La movilización de los “chalecos amarillos” ha congregado a cerca de 300.000 personas, en más de 2.000 concentraciones y acciones. Un movimiento a la altura de algunos de los que hemos conocido estos últimos años en contra de los ataques antisociales, sin alcanzar sin embargo por ejemplo el nivel de las manifestaciones de 2016 contra la Ley Trabajo.
La rabia contra el aumento de los precios del carburante no puede ser más legítima. Millones de trabajadores y de trabajadoras están obligadas a utilizar su coche para ir al trabajo, ya que no existen transportes públicos, dado que numerosas líneas ferroviarias han cerrado, dado que han sido forzad@s a tener que aceptar un empleo a decenas de kilómetros de su domicilio… La hipocresía del gobierno, al pretender actuar por el bien del medio ambiente, no engaña a nadie. Para luchar realmente contra los que contaminan, podríamos empezar por confrontar con los grandes grupos capitalistas del petróleo como Total, que almacenan millones de beneficios.
Una rabia legítima, fagocitada por nuestros peores enemigos
Desgraciadamente, la movilización del 17 de noviembre ha sido la ocasión para que algunos de los peores reaccionarios del país se hayan soltado: insultos, agresiones físicas, consignas asquerosas han sido la norma, como en Bourg-en-Bresse donde una pareja homosexual ha sido agredida, o en Saint-Quentin donde una conductora que llevaba velo ha sido obligada a retirárselo… En Tours, una camioneta pintada con los colores de la bandera francesa (azul-blanco-rojo) lucía la consigna “Franceses primero, inmigrantes fuera. Fuerza, honor, patria”. Todo un programa y una declaración de intenciones.
Nada extraño, cuando se conoce el recorrido de algunos de los líderes autoproclamados. En un video visto millones de veces, el militante de Debout la France y antiguo militante del Frente Nacional (FN) Frank Buhler se ceba con los parados y las paradas a las cuales acusa de salir adelante con más facilidad que los que trabajan. Menudo veneno para la división. En algunas regiones como en el Vaucluse, son militantes del Rassemblement National y otros grupos identitarios los que han organizado las reuniones del 17 de noviembre. A menudo, las organizaciones de policías más cercanas a la extrema derecha han apoyado la movilización. ¿Acaso los mismos que sacan a golpes a l@s asalariad@s que ocupan sus centros de trabajo, que aporrean a l@s manifestantes y acosan a los jóvenes de los barrios populares… están ahora del lado de las clases populares?
El mundo del trabajo debe contar sobre sus propias luchas
Desde los Républicains (antiguo UMP) hasta el Rassemblement national, la derecha y la extrema derecha buscan dividir a los explotados en función de sus orígenes, color de piel, religión, género o orientación sexual… haciéndoles creer a los y las trabajadoras de nacionalidad francesa que tendrían intereses comunes con sus patrones. Esos movimientos nos despistan de las reivindicaciones que permitirían hacerle frente al aumento del coste de la vida, empezando por el aumento de los salarios al mismo nivel del aumento de los precios.
Es mediante la huelga, bloqueando los beneficios de la patronal y la economía del país, como conseguiremos victorias reales. Solamente los y las trabajadoras disponen de ese medio de acción, y no los políticos burgueses que tratan de hablar en nuestro nombre. Es porque las centrales sindicales no han propuesto absolutamente nada serio para enfrentarse a las medidas antisociales del gobierno y de la patronal – ninguna perspectiva de movilización después de la jornada de huelga del pasado 9 de octubre – que la exasperación general se ha expresado a través de los chalecos amarillos.
¿Por qué Macron que sólo escucha a los capitalistas, que son por cierto los que le dan órdenes a él, estaría dispuesto a entender esa rabia ? Pero los sindicatos deben por fin tomar la medida de dicha rabia y llamar sin esperar ni un minuto más a una jornada de huelga interprofesional en contra de la carestía de la vida para que la clase trabajadora pueda expresarse independientemente de los reaccionarios y de la patronal ligadas a las carreteras.
Es tiempo ya de reagrupar a los numerosos sectores que quieren luchar. Es el sentido de un llamamiento lanzado por una cuarentena de sindicatos o de colectivos de toda Francia, como lo antiguos de Goodyear de Amiens, l@s carter@s del 92 en huelga desde el 26 de marzo, l@s obrer@s de Ford Blanquefort cuya fábrica está amenazada de cierre, l@s trabajador@s del hospital de Rouvray que han impedido el cierre de los servicios, de l@s profes del ZEP (centros escolares en Zonas de Educación Prioritaria), de l@s emplead@s del McDonald’s, de l@s ferroviari@s represaliad@s después de su huelga, de los y las estudiantes movilizadas en contra de la selección en las facultades… Todos y todas juntas, proponen manifestar el 15 de diciembre en París, desde el Elíseo hasta el MEDEF (CEOE francesa). Esa iniciativa será una ocasión para hacer oír, en total independencia, a nuestro bando social.