Al filo de las semanas de esta campaña electoral presidencial completamente inédita e incierta, el candidato Emmanuel Macron se configura cada vez más como posible vencedor. Pero también se destaca como el “niño mimado” de los medios y de los institutos de encuesta: éstos dominan el arte de arrastrar como probable o deseable, trabajando con ardor en la fabricación de un Macron “único capaz de batir a Marine Le Pen” o incluso “el mejor dique contra el Frente Nacional”
El descalabro del candidato oficial del PS Benoît Hamon y los utensilios de cocina empujados por François Fillon deja efectivamente a Macron oportunidades de llegar en cabeza o en la segunda plaza a la primera vuelta, y así beneficiarse de los llamamientos solemnes de votar por él en la segunda vuelta de parte de los defensores del “frente republicano”, en caso de duelo con Marine Le Pen. Pero numerosos políticos, tanto de izquierda como de derecha – y la lista es amplia, pues va desde Robert Hue, ex líder del PCF, Dominique Perben, ex ministro de Chirac, pasando por Bayrou, Delanoë, Cohn-Bendit Le Drian y Valls – no han esperado a los resultados de la primera vuelta para unirse a Macron.
Las adhesiones son tan importantes que el equipo dirigente que lleva la campaña de En Marcha organiza y dosifica estos anuncios: hay que saber esperar y obtener el visto bueno del mismo Macron, en el momento en que lo decida, para anunciar que tal pide el voto para él. Uno de sus asistentes, Stéphane Séjourné, el que fuera exlíder de las juventudes socialistas cuando las movilizaciones contra el CPE en 2006, se define a sí mismo como “la cabina telefónica de Macron”…
La “Macronie” es de ahora en adelante “the place to be” de toda una variedad de políticos vinculados al servicio a la burguesía y ansiosos por asegurar la continuidad de su carrera. La de dar a Macron la credibilidad que convenga a todo aspirante a la función presidencial, pero sobre todo de dar crédito a la idea de que Macron no sería “ni de izquierda ni de derecha”, ya que así agrupa más ampliamente. Dice que él ya no es “centrista” sino “central”. ¡Uno más, sin duda, que cree tener una cita con la Historia!
En este contexto de podredumbre avanzada del sistema capitalista y de las instituciones burguesas, todavía se puede echar un “chorrito”, una burbuja especulativa tal que brilla ante la nariz y las barbas de pequeños accionistas que han puesto todo en un producto financiero a riesgo y que están arruinados, pero igualmente se puede encontrar impulsada por palancas gubernamentales, para llevar a cabo lo que la patronal había soñado hacer con Fillon en el tiempo de su ascenso triunfante: una “guerra-relámpago” contra el mundo del trabajo. En todo caso Macron ya está preparado, y más vale que l@s trabajador@s sean conscientes para poder pasar a la ofensiva.
De lo nuevo para hacer lo viejo…¡o al revés!
Como decía Coluche, “ni de izquierda, ni de derecha, sino todo lo contrario”. Esta fórmula, empleada en el lenguaje popular, se ajusta perfectamente a Macron. Quien se ha presentado desde hace meses como un hombre de renovación, que ha escalado la cima del éxito político sin haber pertenecido nunca a un partido, es un producto perfecto de esta élite técnico-administrativa que sabe servir al estado burgués independientemente del color político del momento, y que nunca rechaza un puesto de responsabilidad en una gran empresa privada si la ocasión se presenta.
Macron ya tiene una larga carrera de este tipo detrás de él: graduado en la ENA (Escuela nacional de administración), luego miembro de uno de los “grandes cuerpos del estado”, la Inspección general de Finanzas, después banquero de inversión en Rothschild, secretario general del Elíseo con la llegada de Hollande al poder, y finalmente ministro de Economía durante tres años.
En cuanto a sus relaciones políticas, Macron nunca ha guardado en secreto su gran tolerancia: en efecto, desde el principio, estuvo en una buena escuela con Jean-Pierre Jouyet, quien lo tomó bajo el ala hasta su llegada a la Inspección. El mismo Jouyet fue sucesivamente director adjunto del gabinete de Jospin en Matignon en 1997, y diez años más tarde se convirtió en secretario de Estado en el gobierno de Fillon, y en 2014 fue súbitamente reconvertido a la “izquierda” siendo nombrado secretario del Elíseo por Hollande.
Jouyet es el que impulsó a Macron dentro de la Comisión Attali, creada por Sarkozy en 2008 para definir las grandes orientaciones económicas de su quinquenato… Esta comisión estaba compuesta por 43 personalidades de diferentes sensibilidades y que representaba de hecho exclusivamente los intereses de la gran patronal francesa: no menos de 17 firmas (AXXA, Nestlé, Crédit Agricole SA, Esilor, Volvo, Areva, Orange, Cetelem…), de ultraliberales como los antiguos comisarios europeos Mario Monti y Ana Palacio. Los periodistas Éric Le Boucher del Mundo e Yves de Kerdrel del Figaro, o incluso Michel de Virville, hoy presidente de Renault.
