El pasado 10 de diciembre en todo el País Valencià vivimos una convocatoria de huelga para el profesorado en contra de la celebración de las oposiciones en pandemia. Ese día, 6 concentraciones tuvieron lugar, en total, en las 3 capitales de provincia (Alicante, Valencia y Castellón): una por la mañana y una por la tarde en cada una de ellas.

Sin embargo, y con las enormes potencialidades que una huelga podría haber tenido en un momento de crispación en el profesorado y, en general, en la comunidad educativa, la del día 10 fue una convocatoria, en contenido y participación, fracasada. Con apenas 50 personas en algunas de las concentraciones, y un máximo de unas 200 en las más concurridas, las movilizaciones se presentaron como ineficientes y faltas de contenido que agrupase al conjunto del profesorado, y no sólo a l@s interin@s más directamente afectados por el abuso de la temporalidad.

Para comprender el fondo de esta huelga debemos partir de la convocatoria de oposiciones, que llegó en plena segunda ola de la pandemia de la Covid-19, y que continuaba en la línea de las aplazadas el pasado curso: unas oposiciones basadas en la memorística, y que siguen sin dar solución a la situación de miles de docentes interin@s en el País Valencià.

Esto, además, se produce en un momento en que las condiciones de los centros educativos son cada vez más decadentes: temperaturas frías constantes para la ventilación, cientos de centros sin recibir mascarillas durante meses, aulas abarrotadas, como cada año, y miles de docentes supuestamente contratados que no cubren las necesidades del alumnado. Todo ello, sumado a la semipresencialidad en muchos colegios e institutos, que no hace más que ahondar en la sobrecarga de trabajo que el profesorado está asumiendo desde el inicio del curso escolar.

Sin embargo, y pese a las condiciones laborales y de estudio en que se encuentra la comunidad educativa, el STEPV decidió convocar una huelga única y exclusivamente en torno a la reivindicación: “No a las oposiciones en pandemia, #dejadnosrespirar”. De esta manera, el alumnado, las familias y el profesorado no afectado por las oposiciones (funcionari@s de carrera, docentes en prácticas, interin@s a favor de las oposiciones y nuevos aspirantes) quedaban fuera de la convocatoria, restando fuerza y dividiendo, además, al profesorado interino, pero sin sumar ninguna de las reivindicaciones que, desde los centros, se reclamaban: bajada de la ratio, contratación de más profesorado, plan de estabilización para el profesorado interino, etc.

Este hecho se vio reflejado en la participación en las concentraciones y el seguimiento de la huelga, que según el sindicato fue en torno al 10%, pero que no tuvo un efecto real en la vida de los centros ese día. Además, el mismo día de la huelga, en la mayoría de movilizaciones no hubo espacios de participación: ni asambleas ni reuniones que permitiesen al profesorado expresar sus preocupaciones y propuestas para dar continuidad a la movilización, así como incluir nuevas demandas a la lucha.

Por contra, el STEPV convocó una serie de asambleas provinciales unas semanas después, en plenas evaluaciones, en las que se rechazaron todas aquellas propuestas que se alejasen de la lucha contra las oposiciones en pandemia, y donde sólo se admitió introducir la histórica demanda de estabilización de l@s interin@s, pero que no se concretó ni especificó y, por tanto, no ha conseguido unir a todo el profesorado afectado.

Teniendo en cuenta el recorrido que esta lucha está teniendo, a l@s revolucionari@s no nos queda más que seguir reivindicando unas mejores condiciones de trabajo, con o sin pandemia; una reducción de la ratio que permita la mejora de la calidad educativa; un plan de estabilización del profesorado interino, duradero y que asegure las mismas oportunidades de trabajo y fijeza a to@s l@s docentes; una convocatoria de oposiciones que asegure las condiciones sanitarias adecuadas y que no permita que nadie se quede sin trabajo, etc.

Esto únicamente será posible si el conjunto de la comunidad educativa pelea de manera conjunta, con una hoja de ruta común y con unas movilizaciones unitarias y sostenidas en el tiempo, y no con campañas de redes sociales y convocatorias minoritarias, ni con campañas de desmovilización, como el resto de sindicatos están llevando a cabo.