Desde que hace 2 meses Putin decidiera invadir Ucrania, los medios de comunicación de la burguesía se han puesto manos a la obra para crear el relato perfecto de este conflicto imperialista. Uno de los objetivos claros es el de crear una corriente de opinión que apoye los intereses imperialistas de nuestras propias burguesías, de tal forma que al presentar la guerra con dos bandos, donde el bloque de la OTAN jugaría el papel de héroes en defensa de los derechos de l@s ucranian@s, para que olvidemos que lo que está encima de la mesa es un choque de intereses económicos por el control del cuarto país con más riqueza en recursos materiales.

El relato está burdamente elaborado uniendo noticias sobre cómo va la guerra, entrelazadas con mensajes de famosos de toda índole apoyando la resistencia ucraniana, con una serie de escenas emotivas que aumenten la empatía, de las que se suelen destacar que tal o cual deportista ucraniano se hace voluntario para defender su patria junto a “jóvenes patriotas”. Y es lógico, que esos chicos puedan tener acceso a armas y las democracias occidentales están en el deber de suministrárselas. En este cuento idílico las torturas y humillaciones a personas de etnia gitana por unidades paramilitares nazis como el batallón Azov, dependientes del ministerio del Interior ucraniano y armadas por los gobiernos estadounidense y europeos, no tiene cabida.

Pero detrás de esta mascarada de defensa a ultranza de los derechos humanos y de la integridad de las naciones, se esconde la hipocresía y el doble rasero de los gobiernos imperialistas y de las distintas burguesías, pues aunque enfrentadas entre sí en un escenario no dudan en colaborar entre ellas en otro si hay intereses económicos de por medio. Por poner un ejemplo, el 28 de febrero, ya con tropas rusas en suelo ucraniano, el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia incluida, aprobó el embargo de armas a los rebeldes Hothi de Yemen, un cheque en blanco para Arabia Saudí, a la que muchos países europeos entre ellos el Estado español venden armas.

Sin olvidar a Palestina, el último acuerdo entre el gobierno de Pedro Sánchez y el de Marruecos sobre el Sáhara demuestra a las claras que eso de la defensa de los derechos de los pueblos están en venta. El sufrimiento del pueblo saharaui bien merece la pena si con eso Marruecos sigue haciendo de gendarme con las migraciones, al estilo de Erdogan en Turquía, pues un@s refugiad@s son mediáticos y pueden ser útiles para los partidos políticos y otros no. Basta recordar que mientras hoy los dirigentes del PP ofrecen su apoyo al gobierno para acoger a refugiad@s ucranian@s, algunos como Javier Maroto decían en 2015 sobre los refugiad@s siri@s: “Entre l@s siri@s que entran hay yihadistas que un día ponen una bomba en nuestras ciudades”. Al PSOE también les son más útiles un@s inmigrantes que otros, como denuncian  migrantes rescatados en 2018 en el Aquarius, a quienes Pedro Sánchez prometió la regularización y que una vez acabada la cuestión electoral y mediática de ese momento, siguen esperando el cumplimiento de esa promesa.

Esta es una lección para todos: podemos seguir esperando a que la burguesía deje de provocar sufrimiento humano para enriquecerse y prevalecer como clase dominante, o podemos actuar como clase trabajadora, la única capaz de transformar esta sociedad podrida para poner en el centro la cuestión de la revolución y desterrar al trastero de la Historia a los imperialismos y sus guerras.