¿Qué opinas de la exhumación del dictador Franco y de cómo se ha llevado a cabo?

No tengo una opinión, tengo muchas opiniones y la mayoría de ellas están discutiendo y contradiciéndose entre sí desde hace meses. De todas ellas, hay una que me parece que es la más fuerte: esto es importante, pero no es lo más importante. El cuerpo de Franco ha salido del Valle de los Caídos porque una ley lo dice. La famosa democracia española, construida en la también famosa y ejemplar transición española, tardó 32 años en legislar para hacer posible la exhumación. Y después han tenido que pasar otros 12 años para que se cumpliera esa disposición legal. No hay mucho que opinar ahí. Solo saber.

Saber también, por ejemplo, que Franco ha salido del Valle de los Caídos no por ser Franco, por ser un dictador, sino simple y llanamente porque no murió en la guerra civil española (Art. 16.3 de la Ley 52/2007). Sí, hay que saber. Para comprender, entre otras cosas, la base legal de la “grandeza de espíritu” de Carmen Calvo cuando afirma que José Antonio Primo de Rivera es una víctima de la guerra y que, a tenor de la ley, sí tiene un sitio en el Valle de los Caídos, al lado de las otras treinta mil, igual de caídas que él.

El “cómo” se ha hecho sí merece una opinión razonada. El gobierno provisional ha montado un funeral de Estado encubierto y eso sí es trascendente. La expectación previa, la presencia de medios de comunicación estatales e internacionales, los dispositivos de seguridad, la operación y los medios para la extracción y el traslado del féretro, los protocolos para atender y acompañar a los familiares,… la presencia del gobierno (encubiertamente institucional), han estado pensados para construir una operación que, como digo, debía estar a la altura de un funeral de Estado. La transición cierra aquí el círculo, cierre muy bien ambientado con los coreos al franquismo y a Franco (por cierto, ¿cuántos detenidos, cuántas cargas policiales hubo por ello?, porque eso también es ilegal).Tarde, todo lo tarde que se ha podido (o querido), con honores implícitos e ilegalmente explícitos, y amparada en la ley. Así ha sido la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Qué se puede opinar. Una vergüenza, una ignominia, una indignidad atroz no de un día, sino de 44 años.

También viene habiendo concentraciones delante de la iglesia de la Macarena en Sevilla pidiendo la exhumación de Queipo de Llano, ¿cómo ves ese movimiento?

Esa es una demanda ya casi antigua también. Queipo de Llano, gran criminal, está enterrado en un templo católico, bajo su amparo y cuidado. Después de darle vueltas a esto, me he convencido de que ahí debe quedarse para que los católicos franquistas le rindan culto y también para que los católicos que tengan algo de vergüenza se pregunten cómo su iglesia consiente tal cosa. No hay que ir a la Macarena a ver la tumba de Queipo de Llano, hay que ir para ver el templo de la archidiócesis de Sevilla, con capital en el Vaticano, Roma, que alberga con honores de santo la tumba de un asesino.

Deberían ser los católicos decentes, que los hay, quienes se concentraran delante del arzobispo de Sevilla y del párroco de la Macarena para que saquen de ahí a Queipo de Llano. Dudo que se pongan a hacer semejante cosa. Lo bueno es que estas concentraciones, por lo menos, harán que más de uno y más de una se den por aludidas, y tengan la valentía, por fin, de hacerse cargo del papel que su iglesia tuvo en el franquismo y del que sigue teniendo al lado de los franquistas.

Estos días, tertulianos franquistas y los propios familiares del dictador han salido en muchos medios dándole cartas de nobleza a Franco. Sin embargo, ninguna voz a las organizaciones memorialistas o a los familiares que aún tienen a sus abuelos/as en las cunetas. ¿Qué opinas y tiene algo que ver la transición que aquí se tuvo?

