
El voto útil, ese tan conocido estribillo
Solo unos días nos separan de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022. Este domingo 10 de abril votaremos por Philippe Poutou y todavía nos preguntamos por qué no podría ser de otra manera.
Eso sí, no se trata de cuentas: no es el 1% acreditado por el NPA lo que aseguraría la clasificación de Unión Popular en segunda vuelta. Este anuncio tampoco provocaría un maremoto de votos entre los abstencionistas a favor de Jean-Luc Mélenchon. Se trata, en efecto, de una elección política que es de dos tipos: creer en lo que venimos diciendo desde hace meses sobre la necesidad de que la urgencia revolucionaria se lleve a cabo durante estas elecciones y la obligación de acabar con el capitalismo y por tanto seguir dando a quienes encuentran en estas ideas la posibilidad de votar por ellas. Pero hay otro elemento: no creemos en el espejismo tantas veces agitado de la izquierda, que ha recobrado la salud y va a hacer lo que dice, y más aún, lo que promete.
Es más, casi querríamos decir: otra vez este reparto, ¿no hemos aprendido nada? ¿Cuándo en la historia la izquierda ha hecho algo más que alinearse con los imperativos del mercado? ¡El punto de inflexión del rigor de Mitterrand en 1983, la Ley del Trabajo bajo Hollande, la jubilación a los 67 años en Grecia con Tsipras y su llamado gobierno de ruptura con la Troika! ¡Ya hemos tenido suficiente! ¿Cuántas leyes racistas, deportación de inmigrantes indocumentad@s, violencia policial en las manifestaciones, estado de emergencia y medidas represivas, aumentos del desempleo y congelaciones salariales perpetradas por gobiernos de izquierda? Sumado a la renuncia de las organizaciones del movimiento obrero, habrán logrado abrir una brecha para la extrema derecha y gobiernos cada vez más a la derecha.
¿Entonces qué? ¿Un voto útil y a empiezar otra vez? ¡Para nosotros será para Poutou el 10 de abril!
Desafiemos su poder: ¡construyamos el “tod@s juntos” para ganar!
Sí, hay una carrera de velocidad que está en marcha, la de las ideas reaccionarias y de extrema derecha que polarizan el debate y se invitan unas a otras a ir a las calles con pequeños grupos dispuestos a dar un puñetazo en una manifestación, o a golpear en las universidades. Sí, los golpes lloverán y se redoblarán, porque la frenética carrera por las ganancias no tiene límites y siembra la guerra, la miseria y la destrucción del planeta a una velocidad sin precedentes.
Pero solo habrá una forma de detenerlos: a través de nuestras luchas, su reagrupamiento y su determinación por ganar en la huelga general.
No es una política de ideas descabelladas sino la única voz posible: sin acción colectiva de masas, no hay salvación para nuestro campo social. Y la ilusión de que un buen gobierno de izquierda nos garantizaría un respiro sólo nos adormece. Permisos retribuidos, jornada laboral, libertad de expresión sindical en las empresas, derecho a disponer del propio cuerpo… nada se ocultaba en el fondo de un programa electoral. Todo es fruto de las huelgas y bloqueos de quienes para unos habían vivido la guerra, para otros se mataban lentamente en las cadenas de trabajo. No, nada era más simple antes que hoy.
7 de abril: después de las elecciones presidenciales, ¿cómo ganamos?
En unos días, l@s que han intentado muchas veces, desde la movilización de 2016 contra la ley El Komri, reagruparse, liderar luchas que van hasta el final, no votarán todos igual, o incluso no votarán. Sin embargo, much@s ahora sienten que no se ganará nada hasta que los golpes no sean devueltos a los patrones y sus sirvientes.
Por eso es de suma importancia la reunión del 7 de abril iniciada por intelectuales como Frédéric Lordon y Willy Pelletier, sindicalistas de Correos, Amazon, Fedex, la Unión General de Trabajadores de Guadalupe, chalecos amarillos como Jérôme Rodrigues, los sans-facs de Nanterre, es de una mportancia capital. Eso sí, no va a dar una vuelta al trablero a partir del 8 de abril por la mañana. Pero si estamos convencid@s de que la esperanza de otra sociedad será tanto más creíble si obtenemos victorias, entonces no hay tiempo que perder: comencemos a reunir las fuerzas dispuestas a discutir y debatir un plan para llegar hasta allí.
Gran parte de nuestro campo social siente que el sistema en el que vivimos no funciona bien y aspira a otro mundo.No tenemos más elección que salir de esta organización social, hecha de explotación y opresión. ¡No tenemos más remedio que una sociedad comunista, así que démonos los medios para empezar a sacudir el poder de los capitalistas, partiendo de los problemas que l@s trabajador@s y la juventud enfrentan todos los días, y dándoles una perspectiva común de lucha y victoria en juego!