SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
Hace unos 25 años, poco después de la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la URSS y el cambio de régimen en los países de la Europa del Este, Francis Fukuyama, politólogo y asesor de varios gobiernos de EE.UU., publicó un artículo en el que defendía la idea, entre otras, de que lo que tenía que pasarle a la humanidad ya le había pasado y que, por eso, todo lo que había que hacer ya estaba más o menos hecho, o, si no, por lo menos planteado para rematarlo. Cito: “Lo que podríamos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano. Lo cual no significa que ya no habrá acontecimientos que puedan llenar las páginas de los resúmenes anuales de las relaciones internacionales en el Foreign Affairs, porque el liberalismo ha triunfado fundamentalmente en la esfera de las ideas y de la conciencia, y su victoria todavía es incompleta en el mundo real o material. Pero hay razones importantes para creer que éste es el ideal que “a la larga” se impondrá en el mundo material.” (¿El fin de la historia? Francis Fukuyama, 1992). Puesto que, como leemos, la humanidad está terminada, realizada, la Historia está también terminada, no hay que esperar más transformación, ni cambio, ni nada, puesto que ya está la meta alcanzada, además, la meta buena. Quiero recordar que por también por aquellos años Felipe González vino a decir algo parecido cuando afirmó que “el capitalismo era el menos malo de los sistemas económicos”. Por supuesto, la mayoría de historiadorxs reaccionaron con una indignación que tenía más que ver con la falta de rigor científico de semejante idea, la de Fukuyama, que con la ideología de cada persona. Decir que la Historia ha llegado a su fin, es lo mismo que afirmar que puesto que hoy ha salido el Sol, debemos esperar que ahí se va a quedar eternamente. Insisto, más allá de la posición ideológica o de clase de cada unx, lo que escandaliza de “el fin de la Historia” es su falta de base científica. Bueno, pues, parece que tanto el Ministerio de Educación como la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía están tan convencidos como Fukuyama y Felipe de que lo que tenía que pasar ya ha pasado y de que, además, lo que ha pasado es lo mejor que podía pasar. Y, como su convencimiento es tan grande, lo convierten en norma y establecen que el profesorado de Geografía e Historia enseñe esto y así: “Entender la trascendencia de los conceptos «democracia» y «Colonización», exponiendo el surgimiento de los regímenes democráticos y centrándose en la organización y funcionamiento de las instituciones y el papel de la ciudadanía y situando en el tiempo y el espacio los centros de la colonización fenicia y griega en Andalucía, valorando al mismo tiempo la relevancia histórica de Tartessos y de qué forma ayudó a la proyección de Andalucía en el espacio mediterráneo de la época.” (Criterio de evaluación 16 del bloque de contenidos 3 de la materia Geografía e Historia en 1º de la ESO en Andalucía). Esto está recogido tal cual en la Orden de 14 de julio de 2016, por la que se desarrolla el currículo de la ESO en Andalucía. Vamos que ni el mismo Fukuyama lo podría haber redactado mejor. Pero explicaré un poco las cosas. En el primer párrafo citado de la Orden, se quiere que se enseñe el episodio de la “democracia” ateniense como algo “trascendental” en la Historia porque significa el hito del “surgimiento de los regímenes democráticos”. Bien, la “democracia” en la Grecia antigua fue poco más que ateniense. La inmensa mayoría de las ciudades griegas tenían tiranías, con ciertas instituciones consultivas de carácter asambleario, pero muy elitista. Eso por un lado, y por otro lado, la “democracia” ateniense fue una cosa tan poco operativa que duró poco más de 100 años, devorada por su ansia imperialista y su afición a la demagogia. Pero, eso no importa, lo que importa es que les enseñemos a lxs nenxs que nuestra democracia es lo más y que, además, fíjate tú, los griegos, con lo listos que eran, la inventaron. El otro asunto es Tartessos y la “proyección de Andalucía en el Mediterráneo”. Andalucía no existía en tiempos de las culturas protohistóricas que tuvieron relaciones de todo tipo con los comerciantes fenicios y griegos. En cualquier caso existía el sur de la Península Ibérica, como espacio geográfico ocupado por un conjunto de poblaciones que, en ningún momento, llegaron a formar algo parecido ni a un Estado ni a una Junta, así que difícilmente pudieron los “tartessios” proyectar la imagen de algo que no existía en un mar que todavía nadie conocía como Mediterráneo. Sin embargo, eso es lo que la norma dice que el alumnado debe aprender. Veamos un tercer texto de la orden andaluza: “Sintetizar la responsabilidad de la ciudadanía en el siglo XXI ante el reto de la mejora del sistema de gobierno democrático así como frente a otras problemáticas de orden económico, social y medioambiental, y las vías de participación, movilización y respuesta frente a ellas disponibles según la experiencia histórica acumulada, y exponer las formas de discriminación, exclusión e intolerancia existentes en el mundo actual y las vías de participación, movilización y respuesta ante las mismas a las que puede recurrir la ciudadanía.” (Criterio de BOLETÍN Nº 0 septiembre – diciembre, 2017 evaluación 2 del bloque de contenidos 10 de la materia Geografía e Historia en 4º de la ESO en Andalucía). En 4º de la ESO se estudia la Historia Contemporánea, de la cual, como vemos, se debe concluir que la “democracia” está aquí y que lo que nos corresponde si queremos ser responsables es mejorarla. Al albur del/de la profe de turno queda el proponer o insinuar o directamente decir cuáles son esas formas responsables de participación y mejora de la democracia. Fukuyama y quienes le pagaban hace 25 años se salieron con la suya, o en ello están, con la connivencia de las autoridades educativas, entre otras instituciones “democráticas”, y la indolencia de buena parte del profesorado de ciencias sociales. La Historia queda así, como el latín, como una “lengua muerta” a la que se acude simplemente para establecer la etimología del presente. Porque el presente no se toca y para eso hay que acabar con la Historia, convenciéndonos y convenciendo a nuestros semejantes de que nada debe esperarse distinto a lo que hay. Vale la pena leer con atención y agudo sentido crítico lo que “contiene” la normativa porque ahí, y no solo en horarios, ratios y religiones, también está la intención política de una administración puesta enteramente al servicio del gran capital.