El régimen de la Transición, desde todas sus caras político-institucionales, ha tenido como uno de sus grandes cimientos la idea de la reconciliación. La guerra fue “fratricida”, “de hermanos contra hermanos”, y los hermanos que se pelean deben olvidar, perdonarse y reconciliarse para poder reencontrarse de nuevo unidos. La España de la Transición debe ser también una y grande. Por eso, y no por otra cosa, la retirada de símbolos franquistas, la apertura de fosas, la instalación de pequeños, tímidos, modestos memoriales, o la exhumación de Franco se ha podido entender como una traición a ese espíritu de reencuentro. Los muertos no se tocan.

En esa idea creo que el régimen ha estado de verdad atinado al darle cancha a las voces del franquismo, de forma discreta o de forma abierta, según el medio, según la tertulia, que han podido aparecer como los “indignados” de 2019. Encaja en el programa actual del régimen, en el que, además, no solo se trata de confrontar opiniones en torno a la guerra o al franquismo, sino en torno a lo que pasa cada día en las calles, y no solo en las de Cataluña. Mientras discutamos sobre Franco no estaremos pendientes de todo lo que de verdad nos afecta. A mí no me espanta que los franquistas quieran a Franco, lo que me espanta es que los obreros y las obreras se crean que querer a Franco es cosa buena y, además, urgente, y en ese empeño es en el que está el régimen.

La ausencia de protagonismo del movimiento memorialista es clamorosa. Y no me la puedo explicar simplemente porque el régimen lo ha decidido así, que lo ha hecho. El movimiento no ha sabido coger el papel que le correspondía y aprovechar el momento para poner encima de la mesa todo lo que hay pendiente. Para empezar, sin movimiento memorialista no habría ley de 2007 y, por tanto, no habría habido exhumación. Para seguir, sigue pendiente la exhumación de los cuerpos de más de 100.000 luchadores y luchadoras de sus fosas y sus cunetas.

Para terminar, sigue pendiente que los poderes del Estado implementen la exhumación legal de esos cuerpos porque ni hay presupuesto para hacerlo, ni hay garantía de presencia del poder judicial. Las familias y las asociaciones siguen costeando la apertura de fosas, con autorizaciones casi siempre municipales, mientras que para sacar a Franco el Estado no ha escatimado en gastos y ha contado con la presencia de la notaria mayor del reino, que ha levantado acta del vuelo de cada mosca. Todos los abuelos no son iguales, no lo olvides.

En un momento en el que organizaciones como Vox tratan de reescribir la historia asimilando verdugos a víctimas, ¿cómo piensas que se puede luchar por rescatar las ideas que pusieron de actualidad la revolución social en los años ’30?

Vox y sus entornos tienen poco trabajo si lo que quieren es reescribir la historia. La historia que cuentan es la que está escrita y disponible en cualquier biblioteca pública. Por otro lado, eso es lo que tienen que hacer. Son lo que son y deben hacer lo que corresponde a su naturaleza política y socio-económica. Quien lleva décadas reescribiendo la Historia es la socialdemocracia y el liberalismo de centro. Es esta tendencia intelectual al servicio del régimen la que sí está empeñada en que todos los caídos sean víctimas y que, una vez caídos, ya no hay distinciones. Los franquistas saben muy bien quiénes son los suyos, y el humanismo liberal y socialdemócrata es el encargado de convencernos de que los nuestros, los muertos de la clase obrera, también son suyos. Y, si no, al tanto de cómo van a “resignificar” el Valle de los Caídos.

No hay Memoria sin Historia. La Clase Obrera debe escribir su Historia. No nos queda otra. Y, después, debe comprenderla para comprender que esa es su Historia, y no la del republicanismo burgués de Azaña, que no fue sino un intento fallido de frenar esa Revolución Social Española, obrera y campesina, de la que hablas. A los tristes huesos, que siguen soportando el ignominioso peso de la tierra mal echada, no nos une el ADN sino el mandato de la lucha, ese es el requerimiento que nos hacen desde sus fosas y sus cunetas, y no el de la digna tumba a la que llevar flores. Es ahí donde está la dignidad de nuestros muertos. Esos son los nuestros.