Abordamos en este artículo la cuestión palestina, haciendo un repaso por los elementos históricos, antes de enfocarnos en las cuestiones de actualidad y las reivindicaciones de l@s revolucionari@s.
1. Análisis histórico sobre Oriente Medio desde el siglo XX: cómo el colonialismo occidental transforma una región en polvorín
Hasta la Primera Guerra Mundial, el territorio sobre el que se había establecido el estado de Israel era una provincia del Imperio Turco, también llamado Imperio Otomano. Palestina no existía como subdivisión administrativa. Alrededor de 700000 árabes y 85000 judíos cohabitaban tan bien como el estado posibilitaba dentro de un régimen feudal.
La declaración Balfour
En noviembre de 1917, tras adueñarse de Palestina, a costa del Imperio Otomano gracias a la colaboración de los combatientes beduinos, Gran Bretaña promete a los sionistas favorecer el establecerse en un hogar nacional judío, a través de la “Declaración de Balfour”, una carta declarada por el Lord Arthur Balfour, ministro de Asuntos Exteriores durante la Primera Guerra Mundial y jefe del Partido Conservador. Así mismo, Gran Bretaña había prometido la independencia de los Árabes.
La emigración de los judíos a Palestina fue favorecida fuertemente y las tierras de los árabes expropiada, con el único objetivo de garantizar los intereses económicos del Imperio Británico. Como señaló Lord Balfour: el sionismo es más importante que los deseos y los prejuicios de 700000 árabes. Y así es como una convivencia entre judíos y árabes durante muchos siglos fue puesta en entredicho por décadas.
El Imperio Turco era aliado de Alemania durante la guerra,y se encontraba en 1918 en el bando de los vencidos. Esto permitió a las potencias imperialistas francesas y británicas justificar el reparto de la región durante el acuerdo Sykes-Picot (Acuerdo de Asia Menor). Los capitalistas de estos países, en particular los de Gran Bretaña, se interesaron por las reservas de petróleo que acababan de ser descubiertas. Francia, en cuanto a esto, ya poseía la red ferroviaria y las rutas, muchos puertos y numerosas sociedades agrícolas, y esperaba instalar su dominación en la región. Estos estados que se reivindicaban democráticos, en oposición al Imperio Turno o a Alemania, no preguntaron a la población en el momento de dividir la región.
La Sociedad de Naciones (SDN, la antigua ONU) debió asegurar el derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, reconoció el dominio de Francia e Inglaterra bajo estas regiones en su proveedor de los mandatos oficiales para poner los pueblos bajo tutela. Esto fue una operación pseudo-democrática que justificó el colonialismo.
Pero con la revolución de octubre en Rusia, los archivos zaristas cayeron en manos del primer gobierno obrero de la Historia, que publicó todos los acuerdos firmados en secreto a la población. Esto provocó un escándalo enorme.
¿Qué es el sionismo?
El sionismo no puede confundirse con la religión judía: es una corriente política más que una religión. Frente a la subida de antisemitismo en Europa a finales del siglo XIX, numerosos intelectuales judíos europeos desarrollaron la idea de que hacía falta fundar el estado judío (Bautizado “Sion” por el nombre de una colonia de Jerusalén) en alguna parte del planeta. El fundador del sionismo, Theodor Herzl, dudaba entre Argentina, Chipre o Uganda: finalmente se decide por Palestina. Esto demuestra que no había nada que justificara que Palestina fuera “la tierra prometida”, sino que éstos podían haberse situado en América del Sur como en África.
Es legítimo que una población discriminada busque establecerse en un lugar donde pueda vivir en paz. Pero el proyecto sionista estaba lejos de definirse como tal, estaba definido, según Herzl, como una “vanguardia contra Asia, la vanguardia de la civilización frente a la barbarie” con la más pura lógica colonial, este ilustra el eslogan sionista “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Pero había 700000 árabes en esta supuesta “tierra sin pueblo”.
Fin de la II Guerra Mundial y fin del mandato británico
El antisemitismo hitleriano no fue la única causa del desarrollo del sionismo. Las “democracias” de Inglaterra y Francia no estaban seguros de cerrar fronteras a los judíos que estaban siendo perseguidos.
