Una concentración para denunciar las ideas que representa Macarena Olona

La concentración del pasado 15 de septiembre a las puertas de la facultad de Derecho de la Universidad de Granada (UGR) tenía como doble objetivo: uno, denunciar la actuación del rectorado, con Pilar Aranda a la cabeza, que ha permitido que se celebre una conferencia de la máxima dirigente andaluza de la extrema derecha, y dos, visibilizar un rechazo a las ideas que representa Macarena Olona y su organización, Vox.

La concentración fue convocada por la Unión Sindical Estudiantil (USE) y apoyada por más de 19 organizaciones políticas, sociales y sindicales entre las que se encontraban CGT, USTEA Actividades diversas y Universidad, SAT, Podemos Granada, IU, Adelante Andalucía o IZAR.

Los y las que nos manifestamos ese día asumimos que las ideas que representa Macarena Olona no son legítimas. Destilan racismo, homofobia, machismo a la vez que banalizan 40 años de dictadura y defienden una política económica en beneficio de los más ricos tratando de dividir, entre sí, a los más pobres. Esa política es simplemente repugnante. Esas ideas no pueden ni deben tener cabida en una Universidad Pública. Lo contrario es una provocación que no puede quedar sin respuesta. No se trata en este caso de una cuestión de libertad de expresión, es una cuestión de decencia. Hay ideas que no pueden ser aceptables, y las ideas de la extrema derecha no lo son. Hay que asumirlo.

Por eso se manifestaron en la plaza de Derecho más de 500 estudiantes junto con trabajador@s de diferentes sectores. La denuncia pública y consciente de las ideas de Macarena Olona ha sido un duro golpe para la organización de la extrema derecha. Aunque algunos de sus seguidores hayan gritado victoria al celebrarse la Conferencia, saben perfectamente que pudo hacerlo gracias al fuerte dispositivo policial y a que decenas de antidisturbios la escoltasen hasta la puerta y echaran a los y las estudiantes que allí se encontraban. Es más, en sus propios medios de comunicación digitales, reconocen que la presencia de los seguidores de Vox fue muy débil en comparación con la de los y las manifestantes que protestaban en contra de Macarena Olona.

En efecto, la composición esencial de los que allí apoyaban a la líder de extrema derecha fueron rostros por desgracia muy conocidos y que nada tenían que ver con Granada. Así pues, podíamos ver en esa plaza a varios pseudo periodistas – influencer como Vito Quiles, David Santos o Miguel Frontera que trabajan o colaboran con el canal digital EDATV (Estado de alarma TV) creado por Javier Negre (periodista simpatizante de Vox) y Cristina Seguí (periodista y cofundadora de la organización de extrema derecha). Esos youtubers financiados por la extrema derecha son conocidos, además de por mentir abiertamente, por utilizar su supuesta condición de periodistas para provocar a los y las que se manifiestan en contra de las ideas que defiende su organización.

Miguel Frontera suele acudir a este tipo de citas con un escudo de “Capitán España” y es conocido por ser uno de los que, durante semanas, estuvo acudiendo a las puertas de la casa de Pablo Iglesias y de Irene Montero en Galapagar o por acudir a Cataluña durante el día de la Hispanidad para hacer un pseudoreportaje sobre el nacionalismo catalán sorprendiéndose de “la cantidad de banderas de todo tipo que hay en los balcones” afirmando que es “un escándalo” y señalando, además de las catalanas, una “LGTBI, la movida esta de esta peña” y otra frente a la cual se queda atónito al no saber “muy bien de qué es” presuponiendo que sería “de los templarios o algo así” señalando a la bandera de Asturias. Toda una declaración de intenciones del nivel cultural de este personaje.

En cuanto a Vito Quiles y a David Santos, acuden a este tipo de concentraciones para grabar libremente a l@s manifestantes y acaban facilitando a todo tipo de grupos neonazis todo su material audiovisual. Así pues en la cuenta de twitter de Vito Quiles, éste indica que va a “publicar en (su) telegram las caras de todos los agresores de seguidores de Olona ayer en la Universidad” mientras su jefe, Javier Negre hace lo propio, mostrando una foto del supuesto “autor intelectual del escrache contra Macarena Olona” por si algunos “le quieren felicitar”.

