En los días recientes ha habido anuncios de varias acciones por parte de grupos de extrema derecha y neofascistas, los cuales han recibido atención por parte de los medios nacionales. Sin embargo, todas han resultado en falsas llamadas debido a que las protestas desmovilizaron a los fascistas. Los Proud Boys (Orgullosos Muchachos), un grupo misógino y nacionalista blanco más bien ruidoso, presumía de que iba a llevar unas 20000 personas a Portland (Oregon) el día 26 de septiembre. En vez de eso, solo cerca de 200 “orgullosos muchachos” y miembros de otras organizaciones de extrema derecha (como el paramilitar Three Percenters Group – Grupo de los del 3%) aparecieron. Se encontraron con contramanifestantes antifascistas.
El mismo día, cerca de 50 Proud Boys marcharon al centro de la ciudad de Philadelphia. En cierto punto se cruzaron con la Marcha contra la Cultura de la Violación (MCV). Mientras los participantes de la MCV cantaban “Black Lives Matter”, los fascistas respondían “Blue Lives Matter” (el azul es un color culturalmente representativo de la policía en EEUU > https://es.wikipedia.org/wiki/Delgada_l%C3%ADnea_azul ), y la policía los escoltó de nuevo a sus coches. Este encuentro reaccionario era más bien un intento patético de reconstrucción de las semanas anteriores, cuando los Proud Boys habían anunciado que iban a dirigirse a un barrio multiétnico y progresista de Philadelphia en una marcha el 19 de septiembre. Cuando llegó la fecha, más de 1000 antifascistas aparecieron para dirigir a los Proud Boys fuera del barrio. La respuesta fue tan sobrecogedora que este grupo decidió no aparecer en absoluto.
¿Qué es el fascismo?
El fascismo se construyó en el siglo XX como la respuesta capitalista a sus propias crisis y al ascenso de la amenaza comunista después de la Revolución Rusa. León Trotsky nos da uno de sus más incisivos análisis sobre el fenómeno. En “Democracia y fascismo” (1932), Trotsky escribe: “Cuando la policía “normal” y los medios militares de la dictadura de la burguesía, junto con sus pantallas parlamentarias, ya no son suficientes para mantener la sociedad en un estado de equilibrio, llega el giro del estado fascista. A través de la agencia fascista, el capitalismo pone en movimiento a las masas delirantes de burgueses mezquinos y las bandas de lumpenproletariado desclasadas y desmoralizadas; todos los incontables seres humanos a quienes el propio capital financiero ha llevado a la desesperación y al frenesí”.
Trotsky dice que la clase capitalista usa el movimiento fascista como un arma contra el movimiento obrero. El triunfo del fascismo asegura la derrota de la clase trabajadora y la destrucción de sus organizaciones de masas. La burguesía solo recurre al movimiento fascista cuando los otros métodos de supresión del movimiento obrero, por cooptación o por represión, fracasan.
En “¿A dónde va Francia?”, Trotsky escribe “Se podría decir que el fascismo es el acto de poner a la burguesía mezquina a disposición de sus peores enemigos. En este sentido, el gran capital arruina a las clases medias y entonces, con la ayuda de demagogos fascistas a sueldo, incita la desesperación de esta burguesía mezquina contra el trabajador”.
La extrema derecha en los EEUU hoy
La reestructuración y la austeridad capitalistas preparan el terreno para el ascenso actual de la extrema derecha. Mientras las vidas de la gente trabajadora se vuelven más precarias y la clase media se desliza por el tobogán económico, la derecha les ofrece una respuesta fácil: Son los inmigrantes, los musulmanes, negros, latinos, la gente LGTB y los judíos, los culpables. El nacionalismo blanco en los EEUU surge antes esta dificultad explotando los cambios demográficos en el país que hará de los blancos una minoría en apenas 20 años desde ahora. Este ambiente también florece en teorías de la conspiración para ayudar a sus narrativas.
Durante las elecciones de 2008, secciones del capital, incluyendo los magnates del petróleo e Industrias Koch, empezaron a inyectar dinero en los movimientos de base de extrema derecha que terminaron por formar el Tea Party. Relacionados con un rechazo racial subyacente al primer presidente negro, los promotores de este movimiento anti-impuestos, anti-regulacionista y pro austeridad fueron capturando posiciones en el Partido Republicano.
Grupos milicianos antigubernamentales y otros grupos de odio crecieron durante los años de Obama. Fue en este periodo durante el cual la llamada “derecha alternativa” emergió como una refundación de la extrema derecha con un mensaje y una apariencia más comunes.Grupos nacionalistas blancos y fascistas como los Proud Boys, los Oath Keepers (Mantenedores de Juramentos) y el Movimiento Nacional Socialista, Identity Europa / American Identity Movement, y Patriot Prayer (Plegaria Patriota) han alcanzado cierto nivel de unidad operativa. Esta unidad de acción se forjó en un punto de inflexión en el evento de agosto de 2017 “Unamos la Derecha”, y se ha reforzado en los recientes conflictos callejeros en Portland y Kenosha, Wisconsin.
Agrupaciones de milicianos han tenido éxito en atraer a veteranos del ejército y ex policías familiarizados con las armas. Esto subraya la necesidad de la izquierda de orientarse hacia los veteranos regresados, ofreciendo un programa de clase trabajadora que desarme la capacidad de reclutamiento de la extrema derecha en esa capa.
La retórica racista, xenófoba y anticomunista de Trump y sus apoyos ha dado a esos grupos la confianza para actuar bajo la protección del trumpismo, aunque no creemos que Trump y su administración sean fascistas.
Muchos “progresistas” y liberales van a hacer campaña por Biden, no por la excelencia de su programa, sino para evitar que Trump gane un segundo mandato (suponiendo que él sea una “amenaza fascista” para EEUU).
