Desde hace un año y medio, la crisis sociosanitaria provocada por el covid está centrando la situación política en la cuestión del empleo. Por un lado la estrategia de la patronal es inmisericorde y su violencia golpea igual que antes a las trabajadoras y trabajadores: cierres de empresas, despidos individuales y colectivos (ERE’s), aumento del paro y la precariedad en un momento en el que no para de aumentar el precio de la luz en particular y de la vida en general… Esta crisis es una condena inapelable de décadas de políticas de austeridad que han debilitado la sanidad pública, pero en general es es una condena del sistema capitalista. En todos los lugares la brújula es la preservación del beneficio de los capitalistas en detrimento de las condiciones de vida de las clases populares.

Por otro, el llamado “gobierno más de izquierdas de la historia” han planteado un discurso entrelazado de esfuerzo colectivo y defensa de los empleos, que ha quedado en la práctica en sacrificios exclusivos de la clase trabajadora y en la ausencia total de políticas diferentes a las anteriores, al contrario, se ha alimentado el mito de la conciliación de clases desde el mismo ministerio de Trabajo, en manos de Unidas Podemos. Ejemplos de que la vida sigue igual con este gobierno hay varios.

Los ERTEs, que se vendieron como el escudo para proteger los puestos de trabajo, solo sirvieron para pagar nuestros salarios con el dinero de tod@s mientras se regalaron millones de euros a las empresas. Los despidos no fueron prohibidos, solo encarecidos. A su vez, los ERTEs abrieron la puerta a la reorganización de sectores enteros, desplazando producciones, disminuyendo salarios, etc. Como se analiza en este número, la tan cacareada derogación de la reforma laboral ha quedado en una nueva campaña de autobombo por las redes sociales con un nulo impacto en los elementos centrales de la reforma del PP.

Finalmente, también nuestra clase responde de forma instintiva a la cuestión del empleo como un elemento central para sus intereses colectivos. Saben lo que hay en juego y eso se observa en la tenacidad de las movilizaciones en contra de los EREs, del cierre de la empresa o por la subida de los salarios que se vienen sucediendo desde hace meses: H&M, la lucha del metal en Cádiz, la victoria de Tubacex, la acampada de Airbus Puerto Real, Caixabank, BBVA o LM Wind Power.

Hoy la cuestión del empleo, tanto su conservación como la calidad del mismo, es un elemento vital para la lucha de clases. Debemos convertir el derecho al empleo en una cuestión política, en una alternativa de sociedad. Debemos imponer el derecho de cada uno a tener un empleo estable y bien remunerado, un salario regular a lo largo de nuestra vida, de lo contrario ninguno de los demás derechos políticos y sociales tiene verdadero valor. Los dirigentes, políticos tanto de derechas como de izquierdas, hacen grandes declaraciones sobre la defensa del empleo, contra los patrones sin escrúpulos, pero no quieren poner en tela de juicio la regla sacrosanta del capitalismo que asegura que el patrón es dueño de su empresa y por lo tanto del empleo de los y las que allí trabajan. Acabar con ese privilegio es el camino para luchar por otra sociedad definitivamente liberada del poder de la patronal y de sus objetivos de mantener la precariedad y el paro, la injusticia social, la apropiación por unos cuantos de las riquezas producidas por las inmensa mayoría.

Por todo esto, desde Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR hemos planteado la necesidad de una campaña centrada en estos elementos, la defensa de un empleo de calidad, con las herramientas de nuestra clase: la movilización y la huelga. Defendemos la necesidad de la unión de nuestro bando social en base a un calendario de movilizaciones común con un programa de urgencia social que ponga sobre la mesa la cuestión de que sólo se puede cambiar nuestras vidas si asumimos que para ello hay que enfrentarse a los intereses de los ricos.

Es urgente tratar de reagrupar a todos los que resisten mediante las movilizaciones y las huelgas en sus centros de trabajo, en sus barrios o en sus centros de estudio. Esta es para nosotr@s la tarea más urgente a la que nos enfrentamos en este contexto quienes luchamos contra este sistema por otro tipo de sociedad.