El 15 de octubre de 2021 se cumplieron 34 años del asesinato del líder revolucionario Thomas Sankara, cuya figura, olvidada en occidente, sigue, sin embargo, muy presente en el continente africano, tal y como demuestra la expectación que está despertando el juicio sobre su asesinato y el de 12 de sus colaboradores, iniciado el pasado 11 de octubre en Uagadugú (capital de Burkina Faso). Dos días después, la Justicia de Burkina Faso acusó al expresidente Blaise Compaoré junto a 13 de sus colaboradores, de “ataque a la seguridad del Estado”, “complicidad de asesinato” y “ocultación de cadáveres” en relación con el caso de Thomas Sankara.

Tanto Compaoré, exiliado en Costa de Marfil, gracias a la ayuda de Francia, desde que las multitudinarias manifestaciones de 2014 lo obligasen a huir del país, como su mano derecha Hyacinthe Kafando se niegan a comparecer ante la justicia, a pesar de que uno de los acusados ya ha reconocido los hechos y asegura que tanto el asesinato como el desmembramiento y posterior enterramiento anónimo de los cuerpos fueron ordenados por Kafando, quien dirigió las operaciones que arrancaron desde la casa del propio Compaoré aquél fatídico 15 de octubre de 1987.

El magnicidio dirigido por quien fuera compañero de armas del propio Thomas Sankara, formó parte de un golpe de estado que sirvió para imponer a Compaoré en el poder durante 27 años y acabar con el programa revolucionario de su predecesor. Sin embargo, es un secreto a voces que toda esta operación jamás podría haberse llevado a cabo sin la participación del gobierno francés de la época presidido por el líder del Parti socialiste, François Mitterrand y su primer ministro Jacques Chirac, que sobornó a Compaoré, para que éste reestableciera el orden neocolonial. Sin embargo hay pocas esperanzas en que de este juicio se deriven responsabilidades de la antigua potencia colonial.

Alto Volta, así se denominaba la colonia francesa hasta que Sankara cambió su nombre por el de Burkina Faso (que significa “país de los hombres íntegros”) se independizó de Francia en 1960, sin embargo, ésta continua dominando la economía del país africano. El actual Presidente de la República francesa, Emmanuel Macron prometió desclasificar sus documentos relativos a la muerte de Sankara en 2017, pero jamás lo ha llevado a cabo.

Pero ¿Quién fue Thomas Sankara? a quien denominaban el Che Guevara africano, por la admiración que el capitán burkinés sentía hacía la figura del Che.

“El Che Guevara nos enseñó que podíamos atrevernos a tener confianza en nosotros mismos, confianza en nuestras capacidades. Nos inculcó la convicción de que la lucha es nuestro único recurso. Era un ciudadano del mundo libre, pero también luchaba por la construcción de un mundo mejor. Por eso decimos que el Che Guevara es también de África y de Burkina Faso”.

Sankara nació el 21 de diciembre de 1949 y presidió su país de 1983 hasta el 15 de octubre de 1987. Creció en una familia humilde pero a pesar de ser de los mayores de sus 13 hermanos y hermanas, pudo estudiar secundaria en Bobo-Dioulasso, la segunda mayor ciudad del país, donde rápidamente tomo conciencia de las diferencias sociales entre europeos y africanos.

Sankara empezó su carrera militar con la edad de 19 años. Un año más tarde fue enviado a Madagascar donde presenció los levantamientos populares contra el gobierno en 1971 y 197 y allí leyó por primera vez las obras de Karl Marx y Lenin, que iban a influir profundamente en sus opiniones políticas para el resto de su vida.

En 1976, ya como comandante, conoció a Blaise Compaoré en Marruecos y junto a éste y otros jóvenes oficiales fundaron la Agrupación de Oficiales Comunistas. Tras años de inestabilidad política y social, lograrán derrocar al gobierno y Sankara será elegido como Presidente el 4 de agosto de 1983, e inmediatamente comenzará a poner en práctica el programa político más revolucionario que jamás haya conocido el continente. Lo cual por supuesto le brindó innumerables y poderosos enemigos. Ni siquiera sostuvo los privilegios del ejército, el cual había protagonizado numerosos golpes de estado, por el contrario, promovió los CDR (Comités de Défense de la Révolution) formado por las organizaciones de masas populares al que armó para que junto al “Service National et Populaire” actuasen como contrapesos del ejército profesional.

Pero también suprimió muchos de los poderes que tenían los jefes tribales, nacionalizó las tierras de estos y las repartió entre los campesinos logrando la suficiencia alimentaria en tan solo tres años, además de aumentar la producción de algodón con la intención de desarrollar una industria textil propia.

El genuino líder panafricanista, desarrollo un sistema de sanidad público que se ganó el reconocimiento de la OMS; llevó a cabo una campaña de alfabetización nacional; luchó contra la desertificación; prohibió la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y la poligamia, además de promover el acceso de las primeras mujeres a altos cargos gubernamentales. Y todo ello rechazando cualquier tipo de “ayuda exterior” ya que no tardó en romper con el FMI y el Banco Mundial.

Y es que fue en el terreno de la política internacional en el que dejó su mayor huella, denunciando el gobierno racista del apartheid o incluyendo a Burkina Faso en el Movimiento de Países No Alineados, desvinculándose de los dos bloques enfrentados en la Guerra Fría.  Pero sin duda, fue su campaña internacional contra el pago de la deuda externa por parte de las naciones del continente africano, lo que causó mayor repercusión y le granjeó poderosos enemigos.

“La deuda, en su forma actual, es una reconquista colonial organizada con pericia para que África, su crecimiento y su desarrollo, obedezcan a reglas que nos son totalmente ajenas”. Continúa Sankara: “la deuda no debe ser devuelta, porque si nosotros no pagamos, los dueños del capital no se van a morir, de ellos estamos seguros; si, en cambio, pagamos, nosotros si moriremos, y de esto también estamos seguros”.

Pero la revolución no puede ser decretada y a pesar del ejemplo de coherencia que significó para el pueblo africano, aquella revolución en marcha adolecía de importantes debilidades e incluso levantó recelos entre otros líderes del continente como Muamar el Gadafi.

Los y las olvidadas de toda África siguen clamando hoy, con más fuerza que nunca, justicia para Thomas Sankara  y justicia y dignidad para el continente más explotado del planeta. Aquel atípico proceso revolucionario, empeñado como tantas otras veces en romper toda lógica posible, merece ser rescatado para nutrir la experiencia de los y las revolucionarias del presente y el futuro.

“Nuestra revolución en Burkina Faso se basa en la totalidad de las experiencias del hombre desde el primer aliento de la humanidad. Queremos ser los herederos de todas las revoluciones del mundo, de todas las luchas de liberación de los pueblos de África. Sacamos las lecciones de la Revolución estadounidense, La Revolución francesa nos enseñó los derechos del hombre. La gran Revolución de Octubre trajo la victoria al proletariado e hizo posible la realización de los sueños de justicia de la Comuna de París”.