Cuando hablamos de las revueltas de 2008, no estamos hablando solo de una serie de enfrentamientos del movimiento estudiantil con la policía, no se trata simplemente de un período del auge de las respuestas del movimiento. Diciembre constituyó una ruptura en la historia del movimiento porque la muerte de Grigorópoulos no fue un hecho casual sino un asesinato estatal. Para evaluar esas revueltas, y para analizar el recorrido desde entonces, tenemos que ver su marco social y político.

Han pasado 10 años desde el estallido de una crisis económica estructural del capitalismo a nivel mundial, que ha sido una ruptura en la historia en todos los niveles. Incluso antes de que los efectos de esta crisis se hicieran perceptibles en la sociedad griega, el asesinato de Alexandros Grigorópoulos desencadenó un movimiento de desobediencia que marcó de manera imborrable este período. La revuelta de diciembre de 2008 que le siguió mostró que la juventud cuestionaba las mentiras del gobierno de que esta crisis no afectaría a la economía griega y que entendía ya que sus efectos cargarían sobre sus espaldas. Como se demostró, la juventud sería un factor decisivo en la confrontación del movimiento con las medidas de austeridad que seguirían.

Meses antes del 6 de diciembre de 2008 tuvo lugar la primera (y más pequeña hasta hoy) recapitalización de los bancos. Mientras el gobierno entonces de Nueva Democracia intentaba con declaraciones sobre la “acorazada economía griega” tranquilizar a los representantes del capital, paralelamente el estado hacía su propio trabajo. En los 3 años siguientes el movimiento estudiantil se convirtió en la única oposición al discurso dominante de “Juntos comimos” y “Hay dinero” hasta la firma del 1º memorándum en Kastelorizo en 2010. El movimiento no habría sido el mismo si no hubiera existido el diciembre de 2008 y las formas de lucha que mostró.

El mismo diciembre, como hecho político, sacudió las aguas debido a las características que tomó. Por un lado, los estudiantes con manifestaciones masivas y ocupaciones dieron a las asociaciones estudiantiles las características combativas que nunca habían empleado en términos tan masivos. Sin embargo, más notable fue el movimiento de alumn@s con las ocupaciones en centenares de institutos y escuelas y el conflicto directo con las fuerzas represivas.

Estructuras muy útiles de autoorganización en esta misma lógica se conformaron en una serie de barrios. También constituyó un nudo central histórico la huelga general del 10 de diciembre, un paro que fue dramáticamente masivo a causa del asesinato y marcó indudablemente un nuevo camino para el movimiento obrero de los próximos años. Pareció una vez más que incluso el movimiento espontáneo de la juventud podría ser el detonante para la aparición de un movimiento obrero y popular más amplio.

La propaganda del gobierno y de los medios de comunicación aquel diciembre fue aterradora. El régimen político condenó la violencia y de donde procedía, abrió el debate sobre los dos extremos del fascismo y así se dio la oportunidad a Nueva Democracia de dar un marcado giro a la ultraderecha y a su fisionomía, asunto que también alimentó a los fascistas de Amanecer Dorado, hasta el momento casi desconocidos. El KKE, siendo incapaz de liderar el movimiento, sucumbió en un extremo sectarismo a la denuncia del movimiento estudiantil. Syriza, entendió que una actitud moderada como la de PASOK no era suficiente y terminó apoyando las revueltas. Pero no tardó en ponerse al lado de las ansias de los sectores pequeñoburgueses que se habían cansado de uso de la violencia. Este hecho llevó por otra parte a que en las siguientes elecciones lograra un primer ascenso.

La policía, el mecanismo represivo de un estado que intenta frenéticamente preservar la soberanía del capital cuando se encuentra en crisis, se volvió en contra el movimiento obrero todos los años siguientes cuando éste intentaba defender sus intereses. La represión en las manifestaciones, los desalojos de las ocupaciones, en encarcelamiento de estudiantes en campos militares, las detenciones y juicios estuvieron en la agenda de todos los gobiernos. Los fascistas sembraron el terror de manera imperturbable, e incluso el incremento de la violencia machista fue respondido por el estado con un encubrimiento sin precedentes.

Diez años después, parece que nos encontramos de nuevo en el punto de partida. Desde la firma en Kastelorizo del PASOK llegamos a la Ítaca de Syriza. La crisis se carga en las espaldas de l@s trabajador@s y la juventud ya no sólo con memorándums, sino también con el relato de una “success story” de austeridad que se ha normalizado, con la política expansionista y el “proyecto nacionalista” del gobierno en los Balcanes y en el Egeo.

Regresamos al movimiento estudiantil que el gobierno de “izquierda” dejó en un punto muerto y estamos llamados a darle otra perspectiva. La estrategia anticapitalista como respuesta a la crisis no tiene más que enriquecerse con las lecciones aprendidas del período anterior que inauguraron las revueltas en diciembre de 2008 y dar respuestas al nuevo ciclo de luchas y enfrentamientos que se abre.

Nos enfrentamos a un estado que no sólo expresa violencia contra la juventud y l@s trabajador@s sino que puede incorporar y expresar violencia frente a todos los grupos sociales oprimidos. En 2008, el antidisturbios Corkonas asesinó a Alexis porque encarnaba el papel que la juventud combativa jugaría en desarrollos posteriores. En 2018, Zak Kostópoulos fue asesinado no solo por un comerciante, sino también por la policía y difamado por los medios de comunicación, porque los derechos y luchas de las personas LGBTI, seropositivos y drogadictos no caben y no pueden incorporarse en el sistema. No fueron accidentes. Es la expresión extrema que toma la opresión y la represión frente a l@s trabajador@s, la juventud, cualquier persona que luche.

El 6 de diciembre de ahora en adelante tiene que constituir una fecha para la confrontación con las fuerzas de represión y la reivindicación de las libertades democráticas. Tenemos que aprender las lecciones de aquel diciembre de 2008 y recordar a los gobiernos que la juventud estudiantil sigue siendo una amenaza para la implementación de sus políticas, y que estos días realmente son y serán los de Alexis.