En 1945, al terminar la guerra, Palestina contaba con alrededor de 1200000 árabes y 600 judíos. EEUU y los países europeos habrían podido acoger a los centenares de miles de refugiad@s judí@s pero se abstuvieron de esa política, se hicieron de las reivindicaciones de los sionistas, para la creación de un estado judío sin árabes, los cual aparecía como una perspectiva y una esperanza a ojos de l@s refugiad@s. La ONU, que pretendía ser una institución neutra, garante de la defensa de los derechos del hombre, propuso crear 2 estados,uno judío y otro árabe, que conduzca a una unión económica.
Antes de terminar el mandato británico, los sionistas ocuparon bastantes tierras, mediante la masacre o la expropiación de los pueblos árabes. Para l@s palestin@s esto fue una catástrofe (“Nakba”), con un millón de refugiad@s puestos en marcha por el mundo. El 15 de mayo de 1948 tuvo lugar la proclamación del estado de Israel sobre un territorio todavía más importante de lo que había previsto a causa del plan de reparto de la ONU. En lugar de “reparto”, se trataba más bien de un saqueo. El dia después de la independencia, las fuerzas árabes entraron en Palestina: este fue el inicio de la guerra israelí-árabe.
Después de 1948, centenas de miles de palestin@s se encontraban dispers@s en los campos de refugiad@s de Jordania, Líbano, Siria o en la franja de Gaza. Desde hace más de 70 años, las generaciones de palestin@s han nacido, vivido y muerto en una campo de refugiads@ En condiciones espeluznantes, con una desocupación forzada en grandes barrios de chabolas, subsisten gracias a la distribución cotidiana de las raciones dadas por la ONU, que son totalmente insuficientes.
Una Palestina judío-árabe, democrática y que respete los intereses de los 2 pueblos, habría podido ser un ejemplo formidable para todo el Medio Oriente o más allá. Las diferencias de las culturas, de la educación y de las tradiciones no habrían sido un obstáculo insuperable para construir otra sociedad. Pero la política de los militares sionistas transforma a la población israelí en un pueblo-soldado, dominado por un sentimiento reaccionario y oscurantista. Efectivamente,el estado de Israel no esmás que un estado militar que sobrevive gracias al apoyo de las grandes potencias, en particular de Estados Unidos. Es por esto que tienen gran parte de responsabilidad en los conflictos acontecidos desde los años 70. La nueva potencia dominante desde su victoria en la II Guerra Mundial, los EEUU habían necesitado de regímenes y de armamento que puedan servirles de relevo en esta región rica en petróleo. El régimen israelí ha tenido esta utilidad.
Sin embargo, la población del nuevo estado de Israel no contaba más que con los reaccionarios. Una gran parte de los militantes sionistas estaban movidos por las convicciones inspiradas en ideas socialistas, que pensaban poder concretizar en su lugar. Las implantaciones agrícolas de la época declaraban un estado de espíritu colectivo e igualitario. Estaban los “kibboutzin”, las granjas en las que los pioneros judíos ponían en común las frutas venidas de su trabajo. Pero instaurando sus colonias en desprecio de la población árabe, no llevaban a cabo más que una caricatura del socialismo, que nada tenía de revolucionario.
Conflictos y acuerdos
Los primeros éxitos israelíes tuvieron lugar en 1949. El primer conflicto árabe-israelí tiene su fin con los acuerdos de armisticio de Rodes. Al fin de esta primera guerra, Egipto y Jordania derrotadas recuperan los restos del pastel: la franja de Gaza y Cisjordania. Sin embargo, las tensiones “frías” que tienen lugar en Oriente Próximo desde 1956, conducen a la Guerra del Sinaí. El 29 de octubre, la armada isaraelí reforzó las tropas franco-británicas que penetraban en Egipto. Las operaciones cesaron bajo la presión de EEUU y la URSS. Israel se encuentra con sus fronteras de 1949.
