El capitalismo es o el racismo sin complejos o el saqueo por parte de la patronal: la revolución nos costará menos.
Esta primera vuelta de las elecciones presidenciales ha presenciado cómo 2 candidatos totalmente opuestos a los intereses de los y las trabajadoras han pasado a la segunda vuelta. Por un lado, Marine Le Pen, que con 21,7 % propone un programa de ataques brutales contra los y las inmigrantes, las mujeres, el colectivo LGTBI… Esas propuestas van todas en el mismo sentido del de la patronal: nuevos regalos fiscales para la patronal, limitación drástica de los derechos sindicales…
Marine Le Pen colecciona los escándalos como los demás políticos. Ha conseguido alcanzar un resultado tan importante gracias en primer lugar a los sucesivos gobiernos de derechas como de izquierdas. Sus políticas antisociales y racistas han aumentado el paro y la precariedad hasta cifras impresionantes a la vez que han ido sembrando división entre trabajadoras y trabajadores, situándose en el terreno abonado por el Frente Nacional (FN) hasta el punto de llevar a cabo algunos puntos de su programa.
Enfrente estará Emmanuel Macron, que alcanzó el primer puesto con 23,9 %. Es el candidato de la primera elección por parte del sector de los negocios y de la gran burguesía. Macron es el que dio su nombre o inspiró las leyes (ley Macron y ley trabajo) más antiobreras de estas últimas décadas. Hoy prevé ir un poco más lejos en esa política de guerra contra l@s jóvenes y la clase obrera.
Esos dos candidatos son dos caras de un mismo sistema: no hay nada que esperar de ellos. El capitalismo lleva consigo la guerra, el paro, la precariedad; sólo deja como posibilidad la elección entre un racismo sin complejos o el ultraliberalismo. La revolución nos costará menos.
Hace falta una contraofensiva de nuestro bando social
Si en algún momento algo empezó verdaderamente a cambiar, si en algún momento los poderosos empezaron verdaderamente a temblar por sus privilegios, ese momento fue el año pasado, cuando centenares de miles de personas como nosotr@s tomaron la calle contra la Ley de Trabajo. Ese movimiento puso de nuevo en el centro del tablero la cuestión social, mientras que el gobierno, la derecha y la extrema derecha habían intentado polarizar el debate sobre la decadencia de la nacionalidad.
La única solución para combatir la extrema derecha y su influencia es en efecto una contraofensiva del mundo del trabajo y de la juventud, que sea capaz de acabar con el poder sin reparto de la clase dirigente y con todos sus sirvientes políticos, un junio del 36 o un mayo del 68 que vaya hasta el final, para acabar con la explotación y la opresión del sistema capitalista. Esta necesidad de las luchas sociales es la política que han visibilizado las candidaturas de Philippe Poutou y de Nathalie Arthaud más allá de sus resultados electorales.
Es por ello que el sábado 22 de abril, 2000 trabajadoras y trabajadores, jóvenes, sindicalistas, militantes de asociaciones y colectivos decidieron salir a la calle por la “primera vuelta social”. Tod@s dejaron claro una cosa: el próximo gobierno tendrá que contar con la calle, con aquellos y aquellas que luchan. Esa dinámica es la que apelamos a reforzar en los próximos días, participando en las manifestaciones que tendrán lugar contra el Frente Nacional y masivamente el 1º de mayo, día internacional de la lucha de los y las trabajadoras.
En ambos casos, trataremos de aparecer junto con todas aquellas y aquellos que rechazan el frente republicano y la lógica del mal menor que no ha impedido nada. No sólo no ha impedido el aumento de los resultados del Frente Nacional sino que tampoco la propagación de esas ideas así como de las políticas antiobreras de los gobiernos que se han ido sucediendo. La única solución para combatir la extrema derecha y su influencia, es mediante una contraofensiva del mundo del trabajo y de la juventud.
Estar preparad@s para enfrentarse hasta el final a la burguesía y a su estado hace más necesario que nunca la tarea de construir un partido anticapitalista y revolucionario: un partido que formula hasta el final una estrategia capaz de imponer ese programa, eso hace más necesario que nunca construir en Francia el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA).