etadesarmeEl pasado 7 de abril la organización ETA hizo público un comunicado anunciando, tras más de 55 años de actividad armada, la entrega de todos sus arsenales de armas y explosivos. Un proceso de desarme que ha estado enfrentándose a numerosas dificultades por las trabas que el Estado español y las fuerzas policiales han puesto desde que se anunció el cese definitivo de la actividad armada el 20 de octubre de 2011.

Es realmente difícil hacer un balance sobre el papel que ha tenido ETA en los avances y retrocesos que ha podido haber en la relación de fuerzas y los debates dentro de la izquierda abertzale. Lo que hemos visto durante los últimos años han sido diferentes movimientos que se han ido engarzando los unos con los otros y que han dado como fruto, algunos de los escenarios en los que se mueve Euskal Herria en la actualidad.

Por una parte y como un elemento central, el empuje del Estado español y de su política represiva, lejos de disminuir junto con la actividad armada de ETA se ha acentuado, haciéndose más cruel y despiadada. En la actualidad hay más de 450 pres@s vasc@s que se encuentran en cárceles dispersas por todo el Estado español y francés. El pasado 4 de abril, miembros de la organización Etxerat, denunciaban que hay 13 pres@s a l@s que no le conceden permiso y que tienen enfermedades como “cáncer, esclerosis múltiple, espondilitis anquilosante, afecciones cardíacas severas o síndromes obsesivos compulsivos con riesgo de suicidios”. Esto, unido a la política de represión, torturas y criminalización de la izquierda abertzale, ha sido la constante del Estado español en Euskal Herria.

Otro elemento, que probablemente ha sido el eslabón más débil de toda la izquierda abertzale, ha sido la política nefasta a cabo llevada por la propia ETA desde hace muchos años. Poner una cifra a esos años requeriría hacer un ejercicio histórico y de debate mucho más largo. Sea como sea, los atentados indiscriminados como el de Hipercor, el de la casa Cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza o el escenario público y político que se abrió con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, dejaron en peor disposición a la izquierda abertzale para poder desarrollar su política. Ya no es solo una diferencia de orientación en torno al papel de las organizaciones armadas en la lucha de clases y los procesos de autoderminación de los pueblos sino que es un acorralamiento de las posiciones abertzales que ha costado años sacar de cierto ostracismo.

Una cuestión más que merece la pena mencionar del escenario actual es un cierto proceso de basculación hacia posiciones cercanas al reformismo nacionalista y no nacionalista liderado por Bildu y Podemos. Algunas causas de esta basculación ya se han mencionado pero no habría que dejar de lado el importante reflejo que está teniendo para una parte de la izquierda abertzale el proceso que se está viviendo en Catalunya. Un proceso que, leído en clave de movilización y resistencia ante las políticas del Estado español y del gobierno catalán es un importante avance, pero que leído en clave de política institucional como se está haciendo por el conjunto de EH Bildu significa renunciar a ciertas posiciones en torno a la emancipación de la clase trabajadora en pos de la apertura de un proceso de independencia nacional en alianza con todos los sectores soberanistas que quieran agruparse, bien sea EH Bildu o incluso el PNV.

Todos estos elementos, que se han prácticamente enumerado aquí y sobre los que merece la pena profundizar y debatir en el conjunto de la izquierda anticapitalista y revolucionaria, no se dan de manera aislada sino que responden a una relación de fuerzas determinada en la lucha de clase. Desde el desarme de ETA hasta la institucionalización de una parte de la izquierda vasca responden a debilidades que tenemos que hacer frente a través de los procesos de autoorganización, luchas y movilizaciones, defendiendo la libertad y la dignidad de l@s aún encarcelad@s y generando alianzas con el conjunto de la clase trabajadora y la juventud del Estado español y francés.