Algunos años más tarde, en 1964 fue fundada la Organización de Liberación Palestina (OLP). El 5 de junio de 1967, los israelíes lanzaron numerosos ataques y ocuparon territorios, iniciando la Guerra de los Seis Días. En seis días, el este de Jerusalén, Cisjordania, Golán y Gaza fueron ocupadas. La resolución 242 de la ONU exigía la “retirada israelí de los territorios ocupados”, pero Israel la rechaza. Centenares de miles de refugiad@s extra fueron a amontonarse a los campos de Jordania o del Líbano. Esta situación da un fuerte impulso al movimiento nacionalista árabe y de los miles de combatientes que venía uniendo el movimiento de liberación nacional de Palestina, el Fatah, creado en 1959 y dirigido por Yasser Arafat.
No obstante, la política de éste último, que se concentraba en el problema palestino, era muy criticada por otras organizaciones de resistencia palestina que se dotaban de objetivos más amplio y que combatía también las dictaduras árabes. Arataf se había comprometido a no “exportar” la revuelta palestinas a los países vecinos, a cambio de ayuda material y financiera. Los Estados Árabes decían sostener a l@s palestin@s y financiaban a las organizaciones de resistencia pero buscando controlarlos. Las organizaciones de resistencia nacional encarnaron los intereses particulares que se afrontaban en el seno de la OLP: los intereses de las clases pudientes del Kuwait o de Arabia Saudita, por ejemplo, que financiaban los comandos del Fatah. Y después, las organizaciones más a la derecha caían poco a poco bajo la red de la URSS o Siria.
Sin embargo, la resistencia palestina del exilio no estaba totalmente hundida. En 1979, se organizaron grupos que constituyeron un verdadero contra poder frente a la monarquía en funcionamiento en Jordania. No obstante, fue aplastada por las tropas del rey Hussein de Jordania, aliado con Yasser Arataf y la dirección de la OLP. Este acontecimiento, que pasará a la Historia bajo el nombre de “Septiembre negro”, termina con 3500 muertos, 10000 heridos y provoca un nuevo exilio hacia el Líbano. Más que apoyar a la resistencia palestina y el derrocamiento de la monarquía, un gran partido como el OLP, por intereses, prefirió sostener al rey y las masacres. La OLP adopta la estrategia siguiente: dirigir operaciones terroristas internacionales (toma como rehenes a turistas occidentales en grandes hoteles, secuestros aéreos,etc.) para convencer a la opinión pública occidental de la legitimidad de la causa palestina, más que apoyar los movimientos de masas.
El año 1973 estuvo marcado por la Guerra de Kipur. El 6 de octubre, egipcios y sirios vencen a las líneas israelitas, antes de retirarse de cara a la contra ofensiva. El 24, las fuerzas árabes fueron obligadas al alto el fuego.
Este mismo año,e n el Líbano, huelgas y manifestaciones comienzan a sucederse. Grupos armados se constituyen en los barrios populares, que cuentan con numeros@s refugiad@s palestin@s. Sin embargo, en 1975, como en Jordania 5 años antes, las clases dominantes declararon una guerra civil preventiva contra la población libanesa y l@s refugiad@s, por medio de bombardeos aéreos sobre barrios pobres. Pero este método fue insuficiente y la armada ella misma se descompuso. La burguesía libanesa decidió financiar a la extrema derecha, las Falanges, inspirados en los falangistas de la dictadura franquista del estado español. Hizo falta finalmente la intervención de la armada siria en 1976 para aplacar la revuelta. Esta insurrección popular fue aniquilada antes de poder extenderse como la pólvora, y la guerra civil deja un espacio a una guerra entre cristianos y musulmanes.
En 1975, Arataf había anunciado claramente su intención de dejar a las milicias de extrema derecha masacrar a la clase obrera y a los pobres que se había sublevado: “Todo lo que ocurrió en el Líbano es injustificable. La revolución palestina sabe que el verdadero campo de batalla se encuentra en Palestina y que no se puede extraer ningún beneficio de una batalla marginal que la desvía de su verdadero camino”. Él sabe que esta batalla no es nada más que algo marginal pero también sabe que corre el riesgo de perder los apoyos de los Estado árabes si él defiende una lucha común de palestin@s y de líbaneses contra sus opresores.
En 1978, los acuerdos de Camp David fueron firmados entre Israel y Egipto. Los israelíes comenzaron su retirada del Sinaí. Esto no impidió la invasión del sur del Líbano por Israel en 1982, después del asedio del oeste de Beirut, territorio de la resistencia palestina. En los campos de Sabra y Chatila, la masacre de los refugiados palestinos fue cometida también por las tropas del general Sharon, miembro de la extrema derecha israelí, que acabó con más de 3000 muertos.