David Santos, más conocido por su cruzada anti feminista apostándose en su canal de Youtube 100 euros a quien le dijera “tres beneficios sociales y legales del hombre frente a la mujer”o por ser condenado a un año de cárcel, inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y multa a 8 euros diarios por impedir, como presidente de una mesa electoral, votar a un simpatizante de Unidas Podemos en los comicios de 2019. Estos influencers, cuyos vídeos consiguen tener decenas de miles de visualizaciones en pocos días, son los que se llenan la boca de libertad de expresión, de democracia y los que nos tildan de analfabetos.

Los organizadores de la conferencia de Macarena Olona en Granada, ¿quiénes son?

La conferencia fue organizada por el colectivo de profesores “Foro para la Concordia Civil”. Este Foro nace en 2014. Entre sus miembros de honor cuenta con el hijo de Adolfo Suárez, el mismo que en 2019 declaraba en Onda Cero al hablar del aborto que “los neandertales lo usaban, lo que pasa es que esperaban a que naciera para cortarles la cabeza.” Entre los apoyos públicos realizados por dicho colectivo cabe destacar el dedicado al exministro franquista Rodolfo Martín Villa al ser investigado por cuatro homicidios por la jueza Servini en Argentina: las muertes de la ‘matanza del 3 de marzo’ en Vitoria, en 1976, y el asesinato de Germán Rodríguez, estudiante asesinado a tiros en los Sanfermines de 1978 por la policía franquista.

Según el diario digital El Salto, dicho colectivo está presidido por el exprofesor de la Facultad de Derecho Jose Torne-Dombidau y según su página oficial pretende ser un espacio cuyos prinicpios: “intentan mantener vivo el espíritu de la transición a la democracia”. En la página web del Foro encontramos artículos de Tone-Dombidau contra el independentismo catalán y en los que tilda de “comunista” al Gobierno actual además de una serie de artículos sobre la Ley de Memoria Histórica y Democrática a la que denomina “el esfuerzo de veinte años por parte de la izquierda española para limitar la libertad de expresión” y de artículos redactados por el historiador Stanley G. Payne que en recientes entrevistas para medios conservadores alababa el hecho de que el partido ultraderechista Vox: “no tiene ningún miedo a contra la verdadera historia de España”.

En otro artículo, Los contrafuertes de nuestro Estado democrático, publicado en eldebate.comel profesor afirma lo siguiente, en defensa de la Monarquía: “Causa desasosiego y hasta irritación oír declaraciones de personas que encarnan los más altos –e inmerecidos, por lo visto– cargos del Poder Ejecutivo, como ha sido en esta ocasión Irene Montero en una emisora radiofónica, en el sentido de que “no entiende la utilidad de la institución de la Monarquía y que le gustaría que la Jefatura del Estado fuera también elegida democráticamente”. […] No ver la utilidad de la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado es desconocer la esencia de las instituciones constitucionales e ignorar, en particular, la Historia de España y sus desasosegantes avatares políticos. Es no reparar en que los países de mayor prosperidad y estabilidad de Europa tienen a la Corona como inmejorable institución arbitral y moderadora, muy alejada de la tensión y luchas partidistas que suceden y se reivindican en los regímenes republicanos. Imaginemos para España que a la tensión de las elecciones generales añadiéramos la de las elecciones presidenciales con candidatos de los partidos políticos. Por ello, los argumentos, supuestamente republicanos (más bien antimonárquicos), que en estos días estamos oyendo, carecen de razón, son pueriles, y retratan a sus dicentes como personas indoctas, incapaces de comprender las definiciones básicas de un Estado democrático de Derecho, lo que les hace incurrir en inexactitudes, cuando no en puras falacias que les inhabilitan para la res publica”.

