A comienzos de noviembre, la crisis política que se abría en Portugal a consecuencia de la negociación de los presupuestos daba lugar a la disolución del legislativo y a la convocatoria de elecciones para el próximo 30 de enero. La negativa a los presupuestos por parte del Bloco de Esquerda y el PCP ponía fin al experimento que, conocido como “geringonça”, había regido el país, de mano del PS de Antonio Costa, desde el año 2015. ¿Qué han supuesto estos años de gobierno? ¿Dónde nos encontramos? ¿Se ha reforzado la lucha de clases? ¿Quién ha ganado?

Un gobierno, ¿pero para quién?

Cuando en 2015 ser formó el gobierno del PS, apoyado por Bloco de Esquerda (BE), PCP, Partido Ecologista “Los verdes” (PEV) y Personas-Animales-Naturaleza (PAN), éste se convirtió en el nuevo ejemplo para la izquierda más institucional y reformista, sobre todo tras el fracaso de Tsipras en Grecia ese mismo verano. Basta recordar que fue citado no pocas veces en el largo período electoral del año 2019 vivido en el Estado español.

Las políticas llevadas a cabo, en el marco de una recuperación objetiva y relajación de medidas antiausteridad que también se estaban dando en otros países, fueron alabadas por organizaciones de toda Europa. Sin embargo, menos se habló de las huelgas y movilizaciones que hubo en los años siguientes, protagonizadas por sectores diversos como l@s docentes, l@s enfermer@s, ferroviari@s, bomber@s forestales y contra las cuales el PS se apoyó en la derecha….o del hecho de que durante la pandemia, y como respuesta a la resistencia que se estaba dando en algunas empresas, se prohibiera el derecho a la huelga por dicho gobierno. La izquierda del PS apoyó, por acción o por omisión, a un ejecutivo que no respondía a los intereses de l@s trabajador@s.

¿Supuso este apoyo  una ruptura con los intereses capitalistas o un salto hacia delante en las conciencias de las y los trabajadores portugueses, superando así sus ilusiones en un gobierno de corte social-liberal? Al contrario, el apoyo al PS por parte de las fuerzas que se sitúan a su izquierda, lejos de reforzar los intereses de ls de@ abajo, lo que hicieron fue darle aún más apoyo a sus políticas. El PS pasó de 86 a 106 diputados, mientras que el BE se mantendría en 19, el PCP bajaría de 17 a 12 y el PAN subiría de 1 a 4. A pesar de este crecimiento, el PS siguió necesitando de socios para la investidura, los cuáles volvieron a sostenerlo, esta vez sin compromisos por escrito.

Del apoyo a la crisis: sin alternativa a la izquierda

Que partidos de izquierda apoyaron la investidura socialista no ha significado que los principales socios en el parlamento hayan sido ni el BE ni el PCP. En muchas iniciativas el PS se ha aliado con las organizaciones de derechas (desde 2019 ha votado más veces con estos), mostrando así lo críticos que deberían ser tanto en el BE como en el PCP con las ilusiones levantadas en una parte de l@s trabajador@s portugueses en relación a la posibilidad mejorar sus niveles de vida mediante una alianza con el PS. ¿Para qué ha servido este apoyo? ¿A quién ha beneficiado?

La irrupción de la extrema derecha, con las siglas Chega, no fue una buena noticia. Pero el desgaste del gobierno y de aquellos que lo han apoyado se ha visto más claramente con las pasadas municipales: El PS, aun ganando, ha perdido la alcaldía de Lisboa, mientras que el PCP ha protagonizado un importante retroceso y el BE ha obtenido unos tímidos resultados. Por el contrario, la derecha se ha reforzado, con un ascenso notable por parte de Chega.

Todo esto hace presagiar malos resultados para la izquierda en Portugal. Es muy probable que vuelva a ganar el PS (la propia derecha se encuentra en una crisis de liderazgo), y necesitará de nuevo apoyos: ¿se los volverán a dar, a pesar de los múltiples ejemplos de estos años, sus antiguos socios? ¿Seguirá alimentándose así las ilusiones sobre mejoras institucionales que nunca llegan? Algunas declaraciones pretenden resucitar los pactos del 2015, como si el problema con el PS es que en 2019 no estuvieran las cosas por escrito.

Es necesario sacar lecciones

A pesar de la recuperación parcial al comienzo de la primera legislatura, tras la dura época de los recortes y la austeridad, el PS ha gobernado sin enfrentarse a los intereses de los que más tienen y, de hecho, chocando con movilizaciones de trabajadores y trabajadoras a lo largo de toda Portugal. El apoyo de sus socios de izquierda no ha hecho más que reforzar la opción social-liberal y desgastarlos, dejando sin alternativa creíble a la clase trabajadora, lo cual abre la puerta al descontento, el hartazgo, la abstención o lo que es peor, a la extrema derecha.

Y no solo se trata de una cuestión electoral, sino del hecho de que el apoyo al gobierno haya impedido que se formara una alternativa que superase las ilusiones institucionales y pusiese en cuestión al sistema. Es necesario, por tanto, sacar lecciones de los experimentos que, tan alabados, no acaban sino beneficiando a los de siempre, por mucha gente honesta que haya creyendo, participando y militando en ellos.