Intifadas y procesos de paz
Diciembre de 1987 marca el comienzo de la Intifada dentro de los territorios ocupados. La Intifada- “el despertar” o “el levantamiento” en árabe–, comenzó con un accidente de tráfico. El 7 de diciembre, un camión militar israelí provocó 3 muertos al chocar con un taxi que transportaba trabajador@s palestin@s. Los primeros proyectiles desembocaron en la llamada “ guerra de piedras” puesto que éstas comenzaron a volar contra los soldados. En una semana, el levantamiento se extendió al conjunto de los territorios ocupados.
El estado israelí decidió aplacar la subversión siguiendo la fórmula empleada por el primer ministro de Defensa de la época, Yitzhak Rabin. Fueron empleados numerosos métodos para reprimir la revuelta. El toque de queda fue proclamado en los territorios ocupados: los militares disparaban a tanteo a los que no lo respetaban. Muchas casas fueron arrasadas a modo de represalia. La táctica de la armada también consistía en disparar para herir de manera brutal a los jóvenes que combatían en la Intifada. La población palestina cuenta hoy con numerosos jóvenes, y no tan jóvenes, discapacitados de por vida: bien heridos por pelotas de plástico o bien paralíticos al haber recibido una bala tirada en la espalda.
En el seno mismo de la armada israelí empezaron a aparecer las primeras fisuras. Los soldados que hicieron el servicio militar comenzaron a tener serias dudas de las operaciones policiales y de la represión ejercida a otros jóvenes de la misma edad que ellos mismos. 1500 militares israelíes se negaron a hacer su servicio en los territorios ocupados, y 150 de entre estos, tuvieron penas de cárcel.
La Conferencia de Madrid y el comienzo del proceso de paz tuvo lugar en 1991. En la práctica, entre las poblaciones árabes, esto hizo que los movimientos islamistas ganaran audiencia apareciendo como más radicales que Arataf. Además, a comienzos de los años 90, el capitalismo mundial entre en una nueva fase de competencia ultraviolenta, que provoca sucesivas fusiones entre empresas y concentración de capital en los 4 costados del mundo. Los patronos israelíes, sumidos en la presión de la competencia, tuvieron necesidad de acceder a los territorios ocupados que les proporcionaban oportunidades, y sobre todo, mano de obra palestina que no importaba sobre explotar.
Los procesos de paz permitieron imponer reglas de circulación aún más restrictivas. Solo los adultos en edad de trabajar, con buen perfil, estaban autorizados para salir de los territorios ocupados. Pero esta guerra afectó al exterior, los diferentes gobiernos israelíes afectaron también al interior, incluso contra los ciudadanos israelíes, tanto árabes como judíos. Las políticas antisociales y ultraliberales que fueron aplicadas, provocaron numerosas huelgas y manifestaciones entre los trabajadores israelíes.
En septiembre de 1993, los acuerdos de Oslo se firmaron en Washington por Rabin y Arataf. Esto condujo al nacimiento de la “autonomía palestina” en Gaza y Jéricó. La OLP pudo ocupar plenamente su rol de organización antiobrera, cogiendo como costumbre colaborar con la armada israelí. La policía palestina hizo la guerra a todos los que criticaron las negociaciones, empleando tortura y suspediendo a los abogados defeserores de los derechos humanos. Los medios de comunicación fueron puestos bajo control de la Autoridad palestina, también creada para gobernar las partes de los Territorios Palestinos (Gaza y ciudades de Cisjordania). Esta autonomía no era obviamente para la población palestina, que estaba cada vez más oprimida, expuesta a urgencias humanitarias (acceso al agua potable, etc.) a pesar de la retirada de las tropas israelíes de Gaza y Jericó. 2 años más tarde le siguen los acuerdos de Oslo II y la retirada de tropas israelíes de partes de Cisjordania.