Torne-Dombidau no sólo opina sobre la actualidad política a título personal, también lo hace el propio colectivo. Tras la moción de censura con la que Pedro Sánchez accedió al Gobierno, el Foro sacó un comunicado en el que se decía: “En democracia la legitimidad última proviene del pueblo y no del abuso del derecho. Por ello, pedimos al nuevo Gobierno que convoque elecciones a fin de encontrar su legitimidad en las urnas y no en artimañas jurídico-constitucionales”. Está claro que más que un foro para el debate académico, éste se parece más a una organización que trata de intervenir políticamente dentro y fuera de la Universidad, utilizando las instalaciones de la misma, con el fin de marcar una determinada línea en el alumnado.

Pilar Aranda, rectora de la UGR, debe asumir responsabilidades

La Unión Sindical Estudiantil (USE) junto con más de 19 organizaciones políticas, sociales y sindicales de la izquierda granadina afirmaba en su comunicado unitario “hacemos uso de nuestro derecho fundamental de reunión y manifestación contra lo que esta señora representa: la organización política de ideas reaccionarias y profundamente discriminatorias como el racismo, la LGTBfobia, el machismo, el negacionismo y la reivindicación de una dictadura que acarrea millones de muertos sin justicia ni reparación alguna”(…) Queremos que la ideología de extrema derecha quede totalmente fuera de la Universidad, la cual siempre ha sido y debe ser un ejemplo de humanismo y no discriminación”.

A su vez, denunciaban la doble vara de medir de la UGR que, lejos de oponerse a que Macarena Olona use unas instalaciones públicas para vertir su discurso de odio, no tiene ni el más mínimo reparo en impedir que los y las estudiantes puedan realizar asambleas en sus aulas: “denunciamos a través de nuestro derecho a la protesta y a la movilización la actitud de la UGR ante la organización de ésta y otras tantas charlas de ideología puramente reaccionaria, a la par que se cierran sus espacios a la izquierda social, política y sindical de Granada, así como al movimiento estudiantil para actos culturales y políticos. La Universidad como centro de conocimiento y saber debe cesar su actitud de comportarse como una empresa a la hora de ceder sus espacios. El pagar unos “precios públicos” no debe ser el único criterio para que los órganos de gobierno de la Universidad y sus diferentes facultades cedan sus instalaciones para el debate y la difusión de ideas.”

Sin embargo, lejos de recapacitar, el equipo de Gobierno de la UGR sigue anclado en su huida hacia delante. Al día siguiente de la concentración, la UGR público en su facebook oficial lo siguiente: “La Universidad de Granada condena rotundamente los hechos que tuvieron lugar en el día de ayer: tanto los de quienes boicotearon el ejercicio de la libertad de expresión, como los de quienes, con su comportamiento provocador hacia los manifestantes, obligaron a intervenir a la policía y dieron lugar a escenas violentas que nunca deberían tener lugar en una Universidad. La Universidad de Granada ha luchado durante muchos años por el poder de la palabra y la libertad de expresión y así seguirá haciéndolo.”

La UGR, con su rectora a la cabeza, ha acabado de perder totalmente el norte con estas declaraciones. A este equipo de Gobierno no le queda ya ni la más mínima brújula de decencia para poder analizar lo que sucedió ese día en Granada. El acto de repulsa a la extrema derecha no fue un boicot a la libertad de expresión. Esa movilización fue una concentración autorizada, convocada por la USE y apoyada por numerosos colectivos, para manifestarse en contra de lo que representa Macarena Olona (máxima dirigente de la extrema derecha andaluza hasta hace dos días). Parece que a la Rectora se le olvida este pequeño detalle a la vez que no deja de eludir su responsabilidad en la celebración de dicho acto.

En cambio, tal y como afirma la USE, el boicot sí es algo que esta Universidad pone en práctica a diario impidiendo el uso de las instalaciones de la UGR a los y las estudiantes – así como a las organizaciones políticas, sociales y sindicales de la izquierda combativa granadina – a la hora de celebrar asambleas o conferencias. Un auténtico despropósito que rompe, ese sí, con una larga tradición universitaria.

