Después de más de 4 años de gobierno de Syriza y sus aliados socialdemócratas y nacionalistas de extrema derecha, el movimiento obrero en Grecia se encuentra en un estado de perplejidad y confusión. Las esperanzas de que un “gobierno de la izquierda” o de “salvación social” nos sacaría sin apenas esfuerzo de la austeridad fueron desmentidas amargamente, como era lo esperado.

El masivo OXI de la clase trabajadora y de los sectores pobres y oprimidos en el referéndum de 2015 fue invalidado del modo más provocador, demostrando una vez más que el voto no basta para salvarnos. Por otro lado, tantos años de luchas y huelgas han brindado a l@s trabajador@s una importante experiencia política, que se demostrará valiosa en el nuevo ciclo de luchas. Las señales de una recuperación de la movilización obrera existen, ya que la confusión y la frustración darán un paso atrás.

Syriza adoptó rápido y por completo una política en beneficio de los intereses de los poderosos, los industriales, los armadores, las multinacionales y las grandes empresas locales. Trajo el tercer memorándum y la continuidad de la austeridad con la supervisión post-memorándum. Privatizó puertos, trenes y aeropuertos, regalando la riqueza pública a los empresarios. Dilapidó los derechos laborales y generalizó el trabajo precario, dando pábulo a que la patronal no pusiera freno. Solo en 2019 contamos con decenas de trabajador@s muert@s en el trabajo, en un momento en que se endurece el marco legal para los accidentes laborales.

Encerró a miles de refugiad@s en miserables campos de concentración. Se alió de forma permanente con el “centro-izquierda”, es decir, con los cuadros del PASOK (de los que cuesta trabajo diferenciar) que han sido responsables de la sucia gestión del sistema durante décadas. Hizo íntimas amistades con los grandes empresarios y fue a la República de Macedonia para compartir el botín: reivindicó con éxito el papel del legítimo representante de la sangrienta OTAN en los Balcanes y en el Mediterráneo oriental.

Para este 5º año antes de las elecciones, siguiendo la receta, Syriza anuncia beneficios elementales y medidas de redistribución que han pospuesto durante tantos años: un anémico aumento del salario mínimo, ajustes para las deudas en el sector público y la Seguridad Social, aplazamiento de nuevos recortes de pensiones, el restablecimiento de una pequeña parte del regalo a las pensiones, el retorno salarial a ciertas categorías de asalariados, que probablemente quedarán en nada por la reducción de los ingresos libres de impuestos.

Sin embargo, no hay ninguna duda de que incluso estas prestaciones, que son ridículas en relación con las necesidades de l@s trabajador@s y l@s desemplead@s, nunca los habríamos ganado sin los años de luchas, y si SYRIZA no temiera la ira que se granjearía en las elecciones. No debemos ningún agradecimiento al gobierno. Syriza no es el mal menor.

Por otro lado, Nueva Democracia espera ávidamente volver al poder. Promete a los empresarios una defensa aún más escandalosa de sus intereses: una reducción de los impuestos a las empresas, una congelación sustancial de los salarios “hasta que llegue el desarrollo”, es decir, hasta que se restablezcan las ganancias de los capitalistas. Lleva en su programa más despidos en el sector público, la única receta de gestión que sus cuadros conocen de su mandato en los gobiernos de Papadimos y Samaras, donde mostraron su naturaleza.

Anuncia un seguro totalmente reembolsable y personalizado, en el que solo aquellos que tengan dinero tendrán derecho a la Seguridad Social y una pensión. Es una fuerza política cada vez más compuesta por fascistas y aparece bien nutrida en las manifestaciones nacionalistas, y predica aún más el autoritarismo y un refuerzo policial y de la represión en todas partes.

El resto de los partidos burgueses, KINAL, El Río, Unión de Centristas, ANEL, tratan de asegurarse una posición en un futuro gobierno de colaboración, pero están amenazados por rupturas y disoluciones. Las continuos fichajes y casos de transfuguismo de diputados de una parte a otra muestran que las diferencias entre ellas son muy relativas. Más aún, muestran que el sistema parlamentario está podrido moral y políticamente.