No obstante, en julio del 2000, las negociaciones de paz bajo el estatuto de final de los territorios ocupados se terminó. Israel rechaza siempre algunas líneas de negociación como reconocer el este de Jerusalén como capital del futuro estado palestino,el desmantelamiento de las colonias o el derecho a volver a los refugiados. La frustración aumentaba entre la población árabe que vivía en el estado de Israel, tanto como que Tsahal –la armada isrelí– los mismo métodos bárbaros que en los territorios ocupados. La situación estaba al límite, Arataf y la OLP no lograban convencer. Esta situación y toda la acumulación de violencia y represión explican porqué la explosión tuvo lugar algunos meses después.
Efectivamente, a finales del 2000, la visita a la “explanada de las mezquitas” en Jerusalén por el líder de extrema derecha Ariel Sharon –recordado por la matanza de los campos de Sabra y Chatila en 1982– fue un elemento desencadenante de la cólera de l@s palestin@s: es también en este momento cuando surge la II Intifada. El gobierno laborista de Ehud Barak, que se decía socialista, respondió violentamente a las manifestaciones (balas de goma, balas reales sobre la población palestina, sin discriminación de edad, con la única respuesta que las piedras).
Después de muchas semanas de violencia, se contabilizan los heridos y muertos, la mayoría palestinos. Más que un conflicto religioso o ético, como lo presentan los medios a menudo, se trata del resultado lógico de la política israelí intentando impedir la creación de un estado palestino, manifestando su voluntad de anexionar los territorios y rechazando negociar. Sin embargo, en octubre del 2000, jóvenes israelíes firman un manifiesto que llama a la insumisión, en rechazo a matar a palestin@s.
Comienzo de la anexión y división de Palestina
En el verano de 2005 tuvo lugar la “retirada unilateral” de Gaza. Pequeños cantones delimitados por muros, inmensamente poblados, fueron incluidos en la administración de poder local, la Autoridad palestina, aunque casi la totalidad del territorio estaba habitado por israelíes por la extensión de las colonias. Las poblaciones fueron acosadas y desplazadas, mientras que los bombardeos se convirtieron en cotidianos. Un año más tarde, la elección masiva del partido islamista Hamas al parlamento palestino expresaba la pérdida de confianza en la Autoridad palestina. Desde 2007 a 2009, el bloque de Israel sobre Gaza y los bombardeos se continuaban.
En noviembre de 2012, tuvo lugar una votación para acordar el estatuto para que Palestina fuera observadora de la ONU: hubo 138 votos a favor, 46 abstenciones y 9 en contra. Entre el 6 de julio y el 26 de agosto de 2014, bombardeos importantes conmovieron Gaza, dejando 2145 muertos. En reacción, manifestaciones masivas de la juventud fueron organizadas por todo el mundo.
En 2015-2016, los levantamientos de la juventud explotaron, que se mostraban mediante ataques con cuchillos a los soldados israelíes. Si la primera Intifada había sido una reacción a la ocupación, y la segunda la expresión de la desilusión por la utilidad del proceso de paz, estos levantamientos mostraban la desesperanza de una juventud que no tenían nada que perder.
2. La actualidad y las reivindicaciones de l@s revolucionari@s
Enero de 2020: el plan Trump-Netanyahou
Si las potencias occidentales pretendían tener 2 estados y favorecer un proceso de paz, el “estado” propuesto por Trump se componía de pequeños trozos de territorio, fragmentados sin continuidad y, a menudo, sin contigüidad, que recuerdan a los bantustán del sur de África de la época del apartheid. Estos territorios formarían un archipiélago en un océano israelí, con una única frontera directa con otro estado, Egipto, bajo el cual Israel tendría una tapadera. El gobierno norteamericano lo menciona como “una red innovadora de rutas, de puentes y túneles que favorecen la libertad de movimiento de los palestinos” entre las zonas, mientras todo acceso estaría controlado por Israel. Este último anexionó –entre otros– los bloques de colonias y el valle de Jordania, es decir, el 40% de Cisjordania, lo esencial de las tierras fértiles y de las reservas de agua.
Un plan como este, que perpetúa la dominación y la explotación de Palestina por Israel, se debe denunciar. Frente a las fronteras nacidas por el colonialismo, reivindicamos la autodeterminación de los pueblos y la aplicación de la resolución de la ONU (número 194 sobre la vuelta de l@s refugiad@s palestin@s de la guerra de 1948, y la número 242 sobre la retirada de la armada israelí de los territorios ocupados en 1967).