En esta comisión Macron empezó a constituirse en una libreta de direcciones y se vinculó a Serge Weinberg, un gran burgués del mundo de las finanzas, que iba a poner pie en el estribo para su contratación en Rothschild. Macron no tiene por supuesto nada de candidato “novato” o “antisistema”. Se bañó dentro de esos círculos, forjando redes y amistades en interés y atendiendo a sus diferentes posiciones.
Para su movimiento En Marcha, la recaudación de fondos no ha sido nunca un problema: entre los círculos de fortunas, se sabe que el dinero pagado hoy puede reportar mucho más en el futuro. La originalidad de Macron no atañe tanto a su recorrido personal, finalmente común al de otros responsables políticos burgueses, sino más bien al descaro con el que ha explotado en beneficio personal una situación muy desfavorable para los líderes del PS, de la cual es sin embargo gran parte responsable, al igual que Hollande y Valls.
Es el principal instigador del CICE, del Pacto de responsabilidad, de la ley que lleva su nombre – incluyendo el reforzamiento del trabajo los domingos-, y considera que la Loi Travail no ha ido lo bastante lejos en la destrucción del Código del trabajo: el hecho de que escape al descrédito por el balance casado del quinquenato de Hollande no es la menor de las paradojas de la situación… A diferencia de un Valls que ha tardado demasiado, él ha sabido elegir suficientemente pronto con Hollande y tomar distancias con el aparato del Partido Socialista, rechazando concurrir a las primarias, lo que le permite ahora ocupar el hueco del “hombre del cambio” habiendo tal odio al PS entre las clases populares. Si es elegido, Macron será seguro un sagrado malentendido: ¡con él será como con Hollande, pero peor!
Un programa al más mínimo detalle para los patrones
Con Macron, el hombre es el programa. Hijo de burgueses, alumno de escuelas privadas católicas, marido de una rica heredera, alto funcionario del estado, ministro, banquero de negocios, millonario amigo de otros millonarios, sometido al pago del ISF, ¡Macron no sabría defender otra cosa que los intereses de su clase! En términos de guerra contra el mundo del trabajo, se merece el título de “Monsieur Plus”: después de haber hecho sus pinitos en el gobierno del PS, el soldado Macron quiere continuar sirviendo de cerca para los intereses de los capitalistas, y persiste en su voluntad de acabar con lo que queda de los derechos obreros adquiridos.
Con él, el Código del trabajo deberá ser negociado en las secciones o en las empresas “por acuerdo mayoritario o referéndum de la empresa”: es una ampliación adicional de esta inversión de la jerarquía de las normas inaugurada por la Loi Travail. Una sola regla será establecida a nivel nacional: un suelo y un teco para las reclamaciones a la Magistratura del trabajo. Se trataría de un dispositivo que Macron no había llegado a imponer en el marco de la Ley El Khomri. Propone la supresión de 120 mil plazas de funcionarios…¡salvo en seguridad!
En lo que respecta al seguro de desempleo, Macron propone un “sistema de indemnización del desempleo universal”, incluidos los emprendedores y autónomos, estatalizando UNEDIC y reemplazando las cotizaciones de l@s trabajador@s por una financiación vía la CSG, este impuesto no progresivo que concierne también a las pensiones. ¡Y no precisa nada si los patrones seguirán pagando! Las prestaciones por desempleo en salsa Macron se convertirán en una asignación universal cuyo nivel será muy bajo y acompañado por un reforzamiento del seguimiento a l@s desemplead@s, ya que “la falta de esfuerzos en la búsqueda de empleo o el rechazo de ofertas razonables entrañarán la suspensión de ayudas”.
“Iremos hacia un sistema universal de las pensiones donde para cada uno 1 euro cotizado dará derecho al mismo derecho a la jubilación” explica Macron, que asegura no querer “modificar la edad de jubilación”. Y aquí se encamina hacia la fusión de los 37 regímenes de pensiones y la inclusión de l@s funcionari@s en el sector privado. Al menos, se ve a qué ritmo planea acabar con el régimen de pensiones e introducir la pensión por puntos, esta vieja obsesión de los ultraliberales cuyos primeros efectos será enriquecer todavía más a los grandes grupos capitalistas de seguros privados y empobrecer a las clases trabajadoras.
