Chiara Mazzanti y Nicola Sighinolfi son militantes del Partito Comunista dei Lavoratori (PCL) en Italia y ambos formaron parte de la candidatura Per una sinistra rivoluzionaria (Por una izquierda revolucionaria) en la lista por la región del Lacio.

¿Cuál es la valoración global del PCL de los resultados de las elecciones del 4 de marzo?

Estas elecciones nos ofrecen un escenario preocupante e inestable. La crisis del Partido Democrático guiado por Matteo Renzi y en general la crisis de los partidos tradicionales burgueses ha sido capitalizada por las derechas populistas y reaccionarias. Los dos partidos que se han afirmado con fuerza a nivel nacional son la Liga y el Movimiento 5 Estrellas. La campaña electoral ha estado dominada por la hipocresía de los principales partidos que por un lado competían en la oferta de promesas populistas (derogación de algunas leyes odiosas o por la reducción de impuestos) y por otro disputaban en obtener la aprobación de la gran burguesía italiana y en actuar como garantes de la continuidad de sus intereses. La agresión a l@s trabajador@s, a sus derechos y salarios será el tema central del próximo gobierno, independientemente de su conformación política y parlamentaria.

¿Cómo valoráis el resultado de vuestra lista Per una sinistra rivoluzionaria?

Los votos obtenidos por la lista Per una sinistra rivoluzionaria, compuesta por el PCL y el partido Sinistra, classe, rivoluzione constituyen un mal resultado, lo hemos reconocido abiertamente. Pero este resultado se encuadra en un marco general de deriva reaccionaria y de derrota histórica de toda la izquierda política. Una derrota de la que tienen responsabilidad los grupos dirigentes de la izquierda de los últimos 20 años y también del profundo repliegue del movimiento obrero, que viene de muchos años de derrotas sobre los que tienen grandes responsabilidades las burocracias sindicales. Nuestra pequeña presencia a contracorriente no podía dar la vuelta a este escenario general y ha sufrido electoralmente el efecto.

Sin embargo hemos usado la tribuna electoral para presentar el único programa anticapitalista, la única alternativa real. Es un programa que hoy recibe un consenso muy muy modesto frente al enorme retroceso de la conciencia política de las masas. Pero darlo a conocer también a quien no lo vota es una inversión de futuro, en la reconstrucción de una conciencia anticapitalista, que al fin y al cabo es la razón de existencia de un partido revolucionario. Solo quien sabe ir a contracorriente puede aspirar a construir una alternativa de clase.

¿Cuáles eran los puntos programáticos más importantes y cuáles de divergencia con Potere al popolo (Poder al pueblo) (lista de Rifondazione Comunista y Sinistra Anticapitalista)?

La lista Per una sinistra rivoluzionaria era la única coherentemente de clase, anticapitalista e internacionalista, y en este punto están todas las diferencias con Potere al popolo. El programa que hemos propuesto era el único que entraba en las propuestas de transición dentro de las relaciones de propiedad capitalista. Contiene muchos puntos fundamentales: desde la expropiación de las empresas que contaminan y despiden y su control por l@s trabajador@s hasta la reducción del tiempo de trabajo a 30-32 horas semanales por el mismo salario, que no puede ser en ningún caso inferior a los 1500 euros fijados por ley. Pero si hay que elegir un solo punto caracterizador elegimos la abolición unilateral de la deuda pública y la expropiación del sistema bancario.

La deuda pública cuesta en Italia 70-80 mil millones de euros anuales solo en intereses, que son continuamente pagados por las y los trabajadores no solo a través de su contribución fiscal, sino precisamente porque esos miles de millones de euros se derivan del recorte del gasto social, de la destrucción de los servicios públicos y protección social, del inhumano aumento de la edad de jubilación.

El programa de Potere al popolo avanza formalmente algunos puntos correctos, todos reivindicados también por nosotr@s: la abolición de las leyes de precariedad del trabajo, la reducción del tiempo de trabajo, etc. Pero en ningún caso se ponía en contradicción al capitalismo. De hecho se caracteriza como una lista antineoliberal y non anticapitalista. La reducción del tiempo de trabajo en su programa no tiene un salario mínimo explícito, no hay rastro de la abolición de la deuda pública y en cambio está la solicitud de una renegociación, no está la expropiación del sistema bancario sino la división entre bancos de inversión y bancos de crédito (por otro lado, una medida típica del liberalismo de Roosevelt).