PRECARIZACIÓN DEL TRABAJO DOCENTE
El trabajo precario es un elemento instalado en esta sociedad y, por supuesto, la administración no se queda al margen. Cada vez más recurre a la precarización de las condiciones de trabajo de sus trabajadoras y trabajadores sin ningún tapujo, aumentando la incertidumbre entre dicho personal. Este curso recién iniciado no ha sido distinto si nos referimos al sistema educativo andaluza, si acaso ha sido aún peor. El personal interino ya supera el 25% de todo el personal dentro del sistema educativo andaluz, es decir, más de una cuarta parte del profesorado se ve sometido a una incertidumbre constante respecto a su futuro laboral que termina repercutiendo en otras incertidumbres de tipo personal, familiar, etc. Si esto no fuese suficientes, la Consejería de Educación lleva unos años alargando hasta la exasperación los plazos para llamar a las personas que deben cubrir estos puestos temporales, convirtiendo en norma que los centros educativos no estén con su plantilla al completo para el principio de curso. Esto perjudica la tan cacareada calidad de la Educación de la que la administración andaluza se erige en firme defensora. Este año estos plazos se han estirado demasiado, rompiendo todos los récords. Fue el pasado 19 de Octubre cuando la Junta de Andalucía se decidió a realizar un acto público caótico para cubrir puestos que llevaban libres desde el 1 de Septiembre. Es decir, más de mes y medio sin cubrir plazas en los puestos educativos, más de mes y medio perdido para muchas alumnas y alumnos. Se llamó a personas para ir con premura a Sevilla para asignarles un puesto que llevaban semanas esperando y, a renglón seguido, obligarles a incorporarse en horas. La justificación de la administración es la gran cantidad de renuncias de personal interino cada vez que les llamaban. De lo que no hablan es el por qué de esas renuncias: años en bolsa esperando si saber nada, condiciones que no tienen en cuenta la realidad personal y familiar de ese personal, presiones para incorporarse en cuestión de horas sin importar la procedencia de la persona y el destino asignado, etc. Y además, la Consejería debería haber detectado que las bolsas se estaban quedando sin personal y haber puesto los medios mucho antes, no esperando a última hora. Por no hablar de la ínfima cantidad de plazas públicas que se ofertan en las oposiciones para cubrir los puestos docentes, cuya tasa de reposición no llega al 30%, creando empleo precario e inestable. En resumen, hemos asistido a otro despropósito más de esta administración cuyas consecuencias últimas son el jugar con la condiciones de vida y de trabajo de muchas y muchos profesores y con el derecho a una educación digna del alumnado,Incumplimiento de horarios en la Educación andaluza.
INCUMPLIMIENTO DE HORARIOS EN LA EDUCACIÓN ANDALUZA
La Junta de Andalucía comienza el curso con su pertinaz empeño de recortar en los servicios para la ciudadanía y derechos de los trabajadores públicos. Desde hace años se viene librando una sorda batalla en educación a cuenta de horarios y el racaneo de la Junta a la hora de contratar a más personal, ya sea docente, ya sea administrativo o laboral. En el ámbito docente, a pesar de que la normativa está clarísima al respecto y el máximo de horas dentro del horario regular son 25 horas (vid. Orden de 29 de junio del 94, en «BOE» núm. 159, de 5 de julio de 1994, páginas 21482 a 21492) la Junta de Andalucía juega al desconocimiento de la norma, de la que hace partícipe a inspectores y equipos directivos, que en su mayoría asumen sin ningún tipo de escrúpulo los reajustes de personal, cargando, de manera encubierta, de horas de más a los trabajadores y trabajadoras. Así nos encontramos con un conjunto variables recurrentes que van desde horas de “tutorías administrativas” que desaparecen (a ver quién mete las falta y cuándo, o llama a las familias) a “reuniones de coordinación docente” que se ponen como “tutoría lectiva de atención a padres y madres”, encubriendo dos horas en una, y todo por no contratar al profesorado necesario. Está claro que la determinación de las plantillas en los centros docentes no puede venir determinada por el número de horas lectivas, sino por el horario regular que se ha de cumplir, lo que incluye guardias (la mayoría tenemos más guardias de la que nos corresponden) y otros asuntos que han caído en el olvido, como los equipos de biblioteca, el aula de convivencia, los apoyos educativos, y otras actividades que se asumían dentro de la actividad docente y que hacían de la escuela un espacio vivo, integrador e inclusivo.