Macron considera que las pequeñas limitaciones financieras impuestas a los bancos europeos después de la crisis de 2008, llamadas “reglas de prudencia”, son un freno a la financiación de la actividad económica: preconiza simplemente suprimirlas por completo. Propone también la extensión del Crédito impuesto a la competitividad en el empleo (CICE) del que ha sido uno de los inventores cuando era secretario general adjunto del Elíseo. El candidato prevé bajar el impuesto de sociedades del 33,3% al 25% y transformar el ISF en impuesto sobre bienes inmuebles, lo que equivaldría a excluir el patrimonio financiero.
¿Un Macron vale por un Fillon?
Loïc Armand, vicepresidente de L’Oréal y presidente de la comisión de Europa del Medef, declaró a L’Express a propósito del candidato Macron: “Es un hombre nuevo, debe tener la edad de Kennedy cuando llegó al poder. La alternativa para esta elección es él o Le Pen. Sn embargo es el único europeo convencido y Europa necesita cambiar. Creo que es el que tiene la solución para una salida colectiva. Si no hay más confianza, no habrá más inversión. Y sin inversión, no habrá crecimiento”.
Por supuesto que cuando estaba en mejor forma, sin duda era Fillon quien tenía la preferencia del Medef, pues con él la guerra social se anunciaba de inmediato y sin atisbo de duda, con la garantía de una mayoría parlamentaria amplia apta para aprobar rápidamente todo un corpus legislativo propio para acelerar la ruptura con todo lo que pueda parecerse a la protección social. Pero a día de hoy nada dice que Fillon logrará superar la primera vuelta en cabeza. Es entonces cuando la gran patronal empieza a considerar seriamente la opción Macron aunque tiene la desventaja de ser un salto a lo desconocido, pero aún menos que una llegada de Marine Le Pen al Elíseo.
De esta forma el 28 de marzo, el gran “examen oral” de la candidata de la extrema derecha ante el Medef – el primero, pues en elecciones anteriores el FN no había sido invitado – mostró que la salida de la Unión Europea que propugna no es la opción preferida por la patronal francesa en este momento. Macron evidentemente el “hombre” ni el “programa” que hace dudar a los patrones. Es su dificultad para evaluar su capacidad para llevar a cabo una política también brutal contra el mundo del trabajo.
Le hará falta no solo una mayoría legislativa estable sino también potentes representantes en todos los niveles de la administración local. Y por ahora En Marcha está lejos de tener una estatura equivalente a la de los aparatos políticos de Los Republicanos o el Partido Socialista. Ciertamente la adhesión de Valls – que va a acelerar todavía más la crisis o incluso el colapso del PS – podría en su lugar permitirle tener una mayoría legislativa bastante confortable, desde una parte de la derecha a una parte del PS. Pero cuantas más adhesiones del bando socialista haya más podría Macron quedarse atrapado por su pasado de hombre de confianza de Hollande durante casi cinco años. Si gana las presidenciales, nada está todavía escrito sobre la mayoría parlamentaria en la que se apoyara para gobernar.
Macron, bastión contra Le Pen…¡chorradas!
Para justificar su adhesión, los macronistas de última hora, incluyendo a Valls, presentan a su candidato como el único bastión creíble contra el Frente Nacional. Votar Macron sería como votar Chirac en 2002…¡pero esta vez desde la primera vuelta! Hay que tener mucho morro para intentar pasarnos la patata caliente cuando los dirigentes socialistas y sus aliados (los de un día o los de siempre), y por supuesto Macron como antiguo ministro de Hollande, son los principales responsables de una ruptura social sin precedente en la historia reciente, y es en este contexto en el que tiene éxito la demagogia del Frente Nacional, mortífera para nuestros derechos y libertades.
Votar a Macron no es un gesto que salve de la extrema derecha: es un gesto que permitirá a Macron y sus amigos, de derechas como de izquierdas, sentirse suficientemente legitimados para llevar a cabo su política de ampliación de ataques contra el mundo del trabajo, las clases populares y la juventud. E inevitablemente esta política no hará más que reforzar el peso de una extrema derecha que se pone las botas con la miseria y la desesperación social.
En el período que se abre, Macron no tiene otra función que permitir a todo un personal político burgués tratar de rehacer el golpe de lo “menos malo”. En las manifestaciones a mendo gritamos consignas del tipo “El capitalismo es la miseria y la guerra, la revolución nos costará menos…”. Pronto nos veremos obligad@s a utilizar otra: “El voto a Macron es el paro y empleos precarios, la huelga general nos costara menos”.
¿Qué hay detrás del nombre de Macron, entonces? Lo que el sistema capitalista produce de manera recurrente: malabaristas de feria electoral rediseñados en hombres providenciales en lenguaje hipnótico y determinados a poner a la clase obrera de rodillas. Tengamos la misma determinación a tratarlo como enemigo y preparémonos a combatirlo en la calle y con la huelga si es elegido.