
2 décadas después, el Estado Español vuelve a estar en la situación de seguir a la OTAN a otra misión tan suicida como criminal, iniciar una guerra en suelo ucraniano contra Rusia. Como internacionalistas revolucionari@s estamos incondicionalmente en contra de toda guerra. L@s trabajador@s no tienen nada que ver con los intereses imperialistas de ningún lado, ni con el ruso, que aplastó el levantamiento en Kazajistán, ni con el estadounidense, interesado en expandir su bloque militar y económico en Europa.
La tensión en el este de Europa ha sido una constante desde la caída de la URSS. Basta recordar la guerra criminal de los Balcanes, las tensiones que se repiten periódicamente en países como Bielorrusia, Georgia, Ucrania y demás ex repúblicas soviéticas o el conflicto actual en zonas fronterizas entre Rusia y Ucrania como Donetsk o Crimea.
Dos bloques y ninguno al que apoyar
Las razones del conflicto, aunque diversas y complejas, tienen como origen el diseño del mapa político, económico y militar que tras la caída de la URSS se diseña en Europa. Por un lado, Rusia con Boris Yeltsin en la presidencia sostenía que el acuerdo para la independencia de las diferentes repúblicas soviéticas era que se mantuvieran las fronteras económicas, políticas y militares de la época soviética. Es decir, que dichos estados independientes no entraran en organizaciones como la OTAN y/o la UE. Por otro lado, la UE y EEUU que veían en la caída del muro de Berlín y en la disolución de la URSS por parte de la burocracia dirigente, una oportunidad de agregar al mercado, a la especulación y a sus intereses militares, geopolíticos y económicos a nuevos territorios.
El resultado: en la actualidad Estonia, Letonia y Lituania pertenecen a la UE y a la OTAN, así como la Alemania del Este, las bases de la OTAN bordean la frontera rusa y los conflictos como los de Georgia en 2008 suponen la nueva realidad de una guerra entre potencias imperialistas ahora capitalistas a este y oeste.
El caso de Ucrania
Ucrania ha sido históricamente uno de los territorios agrícolas más ricos del territorio europeo, origen de los pueblos eslavos que ahora son mayoritarios en Rusia y zona de paso comercial entre Europa y Rusia. Diferentes eventos como el paso administrativo en 1954 de la península de Crimea de la república rusa a la ucraniana dentro del estado común de la URSS y la posterior anulación en 1992, la independencia y la posterior anexión son ejemplo de conflictos entre estos dos países que han ido a más en los últimos tiempos.
El último de ellos, en el origen de este conflicto, fue el intento del gobierno ucraniano de firmar un acuerdo económico con la UE que suponía la antesala para una posible integración en dicha unión en 2013. Dicho acuerdo de libre comercio supuso que Rusia amenazara a Ucrania con exportar su gas con las condiciones que se pondrían a un país externo, cosa que era económicamente insostenible. Ello provocó la retirada del acuerdo e intensos conflictos promovidos por la UE y EEUU, dirigidos en parte por fuerzas neonazis ucranianas y que acabó con la destitución del presidente del gobierno.
Simultáneamente Rusia se anexionaba Crimea y apoyaba la independencia de territorios ucranianos pro-rusos.
La situación actual
Tras años de conflicto y venta de armas por parte de la UE y EEUU a Ucrania, la movilización de soldados a zonas fronterizas amenaza con una nueva guerra en suelo europeo. Todos los países de la Unión Europea han salido raudos a la palestra internacional defendiendo los intereses de la OTAN y movilizando tropas en apoyo a dicha organización, la cual obedece únicamente a los intereses de EEUU.
Por su lado, el gobierno más progresista de la historia de PSOE y UP también ha puesto su “granito de arena” mandando la fragata Blas de Lezo y cazas por ahora. Las declaraciones belicistas de la ministra de Defensa, serviles por parte del presidente del gobierno y tímidas cuando no de unidad por parte de los y las ministras de UP nos hace temer lo peor.
A 2 décadas del “No a la guerra” ahora un gobierno autodenominado de izquierdas vuelve a alinearse con los intereses imperialistas de EEUU que sólo busca, como en todas sus guerras, desestabilizar potencias rivales y hacer negocio para su insaciable sector empresarial.
Ante esta situación, todas las organizaciones de trabajador@s así como el conjunto de la sociedad debemos retomar la consigna del “No a la guerra”. Hemos de volver masivamente a las calles para evitar la participación en una guerra donde solo morirán personas de origen humilde. Debemos denunciar que en pleno 2022 y aún con los estragos de una pandemia, las potencias imperialistas siguen actuando como mafiosos dispuestos a tener conflictos armados para aumentar su poder y engordar los beneficios de sus respectivas burguesías.