la actualidad LGTB en el mundo, el artista fue detenido y torturado por la policía. Gozaba de gran popularidad dentro y fuera de las fronteras de su país y aún se especula sobre su suerte.

Diez horas después de su detención fue asesinado, según algunas fuentes y medios de comunicación. Según Igor Kochetkov, fundador de Rusian LGTB Network, la causa de su detención fue la conocida orientación sexual del cantante.  Las autoridades niegan los hechos y afirman que el cantante se encuentra en Alemania, lo que, como en otras ocasiones, los activistas LGTB y pro-derechos humanos han desmentido. Más de cien personas pueden haber sido asesinadas ya en campos de concentración en Chechenia, según los primeros testimonios, a pesar de los desmentidos de las autoridades rusas.

El presidente de la república chechena apenas emite vagos desmentidos al igual que vagas son las explicaciones acerca de derechos humanos cuando alguien se atreve a preguntarle sobre el respeto de éstos en Rusia, El caso de Bakayev, uno de los vocalistas más conocidos y no sólo en la región,  no es más que la “punta del iceberg” de un genocidio hasta ahora algo silencioso porque la comunidad europea no quiere enfrentarse al liderazgo y la prepotencia de Vladimir Putin, mientras exige el respeto de los derechos humanos a otros países que no entran en su órbita de sus intereses económicos.

Tampoco el internacionalismo de base, hasta hace poco, y con notables excepciones, se ha mostrado especialmente receptivo hacia la persecución machista y homófoba ya propiciada por las leyes contra la propaganda homosexual del presidente checheno y que ahora han tenido su manifestación más cruenta en estos campos de exterminio de los que la información siempre sale de forma lenta, confusa, con cuentagotas, con numerosos desmentidos de diferentes partes particularmente de las autoridades chechenias que han llegado a afirmar ante la estupefacción de la comunidad LGTB internacional y de los defensores de derechos humanos que esto es imposible ya que “No hay gays en Chechenia”. Como dice Itziar Ziga, su impresentable presidente, al decir esto, ha cambiado el tiempo verbal: lo que quiere expresar es “No habrá gays en Chechenia”.

La lucha contra la islamofobia no incluye el obviar casos como la creación de campos de exterminio el suelo checheno, al contrario, el “no reconocimiento” de gays islámicos que sufren la crueldad de sus gobernantes se lo pone en bandeja a las derechas racistas de todo el mundo, facilitando las amalgamas islamófobas sin reconocer la diversidad y los matices.

El asesinato de una periodista opositora a Putin en la emisora de radio donde trabajaba se suma al caso de la desaparición bastante sombría de Bakayev, famoso cantante cuyas letras eran en su mayoría en árabe, parece haber puesto rostro a los ya cientos de detenidos en los campos de exterminio de esta región del Cáucaso. La influencia de una versión deformada, grotesca y una interpretación oportunista del Islam unida a los intereses del patrioterismo machista reforzados por el imperialismo racial, ultraortodoxo, militarista y viril parecen haber puesto en bandeja esta suerte de fascismo a la carta.

Pocos se atreven a denunciar esto hasta que no se encuentran fuera del país pues no solo son los activistas sino que los propios medios de comunicación se encuentran bajo presión de las redes gubernamentales y sus secuaces en las instituciones, empezando por la Iglesia que ha recuperado su poder en toda Rusia. El ascenso al poder del reaccionario, racista y homófobo Donald Trump en EEUU no ha hecho sino empeorar esta situación que ya se ha vuelto sangrante y que exige una respuesta internacional clara, solidaria  y organizada.