Un inicio de curso caótico
En junio, la ministra Celáa afirmaba que íbamos “a un curso bien planificado cuyo principio es la presencialidad” “con una disminución de la ratio”, mientras que el consejero andaluz Imbroda reivindicaba “una dotación de recursos para los centros escolares”. A punto de acabar el primer trimestre, la realidad no tiene nada que ver con esto. Los recursos han sido del todo insuficientes obligando a muchísimos centros a tener que optar por una enseñanza semipresencial para poder asegurar la distancia de seguridad mínima entre alumn@s. En cuanto a la planificación, ésta ha brillado por su ausencia.
Ni se han aumentado de manera consecuente las plantillas, ni se han bajado las ratios, ni se han puesto a disposición de los centros educativos infraestructuras para poder atender a os posibles desdobles. Cada centro ha tenido que aportar sus propias soluciones para poder afrontar este curso con el máximo de clases 100% presenciales. Para ello se buscaron en septiembre espacios municipales lo suficientemente grandes para poder atender a grupos de 35 de manera presencial sin tener que renunciar a las distancias de seguridad. Quizás sea esa la autonomía de la que tanto nos hablan: búscate la vida y compra gel, viricida, mascarillas, máquinas purificadoras de aire, detectores de CO2, búscate infraestructuras municipales, organiza clases simpresenciales cuando no se puedan desdoblar los grupos por falta de profesorado e imparte las clases mediante los dispositivos del profesorado ya que los prometidos por la administración llegan tarde y no precisamente libres de fallos.
Y por si todo eso fuese poco. Cuando echa a andar el curso ves como las sustituciones del profesorado de baja por contagio o por ser contacto estrecho de un positivo siempre llegan después de los 10 días de aislamiento y cuando el profesorado de baja ya ha sido dado de alta. De ese modo, la consejería se pasa por alto su propio compromiso recogido en el acuerdo del 7 de octubre de 2020 en el que afirmaba que en estos casos las bajas serían cubiertas “con carácter de urgencia y mediante llamada telefónica provincial”. En la práctica y en estos casos, ninguna baja está siendo cubierta nunca a tiempo. Una auténtica aberración que va a conllevar que nuestro alumnado pierda muchas horas de clase este curso si esto no se soluciona.
Lo que hay detrás de todo esto, lo de siempre: ahorrarse dinero y, en este caso además, tratar de paliar este despropósito haciendo que el profesorado imparta clase desde su casa de “buena fe”, responsabilizándonos si nuestro alumnado pierde clases durante 10 días.
La gota que colmó el vaso
Con el personal no docente, la cuestión de las sustituciones por baja es aún más escandalosa. Estamos hart@s de ver cómo de manera sistemática la administración tarda meses y meses en cubrir las bajas de dicho personal, cuando no deciden directamente amortizarlas en el tiempo. En nuestro caso, la gota que colmó el vaso fue la no sustitución de 3 trabajadoras de la limpieza (el 60% de la plantilla orgánica) que hacía del todo imposible asegurar la limpieza y desinfección del centro y en concreto de hasta 18 aulas al día más despachos y zonas comunes. Y todo eso en plena segunda ola en la que se reconoce ya que más del 13% de los rebrotes se dan en los centros escolares.
Las 2 primeras bajas tuvieron lugar en septiembre y la última a principio de noviembre. Desde el primer momento se solicitaron las sustituciones mediante los cauces administrativos previstos para ello. Ninguna respuesta favorable por parte de la delegación salvo que teníamos que tener paciencia ya que los procedimientos son lentos. Con la 3ª baja y después de casi 3 meses desde la primera, exigimos de manera inmediata que se cubriesen al 100% de las compañeras. De nuevo, la respuesta de la delegación fue la misma. Según nos decían, los procedimientos administrativos son los que son y era imposible acortar plazos ni aportar ninguna solución aunque dicha situación fuese claramente en contra de la salud pública del conjunto de la comunidad educativa. A esperar.