Para Pilar Aranda, es normal ceder espacios públicos a dirigentes políticos de extrema derecha cuyo discurso asume el machismo, el racismo, la homofobia y la propia dictadura franquista. Para nosotr@s no. Al contrario, nos parece un auténtico despropósito y nos negamos a permanecer impasibles ante tal atropello. Si para usted eso significa que somos intolerables, pues lo asumimos. Somos intolerables ante la discriminación, ante las ideas de la extrema derecha. Lo asumimos. Esas ideas no son legítimas y hay que denunciarlas y combatirlas. Para eso tuvo lugar esa concentración y eso también forma parte de la tradición universitaria que este equipo de Gobierno se cree con el derecho de apropiarse.

En cuanto a lo de equiparar a los manifestantes antifascistas con los manifestantes de extrema derecha es simplemente repugnante. La UGR sigue a la letra el discurso de los medios de comunicación. Sin embargo, ésta parece olvidar que los y las militantes antifascistas fueron los que acabaron con 40 años de dictadura franquista, de represión y asesinatos. No nos volváis a equiparar nunca con una ideología cuya esencia y razón de ser es la opresión y la explotación salvaje de la mayoría mediante la destrucción violenta de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero. No volváis a correr un tupido velo sobre nuestra historia más reciente ni contribuyan a nublarla aún más. Os estáis convirtiendo en una “formidable empresa de oscurecimiento de referencias”.

Las tertulias de los grandes medios de comunicación: un mensaje muy peligroso que sólo acaba reforzando y legitimando a la extrema derecha

Ese mismo mensaje es el que ha recorrido los grandes medios de comunicación estos días. Para lo más benevolentes con la protesta, éstos han tratado de centrar la noticia en un enfrentamiento entre radicales de izquierdas y de derechas para acabar zanjando que al final todos los extremos son malos y se acaban juntando. Un mensaje muy peligroso que, va en la línea del iniciado con la Transición española, y que equipara, 40 años después de la dictadura, a víctimas y verdugos o lo que es lo mismo a golpistas fascistas con militantes que dieron su vida para acabar con dicha dictadura.

Detrás de ese discurso equidistante se esconde en realidad la voluntad de equiparar en la práctica a la ideología fascista con la ideología comunista. Si todos los extremos son malos, significa que tienen que parecerse mucho y que por lo tanto hay que rechazarlos por igual. El comunismo sería una dictadura más, responsable de miles de asesinatos al igual que lo ha podido ser el fascismo o el nazismo. De que nos serviría ya entonces recordar a los resistentes comunistas franceses luchando contra el Gobierno de Vichy durante la ocupación nazi o a los maquis comunistas y anarquistas españoles entregando sus vidas para resistir al fascismo de Franco. Si ya todo es igual, bastaría entonces con introducirlo todo junto en la batidora de la historia para olvidarnos de cualquier alternativa emancipatoria al capitalismo. En efecto, ya que en ese caso, sería más prudente quedarse con el punto intermedio y con el mal menor que estaría concentrado, cómo no, en una sociedad capitalista, imperfecta e injusta, pero al menos “democrática” y “no violenta”.

En ese escenario, nos dicen que sólo nos quedaría como alternativa, para aquellos/as que nos consideramos comunistas, despojarnos de cualquier deseo de cambio de sociedad y aceptar el fin de la historia. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Mientras el capitalismo exista, seguirán existiendo las opresiones, las guerras, la destrucción del planeta, el hambre, la explotación y la miseria en beneficio de una pequeña minoría y por tanto seguirán existiendo revueltas, movilizaciones, huelgas y/o revoluciones en cualquier parte del mundo. Esa es la historia del siglo XX y sigue siendo la nuestra a día de hoy. En la actualidad, la subida de los precios a nivel internacional y las altas cifras de inflación están provocando grandes movilizaciones entres amplios sectores de la población que no consiguen llenar la cesta de la compra. Las movilizaciones y revueltas en Gran Bretaña, en Hungría, Polonia o Kosovo pero también en Bangladesh, Sri Lanka o en la India así lo demuestran.

