Unos 74 días después de las elecciones de marzo, la formación de un nuevo gobierno en Italia ya es una realidad al borde de una crisis institucional no resuelta. Pero si Grecia logró convertirse en una auténtica pesadilla para la troika en 2015 con el ascenso y victoria de Syriza, el país transalpino busca tomar el relevo: a las horas en que se empezó a escribir este artículo Sergio Mattarella, presidente de la República, hizo dimitir al jefe de gobierno vetando a un economista euroescéptico para esa cartera y señaló a Cottarelli, exmandatario del FMI.
Una vez más el pacto alcanzado entre las dos fuerzas emergentes, el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte, no ha podido ser sellado sino por el apoyo de la estrambótica figura que, por acción u omisión, marca la política italiana desde los 90 y apunta a ser desplazado: Silvio Berlusconi. El anunciado gobierno de Di Maio y Salvini, a primera vista políticos antagónicos, y su figura para primer ministro, Conte, primero dimitido y luego de regreso, es una auténtica amenaza reaccionaria para l@s trabajador@s, pero esta crítica está en las antípodas de la del Partido Democrático y la UE, solo preocupados por las cuentas públicas.
El veto de la máxima autoridad del estado al futuro ministro de Economía por poner en riesgo a la economía italiana cuando el pacto estaba cerrado ha desatado 48 horas de crisis, decisión jaleada por ambas fuerzas políticas como “golpe antidemocrático”: el Movimiento 5 Estrellas pidió la destitución del presidente Mattarella por alta traición frente a la Liga, extrañamente más moderada, que pedía elecciones para devorar por completo todo el espectro del centro-derecha. En efecto, a la par que los mercados se resentían con la subida de la prima de riesgo, las encuestas elevaban a ambos partidos cerca del 30% de voto.
El volantazo del presidente de la República fue vendido como la intrusión colonialista franco-alemana frente a la soberanía de Italia, y ciertamente Di Maio y Salvini jugaron bien sus cartas con este golpe. El encargo de formar gobierno a Cottarelli, el rey del rigor en el gasto, una resurrección del “gobierno técnico” de Monti, era un intento desesperado por evitar más meses de incertidumbre hasta elecciones que engrosaran los apoyos euroescépticos. Y sin embargo este veto sirvió precisamente para eso, alimentar a la bestia nacional-populista.
Con un cambio de carteras y solucionado el desacuerdo, este gobierno pactado por quienes nunca antes han gobernado, críticos furibundos aunque medidamente histriónicos con lo que significa Matteo Renzi, no es la solución preferida por el gran capital. Éste se inclinó desde un primer momento por un acuerdo M5S-PD, pues el joven Di Maio se mostró en campaña más pragmático y alejado del verbo incendiario del xenófobo Salvini en cuanto a cuánto tensar la cuerda con la UE, y se convertiría en un gabinete de continuidad con los anteriores bendecidos por la troika sin sobresaltos, “constitucionalizando” al Movimiento 5 Estrellas.
Pues el frente constitucional que forman Mattarella y el PD y su intento de colocar a Cottarelli, no lo olvidemos, es el del gran capital italiano y europeo. Su preocupación es subordinar a l@s asalariad@s a la continuidad de los sacrificios en el marco de la Unión Europea: compresión salarial, precariedad laboral, cancelación de derechos sindicales, recortes en pensiones y servicios públicos. En definitiva, las políticas de austeridad de los últimos 10 años. Esto no significa en absoluto que las políticas económicas del acuerdo M5S-Liga vayan en otro sentido.
Un gobierno con un programa reaccionario, antiobrero y racista
Mientras l@s trabajador@s mueren en el puesto de trabajo porque son chantajeados por la precariedad y la supresión continuada de derechos, el nuevo gobierno no solo preserva la Jobs Act, una reforma laboral en la línea de la de Rajoy y Macron, y todas las leyes de precariedad en el trabajo, sino que reintroduce más flexibilidad en el despido para las empresas. Una de las promesas estrella incluida en el acuerdo para calmar la intranquilidad de Confindustria, la patronal italiana, es el regalo fiscal más grande a empresas desde después de la posguerra. La Liga y el M5S se presentaron así ante el capital financiero italiano y europeo.
No pudiendo brindar la satisfacción social prometida a su propio electorado, se pueden ofrecer satisfacciones morales: maximizar las políticas ejemplares de rechazo de los inmigrantes, endurecer el régimen penitenciario y las leyes de seguridad y liberalizar la defensa legítima. La inversión militar se redefine para defender mejor los intereses nacionales. Dirigir la ira social hacia objetivos falsos será una técnica para ocultar las dificultades. Por esta misma razón, un ministerio del Interior con Salvini marcaría un nuevo hito en las políticas xenófobas al nivel de los mejores sueños hechos realidad de Marine Le Pen.
El contrato de gobierno impone una visión cultural de la derecha radical, respaldada por el Movimiento 5 Estrellas, y patrimonio común en relación con la concepción de las Instituciones. El programa es netamente racista: l@s inmigrantes no tendrán apoyo a los ingresos. La Liga ha impuesto una ayuda al desempleo sólo para los nacionales (limitada temporalmente y que obliga a aceptar cualquier trabajo) y lo mismo se aplica a las adiciones a pensiones más bajas y a la gratuidad para las guarderías. Por primera vez se calcula el número de inmigrantes a expulsar, 500.000, para quienes se establecerán centros de detención, uno en cada región italiana.
La inmigración se considera un fenómeno “insostenible” para Italia y se prevé la superación de los acuerdos de Dublín: revisar las misiones de la UE en el Mediterráneo para reducir los puertos nacionales, confirmar acuerdos con 3º países como Libia, acelerar las deportaciones y aumentar el tiempo de retención hasta los 18 meses. Terrorífica es también la propuesta de obligar a que los rezos musulmanes se hagan en italiano. En resumen, el inmigrante es considerado un peligro potencial a eliminar tan pronto como sea posible, con la consiguiente criminalización y exposición a ataques fascistas.