arterdoganEl referéndum del 16 de abril en Turquía  ha sido, en el mejor de los casos, una victoria pírrica para Erdogan. La concentración de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en manos de un único hombre no significa en ningún caso un dominio absoluto y estable para Erdogan y el AKP. El nuevo sistema presidencial agravará todavía más la inestabilidad y profunda división que ya hierve en la sociedad turca.

El referéndum constituye el culmen de la política autoritaria de Erdogan que antes, pero sobre todo después del fallido golpe de estado del pasado julio, ha impuesto en el país el estado de emergencia, con decenas de miles de despidos, detenciones y encarcelamientos de disidentes, básicamente de kemalistas y militantes de izquierda. Al mismo tiempo, en las regiones orientales, el régimen se encuentra en una guerra abierta con la población del Kurdistán. El único aliado fiel del AKP es el ultraderechista y nacionalista MHP (Lobos grises), el cual ha asumido muchas veces convertirse en el brazo alargado del régimen. Lo que faltaba era la ratificación institucional del poder de un hombre por el parlamento, por el pueblo.

El referéndum fue por sí solo una tremenda orgía de represión, terror y fraude al descubierto. Las amenazas, detenciones e intentos de disolución de grupos de apoyo del NO ha sido la norma de todos los días en el país. La indescriptible resolución del Comité de Auditoría de adjudicar como válidos aproximadamente 2,5 millones de votos sin sellar señala el alcance del fraude electoral. En cualquier caso el apoyo del SÍ fue apenas del 51,4%, porcentaje mucho más pequeño que la suma de los partidos que lo defendían (AKP-MHP). Incluso aunque el resultado no fue aceptado, decenas de miles de personas en muchas ciudades se manifestaron desde la primera noche.

En las regiones kurdas el NO desgraciadamente no trajo los resultados esperados. Aparte de la flagrante manipulación de los resultados y de la particular intensidad del terrorismo en estas áreas, como también al miedo que provoca la guerra civil, el fenómeno se debe al particular empeño de los partidarios ultraconservadores del SÍ. Incluso más importantes son las responsabilidades de sectores de la dirección kurda, que desempeña un papel completamente opuesto a los intereses del pueblo kurdo. Como ejemplo Barzani, presidente del Kurdistán iraquí, se pronunció a favor del SÍ.

Una abrumadora derrota fue la que sufrió Erdogan en las 3 circunscripciones más grandes y capitales (Estambul, Ankara, y por supuesto el corazón kemalista, Esmirna), como también en otras grandes ciudades  (Adana, Antalya, Aydin, Eskişehir). Una clase trabajadora más numerosa, l@s intelectuales y la juventud de las ciudades, partícipes de enormes luchas en el período anterior, desmintió las expectativas en muchas regiones “seguras” para el SÍ.

En la mayoría de países del extranjero ganó el NO. El hecho de que en el conjunto de l@s emigrantes finalmente venciera el SÍ de debió al gran porcentaje de población principalmente de Alemania, Francia y otros países de la UE. El escenario de intensidad pocos días antes del referéndum en Holanda y Alemania a costa de ministros y diplomáticos, los progroms racistas que le siguieron, pero también las discriminaciones en general que experimentaron l@s turc@s en los países de la UE, dieron la oportunidad a Erdogan de aparecer como defensor de su pueblo, con sonoras declaraciones contra Europa. Objetivamente, el racismo de la UE funciona a favor de Erdogan, que juega a su criterio la carta el antieuropeísmo.

Interés presenta la confortable mayoría del NO en el norte de Chipre, hecho que pone de relieve cómo de rancios son los análisis que quieren como súbdit@s a l@s turc@s de la isla como brazo del estado turco.
A pesar del régimen de terror, las pequeñas pero heroicas y enraizadas en la lucha de clases organizaciones de la izquierda revolucionaria dieron una avaliente batalla por el NO. En decenas de ciudades de organización eventos a favor del NO, los cuales superaron y escaparon del duopolio entre Erdogan y l@s kemalistas. Éste es uno de los elementos más esperanzadores del referéndum.

En definitiva, el proyecto de Erdogan para consolidar su régimen autoritario, aunque por desgracia fue finalmente ratificado en referéndum, al mismo tiempo sufrió un duro golpe. La clase trabajadora con sus grandes huelgas de los últimos años, la juventud y sus movilizaciones insurreccionales, l@s intelectuales, la izquierda y sus organizaciones, cada vez más reforzadas a pesar de la represión y después del shock de los últimos meses, junto al pueblo kurdo en Oriente, señalan un vigoroso presente. El gobierno puede responder todavía con mayor represión, pero el pueblo trabajador de Turquía puede contraatacar con mayores combates.

Ninguna desilusión, nada ha acabado. El futuro estás en las manos de l@s trabajador@s turc@s y kurd@s.