De todas formas, la victoria de Trump en 2020 no traerá el fascismo a los EEUU. Ninguna facción de la clase dominante está lista para traer escuadrones de matones fascistas a reventar reuniones sindicales y aplastar locales de sindicatos, mucho menos llevar un régimen fascista al poder.
La clase dominante no se enfrenta a ninguna amenaza inmediata de clase a sus objetivos. Sin embargo, mantener pequeños grupos de la extrema derecha en juego es una herramienta en sus esfuerzos por entorpecer el movimiento masivo Black Lives Matter y el emergente movimiento pro derechos de los migrantes, y ayudan a entorpecer un todavía mayor incremento de la clase trabajadora. Se espera que aumente el despliegue de milicias de derecha y escuadrones de matones mientras las masas de desempleados que se ven ante la ruina se pongan en movimiento demandando el fin de los desahucios, la pérdida de empleos y de poder adquisitivo.
Policías y fascismo
En Portland, Minneapolis, Kenosha, e incontables otros lugares, hemos visto la complicidad entre la policía y la extrema derecha. La policía es parte de la materia prima del fascismo. En “Contramovilización: una estrategia para luchar contra los ataques racistas y fascistas”, un boletín educativo publicado por el Socialist Workers Party en los 70, Farrell Dobbs apunta: La táctica de la clase dominante es proteger los derechos de los fascistas mientras, al mismo tiempo, usan esas mismas fuerzas fascistas para tratar de impedir que otros ejerzan esos derechos. Una de las fuerzas usadas para aplicar estos es el más malévolo de todos los instrumentos represivos de la ley capitalista: las fuerzas policiales. La estructura de la policía tiene unas características que la convierten en un terreno fértil para los fascistas.
“No solamente tienes un ejército de policías capitalistas que reprime a los adversarios del capitalismo, tienes un terreno maduro para el reclutamiento del fascismo mismo. No solo tienes policías aplicando las órdenes de la clase dominante en ayuda de los fascistas, tienes una fuerza policial que está plagado de fascistas”.
No podemos confiar en los policías, jueces ni políticos liberales para que nos protejan. E igualmente, la historia nos ha mostrado que debemos evitar las tácticas aventureras de militantes autónomos, que pueden aislarlos de las masas y llevar a la represión y la desmoralización. El estado capitalista no tendrá escrúpulos a la hora de victimizar a antifascistas e ignorará la violencia de los derechistas.
La contra movilización de las más amplias fuerzas posibles es uno de los métodos principales para luchar contra la extrema derecha. Para esto es crucial la participación de las organizaciones de masas de la clase trabajadora y de los pueblos oprimidos. Mientras los sindicatos pueden ser lentos para moverse, debemos continuar llamándolos a actuar, y recordar que si no se levantan contra los fascistas, ellos podrían ser las próximas víctimas.
De manera similar, favorecemos campañas amplias, no sectarias, cuando militantes son victimizados por la extrema derecha y el estado. Mientras llamamos a un movimiento de acción obrero e independiente, esto no significa que debemos construir campañas de defensa con características estrictamente obreras. Una campaña de defensa necesita ser un esfuerzo liderado por la clase obrera que busque ganar a las más amplias capas para nuestra defensa.
Cuando nos enfrentamos a los voceros fascistas o de la extrema derecha en los campus, en vez de pedir a la administración que los eche, nosotros nos contramovilizamos en el mayor número posible. Organizamos a estudiantes y facultad para hacer que los reaccionarios no sean bienvenidos y mostrarles la falta de apoyo en el edificio. Así, demostramos el poder de los estudiantes para luchar contra la derecha sin darle a la administración la capacidad de preparar una política que limite las charlas de la izquierda y la clase trabajadora propuestas por grupos estudiantiles.
Al mismo tiempo, debemos defender el derecho de autodefensa de los obreros y los oprimidos. Organizar guardias de defensa (y últimamente, milicias obreras) es esencial cuando los derechistas usan o amenazan con violencia contra el movimiento. Pero esto no es un paso que se deba dar a la ligera o de manera separada de las organizaciones de la clase obrera y sus aliados.
Hay que tener también en consideración cómo neutralizar secciones de la clase media (la burguesía mezquina). Los niveles más altos de la burguesía mezquina están cerca de los capitalistas en estaciones sociales. Las capas más bajas están más cerca en composición y estilo de vida a la clase obrera. Hay que dirigir demandas y propaganda a esas capas sociales, que de otra manera podrían constituir la mayor base social del fascismo. En su libro de 1939, “Fascismo y grandes negocios”, el intelectual revolucionario francés Daniel Guérin escribió: “En resumen, el proletariado no puede vencer a las clases medias renunciando a su propio programa socialista. El proletariado de be convencer a las clases medias de su capacidad de dirigir la sociedad hacia un nuevo camino; a través de la fuerza y la firmeza de su acción revolucionaria”.
Para ser totalmente efectiva, la lucha contra el fascismo necesita organización independiente de la clase obrera y los pueblos oprimidos, incluyendo una clara ruptura con los Demócratas y la construcción de un partido obrero independiente con un programa de lucha de clases militante. En el clima político actual es esencial contrarrestar a quienes en el movimiento nos piden que votemos a Biden para derrotar al “fascista” o “pro-fascista” Trump. Pensar que Biden, un neoliberal de carrera, un político imperialista, nos protegerá de los fascistas es una fantasía.
La lucha contra el fascismo es en primer lugar una lucha política. Al final, solo la ontrucción de un partido socialista revolucionario que parezca capaz de resolver la crisis liderando a la clase obrera en la toma del poder del estado (y esto sea visto no solo por la clase obrera sino también por las capas de clase media descontenta) puede llevar a la derrota del fascismo.