Las presiones de los alcaldes de los territorios masivamente infectados, el pronunciamiento coral de los médicos involucrados, las iniciativas autónomas de los gobernadores regionales de Lombardía, Piamonte, Emilia-Romaña y Véneto, con la amenaza de iniciativas institucionales, y final las presiones de las direcciones sindicales han empujado al gobierno a extender el bloqueo de las actividades productivas, también más allá de lo decidido localmente por los gobernadores del norte.
Las burocracias sindicales han sintetizado las razones de la propia petición con las significativas palabras de Landini (secretario general del sindicato CGIL): “Hay que evitar que el miedo se convierta en rabia”. La continuidad de las huelgas espontáneas en centenares de empresas, a pesar del protocolo de acuerdo entre sindicatos y patronal, seguramente ha dejado marca. Los burócratas sindicales advirtieron al gobierno y los empresarios del riesgo de una propagación mayor del conflicto y del miedo a no ser capaces de controlarlo. Así aconsejaron, en interés común, desactivar la mecha.
El consejo de Landini fue evidentemente persuasivo e indujo a Confindustria (la patronal italiana) a negociar una solución acordada, a cambio de nuevos millones de euros en recursos públicos que el gobierno ha prometido rápidamente a los empresarios y que se cargarán en la cuenta de l@s trabajador@s.
Las medidas del gobierno Conte no resuelven los problemas
Esta “unidad nacional” de las actividades productivas no ha resuelto ningún problema, ni sanitario ni social:
-En Bérgamo, en Brescia, en Lombardía, y en situaciones parecidas de foco excepcional del contagio en otras partes de Italia, se lleva a cabo la “solución Codogno”. Un bloqueo total de todas las actividades, a excepción obviamente de la sanidad: la única forma para contener el contagio y proteger a la población. Es una medida que se tomaba en Codogno (zona cero del coronavirus en Italia) y que en cambio se quiso evitar solamente para complacer a Confindustria y las patronales industriales lombardas y sus intereses, como denunció incluso el alcalde, del Partido Democrático, de Brescia. Va mucho más allá de las medidas tomadas por el gobierno nacional y lombardo.
-En los lugares de producción y trabajo que se mantienen abiertos, que van mucho más allá de la producción alimentaria y farmacéutica, se reivindican condiciones de seguridad real, porque el protocolo de acuerdo sindicato-empresa no garantiza absolutamente nada. Sin condiciones de seguridad no se trabaja. Las huelgas deben continuar hasta la conquista de estas condiciones. La RSU y RLS (sindicatos) verificarán con total autonomía las condiciones de trabajo. El control obrero sobre la seguridad sigue siendo un terreno central de conflicto.
-Se debe impedir que detrás de la cobertura del bloqueo de las actividades y de la suspensión de la producción sean los patrones quienes preparen el cierre de las fábricas y el traslado de maquinarias y plantas. Los discursos de matriz empresarial según los cuales “desgraciadamente muchas empresas ya no abrirán más” sirven para preparar el terreno para estas prácticas. En las formas posibles se debe ejercer una vigilancia sindical supervisada para bloquear desde el inicio estas operaciones, ya implementadas en tiempos normales y hoy recubiertas por el estado de excepción.
-L@s trabajador@s liberad@s de la producción y del trabajo por causa del bloqueo de las actividades deben tener una cobertura salarial completa, del 100%. Miles de trabajador@s no pueden sufrir la reducción de un salario ya de por sí muy modesto, empobrecido durante años y a menudo golpeado por la falta de renovación contractual, mucho más ante la masa de millones que en diversas formas van a ser concedidos a empresas y bancos. La reivindicación del 100% del salario cargado en el empresario tiene un valor unificador para todo el mundo del trabajo.
En conclusión, no hay ninguna unidad nacional que celebrar. La lucha debe continuar en todas las formas posibles para unificar el frente de l@s trabajador@s con sus propias reivindicaciones en esta crisis.
La línea de las burocracias sindicales
Las huelgas obreras se retoman y amplían contra la pretensión de Confindustria y el gobierno de imponer la continuidad de la producción y del trabajo, prescindiendo de todas las condiciones de seguridad para quien trabaja, de cualquier relación con la distribución territorial del contagio, de cualquier relevancia real con las esenciales exigencias sanitarias y alimentarias. Las huelgas han afectado a una amplia gama de empresas, del norte al sur, desde el grupo Leonardo a DEMA, el corazón del proletariado industrial en la producción. Es un hecho que impacta en las relaciones laborales entre burocracia sindical y patronal, y al mismo tiempo refleja su estancamiento.
La línea de colaboración con Confindustria perseguida las últimas semanas por las direcciones sindicales experimenta una profunda crisis. Basta con reconstruir las etapas en el último mes de marzo. A finales de febrero, con el inicio de la infección del coronavirus, los líderes de CGIL, CSIL y UIL firmaban un texto conjunto con las organizaciones de la patronal con el lema “Basta de alarmismo. Italia no se para”. Eran los mismos días en que la Confindustria en Lombardía imponía la exclusión de Bérgamo y Brescia de cualquier tipo de “solución Codogno”, en nombre de la continuidad productiva. Una responsabilidad criminal.