Cuando esas revueltas se llevan hasta el final, es decir hasta el punto de poner en peligro y de manera definitiva los intereses de los que acaparan las riquezas, entonces aparece el fascismo como último muro de contención para acabar, mediante la fuerza, con esas revoluciones. En ese sentido, el fascismo y el capitalismo tienen mucho en común, mientras que la ideología comunista se mantiene a las antípodas. Conviene en estos tiempos recordarlo.

El fascismo es una ideología cuyo auge está localizado en momentos muy concretos de nuestras historia reciente. Respondió a los miedos que tenían los capitalistas de perder su hegemonía durante los años 20 y 30 en periodos revolucionarios. En efecto, en esa época y al calor de la Revolución rusa, el movimiento obrero se hizo muy fuerte y en muchos países europeos el derrocamiento del sistema capitalista estaba a la orden del día.

Mientras la mayoría de la sociedad acepta el dominio de los que acaparan las riquezas, éstos optan por una democracia parlamentaria al uso pero cuando sus intereses económicos están en peligro, éstos están dispuestos a todo para conservarlos. En esos momentos es cuando los capitalistas optan por el fascismo. La esencia de esa ideología está por tanto ligada a los intereses de los más ricos y se basa en tratar de frenar, a toda costa, los procesos que puedan propiciar el derrocamiento del sistema capitalista mediante el uso de la violencia y la destrucción física de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero. Eso es lo que sucedió en el Estado Español en los años 30. Por eso, la extrema derecha trata de enfrentar entre sí a los de abajo diferenciando entre raza, sexo u orientación sexual mientras no toca ni un ápice los intereses de los de arriba.

En cambio, el comunismo nace de un objetivo totalmente contrario. Un objetivo emancipador para la mayoría de la humanidad. Una sociedad sin clases sociales en la que no exista ningún tipo de opresión ni de explotación y en la que todos los medios de producción estén puestos al servicio de los y las trabajadoras y la juventud. Todo lo que se produce deja de responder a los intereses económicos de una minoría para responder a las necesidades sociales de la mayoría que ella misma debe gestionar de manera democrática.

Que haya países que se denominen o se hayan denominado comunistas y no lo sean no quita en nada la esencia de esta ideología que nada tiene que ver con las experiencias de los países del este, de China o de Corea del Norte. El estalinismo en la URSS o las experiencias de China o de Corea no tienen nada que ver con el comunismo y han sido fruto, al contrario del nazismo o del fascismo, de una deformación de la ideología original. En efecto, tal y como decía Daniel Bensaïd en Comunismo y estalinismo, una respuesta al libro negro del comunismo: “El régimen nazi cumplió su programa y mantuvo sus siniestras promesas. El régimen estalinista se edificó en contra del proyecto emancipador comunista. Tuvo para instaurarse que machacar a sus militantes. ¿Cuántas disidencias y oposiciones ilustran, entre dos guerras, este viraje trágico? Suicidados Mayakovski, Joffé, Tucholsky, Benjamin y tantos otros, ¿Se puede encontrar, entre los nazis, esas crisis de conciencia ante las ruinas de un ideal traicionado o desfigurado? La Alemania de Hitler no tenía necesidad como la Rusia de Stalin de transformarse en el “país de la gran mentira”: los nazis estaban orgullosos de su obra, los burócratas (estalinistas) no podían mirarse de frente en el espejo del comunismo original”.

Hacer la amalgama entre comunismo y estalinismo no es casual. Responde a un deseo consciente de dañar cualquier perspectiva alternativa al capitalismo. Sin embargo, comunismo y estalinismo no tienen nada que ver. A los que nos consideramos comunistas y provenimos de una corriente política histórica que se ha opuesto al estalinismo, no ahora, sino desde finales de los años 20, seguimos reivindicando esos ideales y nos negamos a que se nos equipare con esas deformaciones ni con cualquier otra ideología que represente en la práctica nuestra antítesis. Esto no significa tal y como reconoce Bensaïd que a lo largo de la historia los militante comunistas anti estalinistas no se hayan podido equivocar, “pero, visto como va el mundo, ciertamente no se han equivocado ni de causa, ni de adversario.”