El programa de Potere al popolo es en definitiva un programa del reformismo radical fuera de tiempo, pues la crisis del capitalismo en la que vivimos no permite ningún espacio de maniobra a los reformistas y la crisis histórica que los partidos socialdemócratas en Italia conocen es solo el último de los testimonios de esta fase. Exactamente porque Potere al popolo se concibe como una lista no anticapitalista no ha asumido a la clase trabajadora como centro de gravedad de su programa y de su campaña electoral.

En campaña electoral nuestra candidatura nos hemos esforzado particularmente en utilizar los espacios mediáticos y de militancia para hacer un trabajo de contacto con l@s trabajador@s de toda Italia, desde la FIAT a Alitalia, desde Amazon hasta la Pirelli, desde a Piaggio al caso muy reciente Embraco. Después del pésimo resultado, los nuevos contactos y relaciones que hemos estrechado con la clase trabajadora representan el pequeño dato positivo de esta campaña electoral.

¿Pensáis que el ascenso de la Liga sea la verificación de un progreso del fascismo, tan protagonista en campaña con los ataques de Forza Nuova y Casa Pound?

Esta campaña electoral marca un punto de inflexión en el marco político y social en Italia. El voto a la Liga es ante todo un voto racista y populista. Ha calado en el cuerpo social la lógica de la guerra entre pobres y los partidos xenófobos han sabido alimentarla y montarse en ella al mismo tiempo. Pero el voto a la Liga no es un voto fascista, sino un voto que emerge sobre todo del profundo retroceso de la clase obrera y de su capacidad de movilización.

Las mismas manifestaciones antirracistas después de los sucesos de Macerata, en los que un militante de la Liga disparó sobre algunos ciudadanos con intención de asesinarlos, vieron un frente antifascista dividido. En Macerata, donde el PCL estuvo presente, se encontraba la vanguardia política y sindical con miles de personas. Pero las direcciones políticas de las principales organizaciones de masas de la izquierda sindical y antifascista italiana desertaron. ANPI (Asociación Nacional de partisanos de Italia) y la CGIL, principal sindicato italiano, no han tenido la fuerza de influir con su intervención en la campaña electoral y no han sabido liberarse del abrazo letal del Partido Democrático, subordinándose a su cortejo dos semanas después en Roma, de hecho rompiendo en dos el frente antifascista. Es una grave responsabilidad que hemos denunciado y seguiremos combatiendo.

En estas escaladas de las derechas, también los partidos neofascistas como Forza Nuova y Casa Pound han conocido un nuevo nivel de legitimación pública y electoral. A pesar de no alcanzar el 1% han visto triplicar sus votos respecto a las elecciones de hace 5 años. Además, sus acciones escuadristas no solo se han multiplicado sino que experimentan un nuevo nivel de aceptación pública. El salto cualitativo reaccionario está sobre todo en esto, en el hecho de que las agresiones racistas y contra la izquierda radical obtienen un consenso mucho más amplio a nivel de masas respecto a algunos años, señal de un clima de cambio y de una nueva legitimidad conquistada por estas prácticas y organizaciones.

Como PCL hemos lanzado en campaña electoral la propuesta de una acción de masas contra os fascistas, proponiendo ocupar previamente las plazas en las que estaban previstos actos y reuniones fascistas para impedirlos. En varias ciudades hemos formado parte de acciones de este tipo (Roma, Bolonia, Génova); aunque por desgracia no ha habido una movilización masiva en este sentido, es una propuesta que relanzaremos en el futuro en la óptica del frente único antifascista.

¿Cuáles deben ser las tareas de la izquierda anticapitalista y revolucionaria frente al próximo gobierno?

La composición de un gobierno en Italia es un jeroglífico también para la misma burguesía italiana. El centro-derecha y el Movimiento 5 Estrellas non tienen por sí solos los números para gobernar. Hoy están intentado equilibrios posibles y esperan que una implosión del Partido Democrático les ofrezca los números parlamentarios suficientes para llegar a una mayoría. Hay una única certeza: que el próximo gobierno, sea el que sea, continuará aplicando las políticas de austeridad, tutelando los beneficios de los patrones y a haciendo pagar la crisis a las clases trabajadoras y subalternas.

Frente a este escenario nuestras tareas inmediatas pasan por relanzar una oposición de masas de la clase trabajadora al gobierno. Nuestro compromiso en el próximo congreso de la CGIL también será esta batalla. Hoy las relaciones de fuerza en Italia son muy desfavorables a la clase obrera y la izquierda política ha salido terriblemente marginalizada de las elecciones. El único punto de inflexión posible que pueda anularlas está en la irrupción de l@s trabajador@s en el escenario político. Nuestro trabajo irá en esta dirección, en la intervención empresa a empresa, barrio a barrio, calle por calle.