Una vez explotado el contagio, frente a las huelgas obreras por la seguridad, las direcciones sindicales se dieron prisa en firmar en plena noche un protocolo de entendimiento con la patronal el 14 de marzo, objetivamente fraudulento, que no imponía ninguna exigencia real a los industriales mientras ataba con comportamientos vinculantes a l@s trabajador@s. Una solución tan grotesca que dejó atónita a la misma FIOM.
Una semana después, vista la gravedad que suponía la continuidad de las huelgas (a pesar del protocolo de acuerdo), las direcciones sindicales, a iniciativa del secretario general de la CGIL, propusieron a la patronal y al gobierno suspender temporalmente a producción para evitar que el miedo de l@s trabajador@s se convirtiera en rabia: una especie de desactivación acordada de la mecha, por “responsabilidad compartida”, ante la emergencia sanitaria. Un paro de la producción alentado por la “unidad nacional”.
Confindustria tira de la cuerda
Sin embargo aquí la operación experimenta un accidente clamoroso. Confindustria primero comparte el acuerdo que formalmente sancionaba la suspensión de la producción durante 2 semanas en los sectores productivos no esenciales (sanitario y alimentación), aunque luego solicitando enorme contrapartidas fiscales. Pero pocas horas después, en un trabajo entre bambalinas, activa la presión sobre el gobierno, sobre el primer ministro Conte directamente, para obtener la ampliación de los sectores productivos que iban a permanecer abiertos (textil, aeroespacial, defensa…), objetivamente en nada relacionados con la emergencia. Es más, decide que sean los gobernadores quien decidan en último instancia qué fábricas deben permanecer abiertas como “estratégicas”.
El primer ministro Conte asiente y amplia la lista de empresas abierta bajo al dictadura telefónica de Confindustria, como él mismo de alguna forma reconoce en los medios. Todo tiene un significado político: gobierno y patronal abandonan a las burocracias sindicales después de haber abusado de su colaboración. Éstas, especialmente la CGIL, se han encontrado entre la espada y la pared: por un lado, un gobierno a quien garantizaron desde el principio apoyo político abierto y una patronal con la que no quieren romper,; por otro, el riesgo real de verse descabalgados por la ira de l@s trabajador@s que buscaban desactivar.
De ahí una doble operación: un comunicado de protesta con la amenaza de una huelga general -que en modo alguno se quiere, sino que más bien aterroriza pensar- como instrumento de presión sobe el gobierno para lograr una nueva reunión y recuperar un acuerdo mínimamente presentable, y de forma paralela el respaldo a las huelgas en las fábricas anunciadas en muchos territorios, comenzando por los sectores de la metalurgia, para evitar perder el control sobre la dinámica del conflicto y por lo tanto intentar pilotarlo.
Ésta es la jugada abierta. Cada actor en la comedia tiene un margen de maniobra limitado ante una situación objetivamente dramática desde un punto de vista social y sanitario. Confindustria tiene el aliento en la nuca de una serie de empresarios y pequeños empresarios que temen su propia catástrofe. La burocracia sindical está bajo la presión social de un conflicto del que no quiere perder el control, en interés de la propia patronal. El gobierno no puede ni quiere romper ni con Confindustria, de quien recibe el mandato, ni con las burocracias sindicales, sobre las que se apoya. Todos quieren la recomposición de un equilibrio, nadie controla el terreno sobre el que llevarla a cabo. Por tanto la situación sigue siendo fluida e inestable.
Las tareas de la vanguardia
Especialmente en este contexto, las tareas de la vanguardia y de las fuerzas políticas de la clase trabajadora son las de trabajar por al unidad más amplia de nuestra clase en base a la máxima claridad. La dinámica de las huelgas que se están llevando a cabo confirma la propuesta de huelga general que nuestro partido ha puesto sobre la mesa, a contracorriente, desde la primera huelga en la fábrica de FCA en Pomigliano. Landini (la CGIL) ofrece un respaldo sindical a las huelgas territoriales, encargándose de especificar que no propone un acción en sentido general. La exigencia de la vanguardia de clase debe ser exactamente la contraria: promover huelgas, generalizándolas, transformándolas en una huelga general.
Al mismo tiempo, la presión del contagio desde Lombardía confirma la centralidad de las reivindicaciones señaladas: cierre de cualquier actividad a excepción del servicio sanitario, en las situaciones de máxima intensidad de la pandemia, desde Bérgamo, Brescia, Lombardía; control de l@s trabajador@s sobre las condiciones de seguridad en cada puesto de trabajo, en cada sector, a escala nacional, incluida la producción alimentaria y el trabajo en los hospitales; condiciones que sólo l@s trabajador@s pueden determinar, el 100% de cobertura salarial para tod@s l@s trabajador@s exent@s de la producción en todos los sectores.
L@s militantes del PCL llevaremos esta propuesta a cada lucha e iniciativa sindical.
Traducción del comunicado del PCL (Italia)