Tras la crisis económica que asoló Europa y que obligó a una gestión común parcial de la deuda pública, una década después ha sido el coronavirus quien ha forzado el parto de los famosos eurobonos, evocados durante mucho tiempo por los círculos burgueses liberales y reformistas. Tras 4 días de tensión diplomática que se retransmitieron como una jugada entre el norte (encabezado por Holanda) y el sur (Italia y el estado español, los más sacudidos por la pandemia), pero que no fueron más que una partida de cartas de las burguesías de la UE, el 21 de julio se anunció por Pedro Sánchez el acuerdo de una “gran pacto económico” para afrontar la crisis: 750.000 millones de euros, de los que la mitad serán subvenciones y la otra , préstamos condicionados.

El valor total de los títulos emitidos en este plan de recuperacion europeo, de acuerdo con los distintos programas previstos, corresponde indudablemente a una cifra impresionante: es mayor en términos de porcentaje del PIB europeo que el Plan Marshall de 1948-1951 (hasta un 5% del PIB continental) y sólo los 400.000 millones de ayudas europeas a la banca en la crisis anteror los acarician como cifra. La división de la suma es directamente proporcional al impacto de la crisis en las distintas economías nacionales, así como la división interna entre préstamos y donaciones (no reembolsables).

El coronavirus (por mucho que hubo quienes lo anunciaban) no nos ha golpeado y ha hecho tambalear nuestras economías para acabar con el capitalismo, si acaso únicamente para acelerar sus contradicciones. Por tanto, si en 2009 Sarkozy anunció que había que “refundarlo”, el plan de recuperación europeo que aplauden al unísono PSOE y Unidas Podemos no es más que otro andamio para reforzar la estructura y un nuevo chapa y pintura, patrocinado por el gobierno más de izquierda de la historia. Porque el objetivo final de este fondo, en particular la componente de ayudas que no la de préstamos, es permitir a los países reducir el déficit sin dañar la recuperación: las reglas de la austeridad siguen ahí y todos sus ataques de clase permanecen inalterables.

“Hemos mostrado responsabilidad colectiva y solidaridad; creemos en un futuro común. El acuerdo es una clara señal de que Europa es una fuerza de acción, crucial en el viaje europeo: es la primera vez en la historia que nuestro presupuesto se vincula a los objetivos climáticos”, presumió Charles Michel, el presidente belga y coordinador de la reunión. Esta “solidaridad y responsabilidad” no es más que la de los mercaderes de la UE, ya que detrás de la exultante sonrisa de Sánchez y satisfacción de Iglesias, su gobierno deberá solicitar el acceso a los fondos presentando Planes de Inversiones y Reformas. Según fuentes de Nadia Calviño, esto “ofrece flexibilidad a España a llevar a cabo sus programas nacionales, siempre dentro del marco de las recomendaciones del Semestre Europeo (CSRs)”.

Pero se establece un freno de emergencia, de revisión e intevención, por el cual un estado miembro o varios podrán exigir el seguimiento de un programa de otro país en caso de desviaciones con respecto a lo negociado. Este seguimiento tendrá en todo caso un carácter político, ya que será el Consejo Europeo quién decidirá sobre la continuidad del programa. Mark Rutte, primer ministro holandés y cabeza del grupo de los llamados “países frugales”, ejercerá de nuevo hombre de negro de la troika. Un adelanto: “La vía para mejorar la competitividad es la reforma de las pensiones y del mercado laboral. Cuando un colega me dice que quiere gastar el dinero europeo en inversiones verdes yo le contesto: Genial, ¡hazlo! Pero eso no es una reforma, es una inversión inteligente. Una reforma es siempre en el mercado laboral y en las pensiones”.

¿Y cuál es la letra pequeña que ninguna de las 2 patas del “gobierno de progreso” desmenuzó, a sabiendas que este fondo es el hilo del que pende su legislatura? Pues efectivamente, PSOE-UP se encontrarán mucho más restringidos en desplegar las migajas sociales que prometieron en campaña electoral. Para empezar, se vislumbra a corto-medio plazo una subida de IVA, por supuesto la reversión de los aspectos más lesivos de la reforma laboral que el presidente lleva sin derogar 2 años sale de la hoja de ruta y la privatización de las pensiones por medio de la mochila austriaca, que nunca se descolgó de los hombros del ministro Escrivá, está a la vuelta de la esquina. Más que un fondo, es la “trampa de la recuperación” a la clase trabajadora.