Se inicia un pulso para forzar a la delegación de Educación a solucionar el problema
Sólo que ya nos habíamos hartado de esperar. Quienes nos jugábamos la salud no eran ellos sino el conjunto de la comunidad educativa. Por ello, el miércoles 18 de noviembre el Consejo escolar, el Claustro de porfesors, @el AMPA y los y las delegadas de familia registraron un escrito en el que se exponía la situación extrema por la que estábamos pasando y se exigía que en 15 días se cubriesen el 100% de las bajas. En el caso contrario se pedía a la directiva del centro que procediera de manera inmediata al cierre del instituto. Previo a ese momento, el conjunto de la comunidad educativa ya se había organizado desarrollando una hoja de ruta muy clara aprobada en asamblea por los docentes y en sucesivas reuniones de familias y AMPA.
Esa hoja de ruta indicaba que los primeros días debían servir para dar visibilidad al conflicto mediante notas de prensa para posteriormente llevar a cabo una movilización en Archidona. En el caso de no tener ninguna respuesta durante la primera semana se volvería a mandar un escrito a delegación pidiendo una reunión a la delegada e informando que en el caso de no cubrir las bajas en el plazo previsto se pediría a Sanidad el cierre del instituto al no poder asegurar la integridad física del alumnado y de los y las trabajadoras.
En cuanto a las familias, éstas anunciaban que dejarían de llevar a sus hij@s al centro 2 días seguidos una vez finalizado el plazo en el caso de no que no se cerrase el instituto y que irían a limpiar ellas mismas el instituto como forma de protesta. Sin embargo, la denuncia no debía permanecer sólo entre la comunidad del IES Luis Barahona de Soto. Era importante buscar apoyos fuera y solidaridad en otros centros escolares. Por ello, se acordó también la elaboración de una moción de apoyo para que otros claustros de profesor@s pudieran exigir a la delegación de Málaga una rápida solución al conflicto. Para esa labor se comprometió el sindicato USTEA ofreciéndose a hacer llegar dichas mociones a todos los centros educativos posibles.
Al cabo del primer día de movilización, la administración se puso en contacto con nosotr@s mediante Gestión económica. La propuesta era la siguiente: que nosotr@s mismos, y con el dinero de gastos de funcionamiento, contratásemos al personal de limpieza necesario para cubrir las bajas. Les respondimos que no teníamos dinero para tal fin y que entendíamos que no teníamos competencia para llevar a cabo ninguna contratación. La siguiente, fue ingresarnos dinero para que contratásemos al menos a una trabajadora. Volvimos a trasladar lo mismo y quedaron en llamarnos próximamente. Al día siguiente, una de las 3 trabajadoras de baja de larga duración fue dada de alta forzosa por la inspección médica.
Después de eso, implementamos la visibilización del conflicto mediante numerosas apariciones en prensa y entrevistas a miembros del AMPA y del Claustro. En menos de 24 horas y con la determinación muy clara de seguir incrementando la movilización, la delegación de Educación procedió a contratar a 2 trabajadoras para sustituir la totalidad de las compañeras de baja. Justo una semana después del inicio de la movilización, volveríamos a tener al 100% del personal de limpieza. Ese mismo día, la delegación nos informó de que el personal sustituto, mediante bolsa pública, se incorporaría a la semana siguiente. Lo que parecía imposible en plazos, por razones de entramados burocráticos tediosos, se convertía de pronto en algo factible. ¿Qué había pasado entre medias? La movilización y determinación del conjunto de la comunidad educativa del IES Luis Barahona de Soto.
Es posible ganar: pero hay que organizarse en los centros y más allá
No es la primera vez que hacemos la demostración de que es posible conseguir avances en nuestro instituto. Ya el curso pasado y después de meses y meses sin darnos ninguna solución conseguimos que la administración se comprometiese a arreglar las cubiertas del centro mediante una jornada de huelga con más del 97% de seguimiento y una concentración en Sevilla en frente de la consejería.
