El Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de EEUU (CBP) ha retenido más de 1000 menores que cruzaron la frontera EEUU-México sin acompañamiento, el mayor número desde el 27 de abril, durante un aumento sin precedentes de jóvenes solicitantes de asilo.

L@s menores, muchas veces retenid@s en condiciones similares a prisión en instalaciones con registros de malas condiciones de salubridad y seguridad tras el límite de tres días exigido por los jueces, permanecerán bajo custodia del CBP hasta su traslado a una casa de acogida o su reunión con algún responsable familiar que ya se encuentre en el país.

L@s 1040 menores bajo custodia del CBP están bien por debajo del récord de 5767 registrado este pasado marzo, así como del nivel de la administración Trump, con la que el CBP retenía a más de 2000 menores. Sin embargo, es un recordatorio de que toda la retórica acalorada alrededor de la política migratoria, ni la administración Trump ni la Biden han hecho mucho por cambiar las causas de la migración hacia EEUU de raíz.

Los factores que llevan a l@s menores a cruzar la frontera este año son complicados, y se ponen en juego en diferentes escalas de tiempo. Ha habido catalizadores inmediatos como dos huracanes recientes en América Central, la devastación económica del Covid-19 y la relajación de algunas de las restricciones más graves de la administración Trump.

El 1 de junio la administración Biden terminó formalmente con los llamados Protocolos de Protección Migratoria, también conocidos como “Quedaos en México”, una política de la era Trump que devolvió a México a cerca de 70000 solicitantes de asilo que estaban protegidos y protegidas por la ley de los EEUU, a la espera de sus fechas de juicio.

Esto, sin embargo, no ha terminado con el Título 42, otra política migratoria de Trump que cerró ampliamente la frontera a solicitantes de asilo con motivo del Covid-19, un movimiento criticado por expertos tanto en salud como inmigración por innecesario. Miles de menores, a quienes Biden ha excluido de esa política, han cruzado sol@s ante la alternativa de ser enviad@s a casa de nuevo. (Para entender esto último hay que situar el origen de estos menores en zonas más remotas de México y de los países centroamericanos).

Influencias a largo plazo incluyen el cambio climático, la extrema pobreza y la corrupción en regiones de México y Centroamérica, que mandan a la mayoría de los migrantes a la frontera sur de EEUU, lugares donde dictadores ampliamente apoyados por la Casa Blanca y grupos paramilitares han dejado heridas sociales y económicas.

La vicepresidenta Kamala Harris ha visitado México y Guatemala este mes para subrayar los problemas migratorios, así como promocionar nuevos planes de ayudas para millones de centroamerican@s, una nueva fuerza de choque anticorrupción, y la futura apertura planificada de centros de solicitud de asilo en los propios países centroamericanos.

Aún así y a pesar de estos planes, ella y el presidente se han encasillado en un tono de línea dura muy evidente.“Quiero ser clara con la gente en esta región que piensa en esa peligrosa travesía a la frontera EEUU-México: no vengáis. No vengáis. EEUU continuará reforzando sus leyes y su frontera” ha dicho.

Críticos como la parlamentaria Alexandria Ocasio-Cortez han expuesto que los EEUU no están haciendo lo suficiente para proteger a los demandantes de asilo, un derecho humano internacional, y que están desanimando a las personas con los riesgos de ir en comparación con el abanico de factores que las llevan a irse de sus casas en primer lugar.

“Esto es decepcionante” escribió la congresista sobre la vicepresidenta Harris. “En primer lugar, solicitar asilo en cualquier frontera de EEUU es un método de entrada 100% legal. Segundo, los EEUU han estado contribuyendo al régimen de cambio y desestabilización de América Latina durante décadas. No podemos ayudar a prenderle fuego a la casa de alguien y entonces culparle de salir de allí”.

Mientras tanto, la ambiciosa ley de expansión de la inmigración legal de la administración Biden, desvelada a principios de este año, todavía no ha tomado velocidad, mientras el Covid-19, las infraestructuras, las elecciones y la política sobre justicia racial han ocupado la mayoría del tiempo de Washington hasta ahora.

Si ese plan se quedó en nada en manos de un obstruccionista republicano, tal como ha ocurrido en el pasado, la administración Biden está trabajando también en pequeños cambios internos que atajen todo el trabajo atrasado en materia de inmigración de la  administración Trump.

Traducción de artículo de www.independent.co.uk