El capitalismo es un modo de producción fracasado. Produce un orden social en putrefacción. “La gangrena del capitalismo lleva consigo el de la sociedad moderna, derecho y moral incluidas”. Son las palabras de Trostky en 1939, recogidas en su escrito “Su moral y la nuestra”. Mirando lo que sucede con el líder de l@s trabajadore@s del campo, parecen escritas hoy.

Entre las otras emergencias de la crisis del coronavirus, está la crisis del sector agrícola de producción primaria. La temporada es buena y se esperaría una buena cosecha. Pero debido a las restricciones necesarias para hacer frente a la epidemia, han llegado a faltar 300.000 bracer@s agrícolas, provenientes en gran parte de países como Rumanía y Bulgaria. La patronal agrícola lanza la voz de alarma, sus inversiones están en riesgo y es preciso que el gobierno se ocupe de integrar los brazos que faltan.

El problema es que la mayoría de l@s bracer@s inmigrantes son mantenid@s en clandestinidad a causa de un monstruoso aparato legal que l@s obliga a quedarse en la ilegalidad. En condiciones normales est@s trabajador@s irregulares viven en la sombra, como se dice, lejos de los ojos y el corazón. Ahora la emergencia sanitaria ilumina su siniestra situación y obliga a todas las fuerzas políticas, sujetos sociales y a la opinión pública a echar un vistazo a esta categoría de trabajador@s esenciales que todos los días aseguran el suministro de alimentos a decenas de millones de italian@s.

A est@s trabajador@s esenciales – héroes, según los parámetros éticos en el tiempo del coronavirus- ¡se les reconoce normalmente la enorme suma de 3-4 euros brutos por hora de trabajo! Un salario de hambre que les obliga a vivir en escuálidas chabolas sin calefacción, alcantarillado, con servicios higiénicos en mal estado y escaso acceso al agua potable.

En este punto, el escándalo asalta al hipócrita demócrata pequeñoburgués, que identifica de inmediato la causa del mal: ¡los contratadores de est@s trabajador@s inmigrantes! Efectivamente, como si no fuera suficiente, est@s trabajador@s también son atormentad@s por quienes l@s contratan, que se aprovechan de una forma ilegal de la intermediación de la mano de obra y cuyos beneficios a menudo interesan al crimen organizado. Pero estos capataces constituyen el último eslabón de una cadena de explotación criminal. Toda la producción alimentaria está marcada por la explotación de l@s bracer@s y sobre ella se basa el margen de beneficio del empresario agrícola, del pequeño al grande, cuyos precios de venta de su producto son en gran medida impuestos por los mayoristas, los cuales están vinculados a la capacidad de venta de la distribución a gran escala de imponerles sus propias condiciones.

Pocas grandes cadenas minoristas, entre ellas Coop, Conad, Esselunga, Eurospin, controlan el 75% del mercado de consumo. Tienen ingresos muy altos que han incentivado aún más (más del 10%) debido a la emergencia de salud. La posición dominante les permite reducir los precios a la baja, en detrimento de la cadena que lleva los productos agrícolas a los estantes. Es uno de los mecanismos infernales del capitalismo, el de reducir los costes de las exigencias necesarias para el trabajador reproducir su fuerza de trabajo, y para eso reducir el salario medio a precios de descuento. A la vez, se puede aumentar su explotación hasta las consecuencias extremas de las condiciones inhumanas en que viven cientos de miles de trabajador@s en el sector agrícola.

La polémica sobre la regularización de l@s bracer@s inmigrantes

Lo descrito son los bastidores en los que se exhibe la grisácea representación teatral de las fuerzas políticas del gobierno y la oposición. Un ministro de uno de los partidos más filoempresariales, Italia Viva (partido de Matteo Renzi), la ministra de Agricultura Bellanova, intenta cerrar el agujero de esta falta de mano de obra. Evidentemente, su preocupación es socorrer los intereses del capitalismo agrario, aunque no le falta revestirlo con una pátina melosa de sensibilidad, respecto a las difíciles condiciones de est@s trabajador@s. Por desgracia para ella, el mismo hecho de proponer sólo una regularización temporal convierte en amarga esa miel y revela sus intereses reales.

Sin embargo basta con esto para desatar la mecha en el gobierno y con las fuerzas de oposición. La derecha, desde la oposición, con su carga de propaganda xenófoba y racista, rabia contra la amnistía para l@s “clandestin@s” con el objetivo de satisfacer al pequeño y mediano propietario agrícola, en negociaciones directas con los contratadores que le ofrecen mano de obra a precio de ganga. En el gobierno, el M5S, el partido autodenominado “de los honestos” y de la moralización de la política, en busca de una recuperación electoral en el sur (donde se hallan áreas agrícolas donde se producen los fenómenos de explotación más graves), regurgita el impulso antiinmigración de gran parte de su base militante e incluso bloquea las muy modestas propuestas de la ministra Bellanova. La excusa risible es que esto permitiría la impunidad de los contratadores de bracer@s.

En resumen, un teatro obsceno sobre la piel de trabajador@s que a diario suministran alimentos a millones de conciudadanos al precio de formas inhumanas de explotación. Podríamos decir que el capitalismo ya da bastante asco por sí mismo sin necesidad de estas escenas vomitivas. Pero la putrefacción moral de la burguesía abre un abismo sin fondo en la conciencia colectiva entre su moral y la del proletariado, su moral y la nuestra, de hecho.

Una vez más, a la decadencia política y moral del orden burgués la única solución es la lucha unitaria de l@s trabajador@s de todos los sectores, nativ@s e inmigrantes, en base a un conflicto unitario de todo el mundo del trabajo que incluye, entre otras, estas reivindicaciones:

-abolición del delito de inmigración ilegal
-abolición de todas las leyes discriminatorias contra l@s inmigrantes, desde Turco-Napolitano hasta Bossi-Fini, hasta los Decretos de seguridad más recientes
-liberalización de los flujos migratorios
-establecimiento de contratación de empleo público obligatorio en la agricultura bajo el control de las asociaciones sindicales de trabajador@s bracer@s
-convenio colectivo nacional para trabajador@s agrícolas
-nacionalización bajo el control de l@s trabajador@s de las áreas mayoristas de producción agro-zootécnica
-nacionalización de la distribución a gran escala del sector agro-zootécnico bajo el control de l@a trabajador@s y sin indemnización para los grandes accionistas

El Partito Comunista dei Lavoratori PCL llevará estas reivinidicaciones en todas las ocasiones de acción unitaria de las fuerzas políticas y sindicales de clase, así como en todas las movilizaciones de la clase trabajadora contra las políticas de la patronal, el gobierno, las instituciones y sus fuerzas políticas cómplices, contra el capitalismo y su enésima crisis.