La huelga y movilizaciones del sector del taxi superan los 8 días en Madrid y acaba de cerrarse su final hace unos días en Barcelona. La radicalidad de sus protestas, enfrentándose incluso a la policía y bloqueando las arterias principales de las dos capitales y amenazando con coordinarse con los chalecos amarillos en la frontera con Francia ha revelado un conflicto que a pesar de ser justo y de su determinación y combatividad encierra también contradicciones que generan enfrentamientos entre trabajador@s “uberizados” y del taxi.

Hacia la uberización del sector del transporte

Uber y Cabify son, junto a las empresas de reparto como Deiveroo y Glovo, la cara más visible de la conocida como “economía colaborativa”, proceso económico en el que una empresa pone en contacto a clientes con prestadores de un servicio a través de una plataforma digital. Esta nueva vía vende una falsa relación libre entre servicio y necesidad para el/la trabajador/a “falso autónomo” que dispone de flexibilidad horaria en un supuesto sistema de emprendimiento. La “uberización” del transporte conduce a una precarización generalizada del sector: ni salario fijo, seguro por baja ni vacaciones pagadas.

Estas dos empresas han logrado expandirse en los últimos años a través de las miles de licencias VTC que se obtuvieron, la mayoría con retroactividad, entre 2009 y 2015, años en los que la Ley Omnibus de Zapatero anuló implícitamente la regulación que impone una licencia VTC por cada 30 taxis. Muchos taxistas critican la supuesta connivencia que ha existido entre las administraciones y estas empresas aupadas por grandes inversiones privadas y públicas. En concreto Cabify ha recibido cerca de un millón de euros en subvenciones.

Cuáles son las reivindicaciones del taxi

La reivindicación de l@s taxistas es que se cumpla la norma de que se conceda como máximo una licencia de vehículo con conductor privado por cada 30 licencias de taxi, aprobada por el gobierno de Pedro Sánchez en septiembre de 2018, que cedía la competencia estatal a las comunidades autónomas y municipios sobre la regulación de vehículos de transporte con conductor con una moratoria de 4 años.

A las exigencias anteriormente mencionadas, los taxistas ahora exigen que las empresas de alquiler de coches con conductor tengan que concertar sus servicios con un tiempo de antelación, que va desde 15 minutos a una hora, como ha propuesto la Generalitat de Catalunya. Reclaman que las VTC no puedan recoger viajeros en las paradas de taxi, ni puedan aparcar cerca de estaciones de tren, autobuses, aeropuertos o grandes eventos.

Sin embargo, el modelo de explotación que proponen a las ciudades Uber y Cabify no debe hacernos invisibles los niveles de precariedad que conlleva el sector del taxi, en el que conviven asalariad@s, con condiciones laborales altamente precarias y horarios extenuantes de hasta 15 horas al día, y propietarios de licencias que se lucran de esas condiciones.

Unificar a l@s trabajador@s del transporte en sus reivindicaciones

Ante un conflicto que además de enfrentar a pequeños empresarios con multinacionales, enfrenta a trabajador@s asalariad@s y precarizad@s del taxi y del Uber. Ante la criminalización de la lucha de los taxistas por los medios y las derechas, que piden la liberalización del sector (Pablo Casado) y una reconversión de éste para “adaptarse a las condiciones laborales del siglo XXI” (Albert Rivera), es imprescindible reivindicar un verdadero servicio de transporte público en las ciudades, accesible al conjunto de la clase trabajadora y no sólo a quienes se lo puedan permitir, que evite la cada vez mayor competencia salvaje entre taxistas y conductores de las nuevas plataformas, pues l@s segund@s van a estrechar los márgenes de l@s primer@s en las grandes ciudades, sin ver sus condiciones laborales mejoradas sino más bien al contrario.