La reforma de pensiones llegó al senado francés el martes 28, cámara que tenía la costumbre, desde hace unos años, de votar cada otoño sobre el principio de aumentar 2 años la edad de jubilación, pero sin que esto se materializara hasta el momento. Baste decir que no hay nada que esperar, más que sesiones teatrales en la Asamblea Nacional. El martes que importa es el 7 de marzo. Porque para hacer retroceder a este gobierno, es con nuestra movilización, la del mundo del trabajo y de la juventud, con la que debemos contar.

Una tras otra, las grandes empresas van anunciando sus beneficios históricos de 2022: 2.200 millones en la SNCF, 17.000 millones en Stellantis e incluso 36.000 millones en TotalEnergies. Pero no existe el dinero mágico: estos beneficios récord son la contrapartida de nuestro difícil final de mes. Provienen de precios altísimos mientras nuestros salarios siguen por los suelos.

Trabajar menos para vivir más 

Esta riqueza, producida por nuestro trabajo, podría ser utilizada para muchas cosas útiles en lugar de acumularse en las arcas de los accionistas. Para empezar aumentando los salarios, como exigen much@s trabajador@s, como l@s de Safran Electrical & Power, en Mérignac, en huelga desde hace 3 semanas por un aumento de 200 euros. Pero también para reducir el tiempo de trabajo, para no perder la salud mientras 4 millones de personas siguen en paro. Y también para asegurar una jubilación digna de tal nombre, a los 60 años o tras 37,5 años de cotización.

En un momento de explosión de grandes fortunas, la jubilación a los 64 años es una auténtica provocación. Pero también todos los retrocesos pasados ​​plantean un problema, en particular los 43 años de cotización impuestos por el gobierno de Hollande, a los que Macron adelanta el calendario. Tal duración equivale de hecho a retrasar la edad de jubilación, o a amputar las pensiones para quienes no llegan al final. 

Después de 5 días masivos de movilización desde enero, la huelga del 7 de marzo promete tener seguimiento. La oposición a esta reforma es generalizada. Macron lo volvió a comprobar durante sus paseos por la feria agrícola, cuestionado repetidamente por trabajador@s enojad@s, entre los cuales una enfermera: “En el hospital, ¿quiere una enfermera de 64 años?”.

Podemos hacer retroceder a Macron

La Intersindical llama a “parar Francia” el 7 de marzo. Esto significa golpear en todas partes, lo más masivamente posible, y también mostrar nuestra fuerza manifestándonos por millones en las calles. Esto nos convencerá de que es posible continuar al día siguiente, como en los sectores donde l@s trabajador@s se preparan para una “verdadera huelga”, de larga duración. Esto es ahora lo que debemos construir, organizándonos en la base, con piquetes y asambleas en los centros de trabajo como a nivel interprofesional.

Much@s debaten sobre un “bloqueo del país”, pero es nuestra huelga la que puede imponerse. No sólo en los sectores más visibles, los que inquietan a los usuarios, sino en todos lados: una verdadera huelga general, que ataque a los patrones en su billetera. ¿Cuántos días de trabajo están dispuestos a perder, que les reportan mucho más que a nosotr@s?

Así tiene que ser el 7 de marzo, pero también al día siguiente, por el día internacional de lucha por los derechos de la mujer trabajadora, una lucha que nos concierne a todas. Las mujeres son las primeras víctimas del aumento de la edad de jubilación, quienes ya tienen las pensiones más bajas. Sí, estas luchas están vinculadas. Y el 9 de marzo, las organizaciones juveniles a su vez llaman a la movilización y varias federaciones sindicales ya están pidiendo que se reanude la huelga.

Así que para tumbar la reforma de Macron y el regreso a la jubilación a los 60 años y para el aumento general de salarios, preparémonos para doblegar a Macron y a la patronal por medio de la huelga… ¡hasta la retirada!