Por otro lado, la política del estado de Israel está dirigida también contra su propia clase obrera. Desde los años 2000, el derecho a huelga ha sufrido restricciones: para ser autorizada, una huelga debe ser apoyada mayoritariamente por l@s trabajador@s de manera individual, y desde 2017, la Justicia de Israel prohibe las huelgas contras las reformas en las empresas públicas cuando sean por motivos “políticos” o en contra del gobierno. No obstante, esta política es totalmente antisocial y antipopular, como atestiguan las manifestaciones de 2011 contra las malas viviendas o el encarecimiento de la vida así como la precariedad. Palestin@s y árabes israelíes se enfrentan cotidianamente a discriminaciones racistas: controles faciales, negación de permisos de trabajo, expulsiones o despidos. El uso de la tortura es continuo aunque esté abolida desde 1999.
Frente a esta situación, debemos intervenir en las manifestaciones que se den contra el racismo, el imperialismo y el antisemitismo, para defender una perspectiva internacionalista puesto que es la nuestra. Debemos también apelar a la solidaridad internacional y aplicar en la medida de nuestras fuerzas, que esto sea para las necesidades humanitarias básicas o con una perspectiva de revolución mundial.
Las cuestiones religiosas son instrumentalizadas para alimentar el discurso de odio de cara a dividir los pueblos entre ellos y en único beneficio de las clases en el poder. Los movimientos islamistas tienen nueva audiencia porque los dirigentes de la OLP no tienen ninguna credibilidad pues se cargan de tareas policiales para ayudar al estado de Israel. Estos sectores religiosos reaccionarios, que son dependientes de la extrema derecha sionista, buscan otorgarse los poderes de un estado. En cuanto a l@s revolucionari@s, denunciamos a estos grupos hostiles a los intereses de las clases populares, así como la instrumentalización de la cuestión religiosa que no es más que para camuflar el origen político y colonial del conflicto.
Por una perspectiva internacionalista
En esta parte del mundo, desafortunadamente no existe una organización revolucionaria que lleve los intereses de l@s explotad@s y oprimid@s, una organización que sea independiente de la Autoridad palestina, de la OLP y de Israel. En 1967, George Habache y Ahmed Jibril fundaron el Frente Popular de Liberación Palestina, miembro de la OLP, pero se trata de una organización nacional de origen estalinista, financiado en sus comienzos por la URSS y hoy día por Irán, y sus métodos y objetivos no son como los nuestros: de acuerdo con las desviaciones de los aviones en los años 70, el FPLP no tiene como objetivo la autoorganización de l@s trabajador@s árabes en cuanto a componente de una clase obrera internacional, capaz de defenderse por ella misma sus intereses y de ir hacia la emancipación de tod@s l@s oprimid@s.
Además, la división de los territorios no permite una unidad geográfica que favorezca el reagrupamiento, y al contrario, constituye un terreno ideal para el nacionalismo. Los problemas humanitarios y las condiciones materiales no facilitan tampoco la construcción de una organización revolucionaria. La elevada tasa de paro refuerza el atractivo de las organizaciones como la OLP, que proponen un salario para responder a las dificultades económicas.
Al mismo tiempo, desde 2000-2005, Israel limita el acceso al mercado de trabajo a l@s palestin@s o bien son contratados como trabajadors@ ilegales en las colonias; esto supone un tabú importante, puesto que avergüenza trabajar para los colonos, pero no hay otra opción económica. La represión del movimiento obrero y de los sindicatos por el estado de Israel frena igualmente la construcción de una organización revolucionaria israelí.
Pero sabemos que la solución nunca vendrá de las instituciones internacionales dominadas por los países imperialistas, las cuales son los primeras responsables de esta situación dramática. Allí, como en el resto del mundo, la salida solo vendrá por la unificación de l@s trabajador@s y de las masas pobres, y por la construcción de organizaciones que tengan como objetivo la emancipación del proletariado con una perspectiva internacionalista y revolucionaria. Aunque este objetivo parece por un momento inalcanzable, sabemos que no hay otra alternativa a ésta.