Desde que empezamos a dejar atrás el confinamiento domiciliario de los meses de marzo, abril y mayo, por parte de la patronal y el gobierno, ya sea éste estatal o autonómico, ha habido una campaña incesante de la necesidad de cuidar los meses de verano. Se incentivaba al ocio y al turismo para salvar a la economía y a la patronal del turismo, con bares y discotecas abiertas, e incluso realizándose anuncios de que el estado español era un lugar seguro en el que pasar las vacaciones de verano.
Sin embargo, parece que nada de esto ha ocurrido y ahora, ante una segunda ola de contagios por la Covid extendiéndose por todo el Estado Español, parece que toda responsabilidad es individual, o más concretamente, por la irresponsabilidad de la juventud.
Juventud precarizada y ahora también criminalizada
A menudo,l@s jóvenes ocupan los puestos de trabajos más precarizados y temporales. La ocupación juvenil en empleos estacionales de verano registró una caída del 14,1% en julio. Much@s tienen que recurrir a trabajos en bares u hoteles para poder pagar sus estudios pero como decían los datos, este año se ha visto mermado. Las causas están claras: por un lado la crisis sanitaria pero también por el poco enfrentamiento por parte del gobierno a las grandes empresas, no llevando a cabo una práctica real de prohibición de los despidos o exigiendo que los que tanto se han beneficiado los últimos años sean ahora los que se aprieten el cinturón.
Sin embargo, y a pesar de toda esta situación tan cruda, l@s jóvenes somos señalados continuamente como el colectivo más irresponsable. De hecho, desde el comienzo del curso escolar, y coincidiendo con el fin del verano, se ha criminalizado a la juventud (sobre todo universitaria) de ser el foco de contagios y rebrotes. Pero ¿somos l@s jóvenes los culpables de los rebrotes o es que no se están tomando todas las medidas de seguridad en centros de trabajo y de estudio?
Por el contrario, poco o nada se habla de los focos que hubo en las universidades o de los rebrotes que está habiendo diariamente en los centros de secundaria. A pesar de que se ha tenido tiempo de elaborar un plan seguro para la vuelta a las aulas, sean del nivel que sean, con bajadas de ratio, contratación de profesorado y poner a disposición espacios públicos donde impartir las clases con distanciamiento social, sabemos que poco o nada se ha hecho para garantizar la seguridad.
A pesar de todo esto, las instituciones y las empresas niegan que la mayoría de los contagios se den bajo su responsabilidad en nuestros centros de estudio o de trabajo, al contrario, continúan con propaganda y discursos dirigidos a la responsabilidad individual de la juventud. Pero los datos propios del ministerio de Sanidad contradicen esta idea: solo 88 brotes se han dado en locales de ocio frente a los 1229 registrados en los centros de trabajo (13,3%). Por otro lado, en Andalucía los brotes en los colegios representan el 13,6%.
Nos dirigimos a un confinamiento más flexible que el de marzo, que garantice que la rueda de la producción no pare, restringiendo las salidas para únicamente acudir a los centros de trabajo y estudio. No somos la clase trabajadora y la juventud trabajadora o escolarizada quienes tenemos que cargar con las consecuencias de esta crisis sanitaria, social y económica.
Hay razones más que suficientes para denunciar esta criminalización y organizarse
Es por todo esto por lo que desde las organizaciones estudiantiles y de trabajador@s tenemos que hacer frente a la situación y no dejar que recaiga en nuestros hombros la culpa de los rebrotes. A esta pandemia llegamos sin recursos, no por culpa precisamente de la juventud que ya lleva dos crisis económicas sobre sus espaldas, sino por el desmantelamiento de los servicio públicos durante décadas.
¡No a la criminalización de la juventud! ¡Los estudiantes no pagamos más crisis! ¡Organízate y lucha!