El aumento de los anuncios comerciales es la mejor forma de saber que se aproxima la Navidad. Sin embargo, esto no es lo único que crece, sino que también lo hacen otras tendencias que tienen un efecto brutal sobre nuestras vidas como son, entre otras, el paro y la precariedad laboral.

En palabras del director general de Manpower en el Estado español (unas de las empresas de trabajo temporal más grandes del mundo) “con la crisis y el deterioro del mercado de trabajo muchísima gente en paro intenta conseguir un empleo en este periodo (Navidad)”, añadiendo a continuación “las empresas valoran la experiencia, la flexibilidad y la disponibilidad horaria, además de una rápida adaptación al puesto”. Con este argot, lo que nos están diciendo realmente que debido al paro masivo y a las pésimas condiciones laborales (favorecidas por la legislación del PP y el PSOE), la desesperación de lxs trabajadorxs para poder sacar adelante a sus familias es tal que las empresas pueden aprovecharse para ofrecer unos empleos con unas condiciones miserables. Que, si trabajamos muchas horas, con jornadas a gusto del empresario (suelen ser con horarios partidos que de facto te obligan a no tener vida más allá de la jornada laboral) y por unos salarios muy bajos es posible, pero muy improbable, que decidan contratarnos más tiempo con estas mismas condiciones (o peores si hay que volver a ajustarse el cinturón).

Los contratos temporales no solo permiten a las empresas explotar más a lxs trabajadores y a la juventud, sino que también dificulta la capacidad de respuesta de estxs. El pasado 4 de enero se dieron de alta 411.000 personas en la Seguridad Social, a la vez que se daban de baja 545.000. Para nosotrxs la miseria, para Amazon o Carrefour unos beneficios netos de 724 y 746 millones de euros respectivamente. Esto es el sistema capitalista.

Nuestra conclusión desde IZAR es clara. Si tenemos que elegir entre la “competitividad” o nuestros derechos, elegimos nuestros derechos. Si tenemos que elegir entre sus beneficios o nuestras vidas, elegimos nuestras vidas. Para ello, es necesario dar una lucha constante en cada centro de estudio y de trabajo que pueda reequilibrar la balanza hasta que seamos nosotros y nosotras, las que creamos las riquezas, quienes decidamos como, cuando y para qué se trabaja.