¿Qué perspectivas a partir de ahora?

La movilización llevada a cabo el pasado 15 de septiembre no debe detenerse en esa concentración. La Unión Sindical Estudiantil (USE) ha realizado una asamblea de balance el pasado martes 20 en el hall de la facultad de Filosofía y Letras al haberle sido denegada un aula para reunirse. A esta asamblea estuvieron invitadas también las organizaciones que firmaron el comunicado unitario.

Esta primera asamblea ha servido para acordar campañas unitarias que nos permitan exigir responsabilidades al equipo de Gobierno de la UGR, con Pilar Aranda a la cabeza, por permitir a la extrema derecha campar a sus anchas en las instalaciones universitarias a la vez que va a servirnos para empezar a recuperar todo lo perdido durante estos últimos años en lo que a utilización de espacios se refiere. Las organizaciones estudiantiles de la UGR y el tejido social, sindical y político de la ciudad de Granada debemos realizar una denuncia por la falta de espacios públicos disponibles en la UGR.

En los últimos años hemos visto como los decanatos ya sólo aceptan en los tablones de sus facultades publicidad de empresas privadas mientras retiran, de manera consciente, cualquier convocatoria realizada por estudiantes organizados o como éstos llevan a cabo incluso acciones más drásticas retirando los tablones y cerrando aulas de alumn@s. En cuanto a las aulas para hacer actos y conferencias, la autorización no puede depender de la chequera. Hay que recuperar los espacios de la universidad pública de Granada para el uso social y gratuito de la comunidad universitaria, ya sean estudiantes o trabajador@s. Éstos deberían poder acceder al uso de aulas como siempre ocurrió en el pasado.

Por otra parte, es imprescindible organizarse de manera unitaria para desenmascarar a la extrema derecha y para combatir su discurso. La normalización de las ideas de la extrema derecha ha llegado ya a unos límites que no son aceptables. Se hace imprescindible visibilizar la política y los intereses de clase que defienden organizaciones de la extrema derecha como Vox en los centros de estudios, en los centros de trabajo y en los barrios. Pero no solo eso, es imprescindible denunciar, mediante la movilización y las huelgas, las políticas antisociales que no dejan de alimentar a la extrema derecha gobierne quien gobierne.

Por último, la prensa ha anunciado unas posibles denuncias por parte de la policía a los y las manifestantes que estuvieron concentrados/as en contra de las ideas de Macarena Olona. De ser así finalmente, habrá que hacer una campaña de denuncia para que nadie resulte condenado por los hechos que allí ocurrieron. Basta ya de inventarse denuncias y de reprimir a los y las que se movilizan tal y como está ocurriendo en la actualidad con trabajador@s de Cádiz por la huelga del metal del otoño pasado o con sindicalistas de la CNT de Gijón que se enfrentan a penas de 3 años y medio de cárcel por ejercer su derecho a la protesta ante su centro de trabajo.

Sin embargo, todo esto no será posible sin la unidad del conjunto de las organizaciones sociales, políticas y sindicales de izquierda de Granada. Este tipo de campañas, en respuesta a la extrema derecha, deben ser lo más unitarias posibles. El auge de los grupos de extrema derecha nos obliga incluso a tener que debatir de manera unitaria la cuestión de la seguridad de nuestra militancia y de la gente que acude a nuestras movilizaciones.

Agresiones machistas y homófobas como las sufridas por jóvenes en Cambrils hace unos días o el intento de intimidación de grupos neonazis en la caseta del Sindicato de Estudiantes durante la feria de Málaga demuestran que es una tarea que debemos tomarnos muy en serio. Ninguna organización de manera aislada puede responder por sí sola a estas cuestiones. Urge por tanto abandonar el sectarismo entre nuestras propias organizaciones y tender puentes para responder de manera unitaria a la amenaza de la extrema derecha.