“Insorgiamo” (Levantémonos) ha sido el lema de l@s trabajador@s de la multinacional GKN durante meses de lucha y el que encabezaba su marcha el pasado 18 de septiembre en Florencia, acompañad@s profusamente por 40.000 personas de organizaciones políticas, luchas obreras como la de Whirlpool y y colectivos sindicales de base, lema que evoca la necesidad de una rebelión obrera. No se trataba de una  evocación retórica, sino que representa una orientación sindical concreta en la intervención en la industria ante la política de despidos masivos del gobierno italiano de Mario Draghi y la ofensiva de Cofindustria (patronal italiana).

Podemos calificar sin pestañear de ejemplar la lucha de l@s 422 emplead@s de la planta florentina de GKN en Campi Bisenzio por 2 elementos básicas. En primer lugar la forma de lucha, estratégica, de ocupar la fábrica y organizar piquetes permanentes en la puerta (a lo que se opuso la dirección de CGIL, 1º sindicato del estado, a cuya corriente de izquierdas está afiliada la plantilla) ante el inesperado anuncio de cierre el pasado 9 de julio por correo electrónico y el consiguiente despido de la plantilla, para evitar que la patronal se llevara la maquinaria. Las razones del cierre obedecen a desplazar la producción para especular en otro país, pues es una fábrica sin pérdidas y que ha recibido jugosas subvenciones. En segundo lugar, la caja de resistencia, que ha resultado esencial para mantener la unidad,

GKN es una multinacional británica que se ocupa de fabricar componentes para el sector automovilístico, maquinaria agrícola y aerospacial. En 1994 fue adquirida por la compañía Fiat Auto y según el acuerdo sindical se comprometía a adquirir suministros para sus componentes en las fábricas de Italia. En 2018, tras la adquisición por el fondo de inversión británico Melrose Industries, anunció una importante reestructuración que, como suele suceder, recayó sobre la espalda de l@s trabajador@s.

Después del decreto de congelación de los despidos del gobierno Conte, entonces jefe de gobierno, debido a la pandemia, que se prolongó hasta el 31 de junio, el 9 de julio llega la siguiente nota de la dirección de GKN: “La precondición negociadora de la revocación del procedimiento de despido para los 422 emplead@s de no puede ser aceptada, dada la decisión de cierre adoptada”, y rechaza la acusación de haber rechazado cualquier diálogo. Es entonces cuando sus trabajador@s empiezan a movilizarse como no se había visto desde hace mucho tiempo en Italia, convirtiènfose en el conflicto sindical más importante del país tras décadas de derrotas.

La historia sindical de la plantilla de GKN siempre ha sido ejemplar. Es el resultado de años de conquistas en la empresa y de una meticulosa construcción de relaciones de fuerza, dentro y fuera de la fábrica: a lo largo de los años negociaron mejores condiciones que las centrales sindicales habían abandonado a nivel nacional (como la protección del artículo 18 frente a los despidos individuales), y se han opuesto a los aspectos más lesivos del convenio nacional de la siderurgia de 2016. Por eso su respuesta a los despidos y la solidaridad recibida han ido más allá de una disputa más contra la patronal y ha alcanzado una importancia política.

La dirección de la CGIL, que estuvo ausente en la masiva manifestación en Florencia, se ha opuesto sistemáticamente a la ocupación de la empresas en todos los pasos cruciales de la lucha de clases en las últimas décadas porque entra en conflicto con la concertación que ha tenido con todos los gobiernos y es una primera forma de expropiación de la propiedad, al plantear la cuestión de la fuerza como medio para resolver la disputa.

Al día siguiente del anuncio del cierre se formó un comité local de apoyo a la huelga compuesto por trabajador@s de otras empresas y activistas, una coordinación de mujeres, esposas y trabajadoras de GKN, la ANPI (Asociación Nacional de Partisanos Italianos) participó en las manifestaciones de julio y agosto, incluso el alcalde de Campi Bisenzio no sólo tuvo que apoyar las acciones de la plantilla sino que emitió una orden que impedía que los camiones se acercaran a la fábrica para intentar vaciarla y el 19 de julio la CGIL de Florencia declaró una huelga general territorial a la que se unieron otros sindicatos.

El 20 de septiembre el tribunal de Florencia aceptó el recurso del sindicato FIOM-CGIL señalando que GKN había violado el artículo 28 del Estatuto de los Trabajadores, implementando comportamientos antisindicales, y condenó a la empresa a revocar el despido de los 422 trabajador@s. Desde el Partido Democrático hasta la Liga de Salvini pasando por Sinistra Italiana instrumentalizaron esta victoria como si los dos primeros en el gobierno no hubieran legislado en favor de la patronal y los terceros ensalzando las leyes constitucionales y la justicia burguesa, como si la correlación de fuerzas en la ocupación de la fábrica fuera algo totalmente insustancial en la lucha.