Esta situación está siendo explotada por la extrema derecha y los nazis de Amanecer Dorado. A pesar de sus derrotas en el camino del movimiento antifascista que los llevó al juicio, Amanacer Dorado todavía continúa teniendo influencia electoral y trata de explotar la difamación de la izquierda del gobierno de Syriza por un lado y el clima nacionalista que mantienen los medios de comunicación, la derecha pero también la política del gobierno, por otro. Nueva Democracia tiene, por su propia naturaleza, una relación fraternal con los nazis. Ni Syriza ni las “fuerzas democráticas” a su alrededor, sin embargo, no son un montículo contra los fascistas, sino que se alimentan de su política.

El ascenso de la extrema derecha es, además, un fenómeno en toda Europa. De igual modo, un fenómeno europeo es la desestabilización del sistema político tradicional, con la alternancia de la derecha y la socialdemocracia en los gobiernos de los estados europeos. Paneuropeo es también el incumplimiento de las esperanzas de l@s trabajador@s por los “nuevos partidos” que surgieron en lucha contra la austeridad, obedeciendo a la vieja lógica parlamentaria de la gestión del sistema, con los ejemplos más notables de Syriza y Podemos.

L@s trabajador@s, l@s desemplead@s y la juventud a estos partidos los ven cada vez más como “otro de los mismos”. La profunda crisis de la izquierda parlamentaria debido a su lógica sistémica no hace más que alimentar el auge de la extrema derecha. Lo que bloquea su camino son las luchas antifascistas que están desarrollando en toda Europa. Tales luchas han existido, existen y existirán en Europa, Grecia y a nivel local. Deben ser apoyadas de forma decidida, organizadas, con una mayor participación nuestra, porque son nuestro futuro.

El temor rival a la explotación capitalista, a la opresión y al fascismo no es un partido que asuma un gobierno en nuestro nombre. Son las luchas obreras y sociales: las huelgas y los “chalecos amarillos” en Francia, las huelgas industriales en Hungría, el enorme volumen de movilizaciones feministas, las luchas contra el cambio climático en el altar del beneficio, la ola de solidaridad con l@s refugiad@s, la solidaridad internacionalista entre los pueblos de Europa y los otros continentes, que tienen un mismo enemigo común: el sistema capitalista.

Tenemos que exigir detener el programa de memorandos que nos imponen una austeridad continua, eliminar la deuda, que es pagada por l@s trabajador@s sin haberla creado, cancelar las privatizaciones, que regalan la riqueza pública a los capitalistas y dan a trabajador@ y juventud puestos de trabajo sin derechos y con migajas como salario. Exijamos contrataciones masivas en salud, educación, servicios sociales, que pueden satisfacer necesidades reales y dar empleos decentes, pero no se realizan porque tienen que pagarse deudas y dar incentivos a los empresarios.

Exijamos inversiones públicas con empleos estables, para una producción en beneficio para la mayoría social y no para un puñado de capitalistas. Impongamos la regularización y estabilidad de tod@s l@s trabajador@s sin contrato o precari@s, impongamos unos aumentos reales a los salarios y prohibamos los despidos porque no aceptamos que el riesgo de la producción capitalista y sus crisis se carguen en l@s trabajador@s mientras los beneficios van siempre a la patronal.

Todo esto no sucederá si no conseguimos tener a los bancos en nuestras manos, para que no dispongan donde quieren del dinero de toda la sociedad. Los gobiernos de Europa los salvaron con nuestro propio dinero, para luego canjearlos a capitalistas locales y extranjeros. No será posible si no tomamos en nuestro poder las grandes unidades de producción, energía, industria, transportes, comunicaciones, sin indemnización para los capitalistas, porque suficientes ganancias han sacado de nuestra explotación.

Si no nos organizamos de manera independiente contra un estado construido para los intereses de los capitalistas en los sindicatos, en los movimientos de las ciudades y en asambleas populares, inspirados en los ejemplos de las ocupaciones de plazas, ayuntamientos y ministerios en 2011. En tales estructuras solo se puede basar un poder propio, el de l@s trabajador@s, productores de la riqueza de la sociedad, contra la explotación y la opresión.