La experiencia de lucha por las sustituciones del personal de limpieza demuestra de manera amplia que es posible ganar. Que lo que en un primer momento parece imposible, en realidad no tiene porque serlo y que los problemas no son administrativos sino políticos. El incumplimiento de las ratios, las no sustituciones del personal docente y no docente, la falta de medios para atender al alumnado con necesidades específicas, la falta de recursos o la insuficiente ampliación de las plantillas frente a la pandemia dejan que la elección tanto de la consejería como del ministerio de Educación no es responder políticamente a las necesidades de la educación pública.
Pero es posible revertir estas cuestiones. Y si es posible arrancar victorias desde un centro educativo concreto, qué no sería posible si coordinásemos las luchas de varios centros y generáramos dinámicas de puentes de unión. Eso es lo que más teme la consejería porque conseguir esas coordinaciones es imposible sin la implicación consciente de los y las trabajadoras y del conjunto de la comunidad educativa de esos centros. Hay que construir experiencias de lucha que impliquen al conjunto de los y las compañeras. Para ello es imprescindible buscar la participación de l@s mism@s en todas las tomas de decisiones que tienen que ver la movilización que estén protagonizando.
Es necesario que cada uno se apropie de la hoja de ruta y para eso hay que fomentar la discusión, el debate y la reflexión entre compañer@s. Las asambleas son un elemento central para llevar a cabo esa tarea. Aunque de primeras sean poco numerosas. El tiempo, la demostración de su utilidad mediante la experiencia concreta las refuerzas inevitablemente. Lo mismo pasa con las familias. Reforzar las AMPA y las representaciones de familias mediante delegad@s de clase son herramientas que permiten implicar al conjunto de los padres y de las madres en las cuestiones relacionadas con la vida del centro.
Bertolt Brecht decía que “quien lucha puede perder, pero quien no lucha ya ha perdido”
Quizás sea importante en estos tiempos recordárselo al conjunto de las cúpulas de las organizaciones sindicales que no facilitan, y eso a pesar de la situación por la que estamos atravesando en los centros escolares, la movilización general para denunciar consecuentemente la falta de medios a la que nos vemos abocados. No hay más que ver la falta de fechas de movilización unitarias a nivel andaluz y la inexistencia de las mismas a nivel estatal. Sin embargo, esto no significa que no siga siendo necesario sindicarse. Al contrario.
Los sindicatos siguen siendo herramientas imprescindibles pero deben pertenecer a los y las docentes y al PAS. Y para eso hay que implicarse en ellos. Es más urgente que nunca proponer un sindicalismo que retome como elemento central la acción sindical mediante la autoorganización de los y las trabajadoras en sus puestos de trabajo. Una acción sindical que privilegia la unidad de los y las trabajadoras y no el interés particular de uno u otro sindicato. Una acción sindical democrática que se somete a las decisiones tomadas en asamblea en el centro de trabajo y que implica a l@s trabajador@s en la orientación de la movilización. Una acción sindical que ligue combatividad con la búsqueda del máximo respaldo posible ya que mediante la masividad y la determinación se ganan los conflictos. Una acción sindical que busque siempre extender el conflicto más allá de su propio centro y que proponga marcos de coordinación entre centros.
Ese es el modelo sindical que hay que construir para generar confianza en los centros de trabajo y evacuar los prejuicios existentes entorno a los sindicatos. De abajo a arriba. Puede haber orientaciones sindicales equivocadas o con las que no se coincida, puede haber ejemplos sindicales que no nos gusten o que incluso rechacemos por ser cómplices de la administración. Pero eso no quita que la actividad sindical diaria en nuestros centros de trabajo siga siendo la mejor salvaguarda para hacer valer nuestros derechos y los del conjunto de la comunidad educativa.
De nosotr@s y de nuestra implicación cotidiana depende que esas herramientas, más allá de nuestros centros, sean o no útiles para defender los intereses de l@s trabajador@s y de la comunidad educativa.