Desde hace tres semanas, los sábados se van siguiendo pero no se parecen mucho. A pesar de la voluntad del gobierno de generar miedo hablando de un despliegue policial sin precedentes a golpes de carros blindados, de cañones de agua, de cacheos y controles varios, más de 100 000 personas volvieron a salir a la calle este fin de semana en París pero también en numerosas ciudades de diferentes regiones. Justicia social y climática sonaron con un mismo eco en Rouen como en Alençon.
En París, ferrovirari@s, carter@s en huelga, estudiantes, el Comité Adama y el NPA quedaron en la estación de Saint-Lazare y allí se unieron a ellos chalecos amarillos. Prueba de que es posible manifestar con sus colores sindicales y políticos y de poner encima de la mesa las reivindicaciones obreras y de la juventud.
La juventud entra (de nuevo) en escena
Y en lo que se refiere a esto, esta semana, podemos decir que la juventud lo ha entendido todo. No ha pasado ni un sólo día de la semana sin que un instituto sea bloqueado o que una manifestación tenga lugar.
A la rabia social expresada por los chalecos amarillos, de manera a veces un tanto confusa y sin perspectiva común para poner en jaque la política del gobierno y retomar el control de nuestras vidas, l@s estudiantes de enseñanzas medias y de universidad han respondido mediante la huelga contra la reforma de los institutos, ParcourSup y en contra del aumento de las tasas de matrícula en las facultades para el estudiantado extranjero.
Centenares de institutos bloqueados, centenares de asambleas generales estudiantiles, y a principio de esta semana, 3 000 estudiantes en una asamblea general en la facultad de Nanterre.
Sí que tienen razón, ahí vemos por fin perspectivas comunes, sea cual sea el color del chaleco, este gobierno sigue estando profundamente inestable debido a los golpes que está recibiendo desde hace meses y de pronto vemos como es de nuevo posible, dos años después de las movilizaciones en contra de la Ley del trabajo 1, de hablar de la convergencia de las luchas.
La respuesta de Macron: desprecio y represión
Frente a esta movilización, Macron anunció el lunes por la noche medidas que no lo son realmente. El aumento de 100 euros del salario mínimo interprofesional integra el aumento ya previsto en enero, y no costará nada a los patrones, es decir a los capitalistas. Dicho de otra manera, esa “subida” estará financiada por los presupuestos – es decir por nuestros impuestos, y por una nueva exención de las cotizaciones de la patronal. La prima excepcional de fin de año dependerá de la voluntad de cada empresario, y la anulación de la subida de la CSG (impuesto) para los jubilados que ganen menos de 2000 euros no compensará en nada lo bajas que están las pensiones de nuestros mayores.
Y Macron no ha tenido ni una palabra para la juventud, a parte de las nuevas amenazas de represión. Y podemos confiar en él en ese apartado, ya que la violencia policial ya ha empezado: policías sin números de identificación y con pasamontañas ya están frente a los institutos, golpes con porras, disparos con pelotas de goma, a lo que hay que añadir la humillante puesta en escena de decenas de estudiantes de medias arrodillados bajo la amenaza de las armas en Mantes la Jolie.
El sábado que viene en la calle… y el resto de la semana, seguimos
La semana pasada y mientras que la represión policial iba creciendo, un comunicado firmado por varios sindicatos denunciaba “toda forma de violencia” y llamaba al “gobierno a que llevase verdaderas negociaciones”. Pero ¿de quién se están burlando? Y como para más inri, toda esa gente ha accedido a ir a sentarse en una misma mesa en el Elíseo con excepción del sindicato Solidaires el cual rechazó participar en esa gran farsa de la concertación social
A pocos días de la jornada de movilización del 14 de diciembre anunciado por la CGT, no nos conformaremos con pequeñas acciones simbólicas o con banderas extendidas para salir en la foto, todos los sectores deben ponerse en huelga y plantear claramente la cuestión de la huelga indefinida: el 14 en huelga, el 15 seguimos, y el 17 también. Para que la rabia social y el bloqueo de las rotondas no sean sólo una expresión de rabia, por muy fuerte que ésta sea, pero sí la puesta en movimiento masiva de nuestro bando social, bajo las formas y siguiendo los ritmos que los y las trabajadoras y la juventud decidan.
Detengamos la producción manual e intelectual que sólo les sirve a los capitalistas y despleguemos desde ahora en adelante todas nuestras energías para construir la huelga general, y decidamos por fin cómo y por qué queremos vivir.