Tampoco esto sucederá si no luchamos contra la UE, que no es un dique al nacionalismo, sino la guarida principal de los fascistas en el planeta. No es ninguna garantía de la prosperidad y los derechos, sino un lugar donde rondan las grandes empresas y se pisotean los derechos laborales. No es el templo de la democracia y la tolerancia, es la Europa-fortaleza que mata a l@s pobres y a l@s perseguid@s en sus fronteras.

En pocas palabras, la UE es el gran lobby de los capitalistas de Europa contra l@s trabajador@s de todos los países. Frente a ella debemos poner nuestra propia unidad de clase, para luchar por un futuro de solidaridad internacionalista y convivencia de los pueblos de Europa, por una gran federación liberada del capitalismo.

Para esta lucha por la liberación real no basta la izquierda del parlamento, que también se ha insertado en el sistema político dominante. No es suficiente el burocrático KKE, que somete las luchas a su desarrollo partidario y denuncia a cualquier luchador que no esté de acuerdo con el liderazgo de su dirección. No es suficiente la nacionalista LaE (Unidad Popular), que ve con buenos ojos las manifestaciones nacionalistas y sueña en convertirse en una nueva Syriza, esta vez con sinceridad.

A tod@s est@s militantes y activistas de los movimientos los necesitamos en el camino de la lucha. Sin embargo necesitamos también una expresión política independiente de quienes entienden la importancia de las luchas sin tutelas, de quienes comparten el programa anticapitalista descrito anteriormente, de independencia total del estado, sus instituciones y de aquellos que quieren manejarlas en su beneficio o, supuestamente, en beneficio de l@s trabajador@s.

La izquierda anticapitalista y las fuerzas que componen Antarsya es minoritaria pero real. Se negó desde el principio a apoyar a Syriza y su proyecto de gestión. Y no lo hizo por encima de hombro, porque estuvo presente y a menudo protagonizó todas las luchas principales: en el levantamiento estudiantil de 2008, en las grandes huelgas del periodo de los memorándums y las plazas de 2011, en la ocupación de ERT (radiotelevisión pública), en la huelga de docentes que pudieron bloquear toda Grecia en 2013 pero que fue abolida por la burocracia sindical.

Antarsya ha estado presente en el movimiento antifascista que recuperó las calles de las bandas fascistas, en las victoriosas luchas de l@s trabajador@s sin contrato, en la organización de l@s trabajador@s precari@s, en las movilizaciones estudiantiles contra la histeria nacionalista por Macedonia y la ley Gavroglu, en las ocupaciones de las universidades, en luchas feministas, en la solidaridad con l@s refugiad@s e inmigrantes que están organizad@s y luchan por sí mismos, en las luchas por el medio ambiente, Skouries, Lefkimmi, Keratea, en las movilizaciones de l@s agricultor@s. En los barrios, en los centros de trabajo y de estudio.

Por esta razón apoyamos a Antarsya en estas elecciones europeas de mayo y en las candidaturas anticapitalistas en las que sus fuerzas participan en las elecciones regionales y municipales. Queremos llevar a Antarsya y a las fuerzas anticapitalistas más militantes, nuevos activistas y combatientes que ahora entra en el curso de la lucha, pero también a cuant@s hayan sacado conclusiones políticas de su experiencia o de su paso sin salida por Syriza, LaE (Unidad Popular) o el KKE.

No vamos a ser los nuevos detentores del poder. No prometemos un gobierno supuestamente bueno que resolverá todos nuestros problemas en nuestro nombre. Prometemos unir las fuerzas con las de aquell@s que luchan. Utilicemos a los representantes electos de la izquierda anticapitalista en los consejos municipales y regionales para descubrir y denunciar el papel del poder de los capitalistas y sus representantes políticos. Vamos a abrir las puertas donde los responsables políticos toman decisiones en secreto para que entren los movimientos y l@s trabajador@s y hagan cumplir sus demandas y derechos.

El voto a Antarsya y a la izquierda anticapitalista es un voto para que nos tengan miedo quienes nos explotan y nos oprimen. Es un voto de movilización, organización y lucha para hacer realidad sus temores.