El ministro Matteo Salvini grita contra la violación de la ley y el derecho y pide el arresto de la tripulación de Sea Watch. El liberal Corriere della Sera, que no es gubernamental, prefiere asociarse con la denuncia de una “ilegalidad manifiesta”. Incluso el director de Il fatto quotidiano, Marco Travaglio, venerado durante mucho tiempo por la izquierda reformista, redescubrió para la ocasión su vocación justiciera, enumerando las violaciones de la ley por parte de la nave y brindando al ministro una cobertura inesperada. Para esta muestra de burgueses reaccionarios o “democráticos”, la ley se convierte en el tótem al que subordinar cualquier principio de justicia y humanidad.

Una vergüenza, si solo partimos de hechos indiscutibles. Los 42 inmigrantes rescatados por la Sea Watch se han escapado de la tortura de las cárceles libias, las mismas cárceles financiadas en realidad por los gobiernos italianos, primero por Minniti y luego por Salvini. Nadie puede desmentir esta verdad. El gobierno de al-Sarraj, protegido por Italia, administra una parte de los centros de detención libios, las milicias privadas gestionan otra parte. La guardia costera de Libia está vinculada a las milicias y cogestiona sus negocios.

Las milicias son pagadas por las familias de l@s inmigrantes, que exhiben los signos de sus torturas infligidas como un arma de chantaje. Después del pago, l@s inmigrantes se van y la guardia costera, a cambio de sobornos, tiene como objetivo dar la vuelta y devolverl@s a la cárcel, donde comienza nuevamente el viaje infernal. Otro viaje, más torturas, más dinero. Por tres, cuatro, cinco veces. Algun@s inmigrantes de la Sea Watch habían partido y habían sido capturados muchas más veces por los mismos canallas. Los “traficantes de seres humanos” que Salvini denuncia son los mismos que él mismo financia y equipa.

“¡La Sea Watch ha violado la ley!” Es cierto. Ha violado un decreto Seguridad bis que busca intimidar y prohibir cualquier rescate marítimo sustraído a la guardia costera de Libia. Un decreto Seguridad que asigna de hecho al gobierno libio y a los traficantes con quienes colabora el poder de la vida y la muerte sobre decenas de miles de inmigrantes. Basta con que no lleguen a nuestras costas y Salvini pueda lucrarse con el “final de los flujos”.

Pero la reducción en las llegadas es solo el otro lado del aumento de l@s torturad@s. Y de la tortura uno siempre trata de escapar, como a veces pueden hacer l@s que sobreviven. La Sea Watch simplemente ha salvado a algun@s. Solo podía hacerlo entrando en el área de Libia y violando la ley de Salvini. Esta es la razón por la cual la capitana y su tripulación deben ser defendidos de las garras del ministro del Interior, sus prefectos y cualquier magistrado que cumpla con los requisitos. Y l@s inmigrantes de la nave deben desembarcar y ser asistidos, inmediatamente.

Pero en esta historia todavía hay más. La Unión Europea ha demostrado una vez más su verdadero rostro. Cada gobierno juega para descargar en sus aliados la carga de l@s inmigrantes para no perder el consenso interno, permanecer en la silla y poder seguir robando a sus trabajador@s. El espectro de l@s inmigrantes es agitado no solo por el perro reaccionario de Salvini y sus amigos de la misma cuerda, sino también por los campeones liberales y europeístas, Macron a la cabeza. Los acuerdos de Dublín firmados por todos, incluida Italia, no son escandalosos solo porque “Italia tiene la carga de la recepción”, sino porque niega los derechos y libertades de emigrar a Europa a quienes huyen de la guerra, el hambre y la tortura.

Además, la misma Unión Europea que rechaza toda distribución de refugiad@s y los canales humanitarios legales para la inmigración, cubre al gobierno italiano y su ley: la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que rechazó la apelación de Sea Watch solo ha servido para honrar el principio de complicidad con Salvini, en una lógica de colaboración entre bandidos y criminales.

El capitalismo y el imperialismo son los verdaderos responsables de las migraciones. Son las políticas de guerra de las “democracias”, desertificaciones producidas por el saqueo ambiental y el cambio climático, el robo, este sí “absolutamente legal”, de EEUU, China, la Unión Europea y Rusia que están promoviendo en todo el continente africano. Muchos millones de african@s están migrando dentro de África, de un país a otro, forzad@s por la privación de tierras y el hambre. Quien llega a las cárceles libias y espera llegar a Europa es solo una gota en el mar de esta enorme migración.

Esta es la razón por la que la respuesta a la tragedia de la inmigración no puede quedarse en la reclamar la acogida. La acogida y apertura de puertos debe ser apoyada sin reservas y ambigüedad, y aún más sin un guiño oblicuo y enmascarado a la soberanía reaccionaria. Pero la batalla democrática debe remontarse a una perspectiva anticapitalista y antiimperialista, una perspectiva de liberación sin fronteras.