Últimamente Vox ha experimentado una notable influencia política y un crecimiento (que lo ha llevado al parlamento de Andalucía), que ha ido acompañado de un giro de su estrategia comunicativa e ideológica. Vox ha puesto énfasis en la defensa de la unidad de España y de la ley a la vez que se alineaba con los movimientos de extrema derecha que triunfan en otros países europeos de cara a las elecciones al parlamento Europeo de mayo del 2019. La meta es conseguir una minoría de bloqueo en el parlamento de Estrasburgo.
Así, han acercado posiciones con Marine Le Pen – Abascal se reunió con ella en el año 2017 en Perpignan durante un mitin de las elecciones en el país galo que finalmente ganó Emmanuel Macron. También se reunió en la ciudad alemana de Coblença con la formación ultranacionalista Alternativa por Alemania (AfD), oposición actual al gobierno de coalición de Merkel, el neerlandés islamófobo y sionista Geert Wilders y el actual ministro del Interior italiano, el xenófobo Matteo Salvini.
Este otoño el caché político de Vox se ha revalorizado considerablemente entre la derecha radical representada en el Parlamento Europeo. Mientras hace unos meses muchos de estos grupos menospreciaban en público al partido de Abascal, ahora como explica el politólogo de la Universidad Complutense de Madrid Guillermo Fernández, lo observan con interés creciente. Si ante las desavenencias de Vox con la ultraderecha flamenca por el apoyo a la independencia eran minoritarias en la medida en que Vox era irrelevante, ahora se empiezan a limar. “Si soy elegido iré al Parlamento Europeo con una chapa del Duque de Alba”, insignias militares que homenajean los tercios de Flandes, afirmaba Abascal en referencia a los lazos amarillos que llevan algunos representantes del N-VA y del Vlaams Belang flamencos en apoyo a los presos políticos catalanes.
El juego de equilibrios en Estrasburgo
El 20 de septiembre de 2017, Abascal se enfrentó públicamente en Twitter con Matteo Salvini, líder de la Liga y actual hombre fuerte del gobierno italiano, por el apoyo nominal de Salvini al referéndum del 1-O y a la independencia de Catalunya. El pasado marzo, Abascal le espetó: “Mete tus narices en los asuntos italianos y deja de comportarte como un burócrata gobalista interponiéndote en la soberanía nacional de España. Y por cierto, este separatismo catalán que apoyas tiene entre sus logros haber hecho de Cataluña la región más islamizada de España”.
Horas antes, después de la detención de Puigdemont en Alemania, Salvini había twitteado criticando la política de Alemania, sin nombrarla, diciendo que, entre otras cosas “boicotear y sancionar a Rusia agrava los problemas europeos, como agrava los problemas detener al President de Cataluña”. Vox ha pasado ahora a ser un potencial aliado y vuelve a acercarse a los que pueden ser sus socios europeos.
Los que lo miraban con simpatía pero con distancia (como Le Pen), ahora se dirigen a Vox con entusiasmo (como también el exlíder del Ku Klux Klan David Duke en un tuit), y los que explícitamente lo rechazaban (como la Liga de Salvini o la derecha radical flamenca, Vlaams Belang y la NVA), ahora se resignan a tener que contar con Vox en Estrasburgo. De hecho, hay dos grupos parlamentarios en Estrasburgo a los que se podría unir Vox: el Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD), encabezado por el UKIP británico, AfD, el M5S italiano y los Demócratas Suecos. El otro grupo se llama la Europa de las Naciones y las Libertades (ENF) y está encabezado por la Agrupación Nacional de Le Pen, la Liga de Salvini, el FPÖ de Strache o el PVV de Wilders.
Por otro lado, hay partidos que no participan en ninguno de los dos grupos nombrados, pero que comparten postulados con Vox como el PiS de Kaczynski, que gobierna en Polonia, y que forma parte del grupo de Conservadores y Reformistas, con los tories (que en su momento saldrán del hemiciclo tras el Brexit), el SDS de Janez Jansa, antiguo primer ministro de Eslovenia, el Fidesz, el partido de Viktor Orban en Hungría, que está agrupado con el PP europeo, como el SDS esloveno, la formación más representativa de la deriva más autoritaria y bonapartista en la Europa actual. Un partido de masas que ocupa casi dos terceras partes del parlamento y que ha hecho suyas las posiciones del partido neofascista Jobbik contra las minorías y la inmigración.
La conexión con Steve Bannon
Otro de los contactos internaciones de Vox, y posiblemente el más importante, es con el ala más vinculada con la corriente alt-right del Partido Republicano de los EEUU. El abril pasado Rafael Bardají, fundador y actual director del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES) y asesor del gobierno de José María Aznar, se reunió en Nueva York con Steve Bannon. Bardají asegura que mantiene contactos fluidos con Jared Kushner, yerno de Trump, y John R. Bolton, actual consejero de Seguridad Nacional y exembajador de los EEUU en las Naciones Unidas del gobierno de George W. Bush.
Actualmente Bardají lleva las relaciones internacionales de Vox, que pasan sobre todo por el trumpismo, el lepenismo de Marine y la vía Strache, en referencia al vicecanciller y ministro de Administración y Deportes austríaco Heinz-Christian Strache (un hombre con pasado neonazi y ahora gobernando en coalición con conservadores como hizo en su día Jörg Haider), que se propone reconstruir una derecha dura, sin complejos, capaz de arrebatar el dominio cultural a la izquierda y poniendo la cuestión de la identidad (nacional, europea y de tinte católico) en el centro del debate público. Bardají fue asesor de los ministros de defensa populares Eduardo Serra y Federico Trillo, así como director de política internacional de la FAES. Se le considera ideólogo de la intervención española en la guerra de Irak y del apoyo acrítico de Aznar al gobierno de Israel de Benjamin Netanyahu.
Del encuentro de Bardají con Bannon, Vox asegura que el ideólogo les asesorará el partido en su estrategia política, especialmente a “establecer estrategias para combatir la propaganda separatista fuera de España y para reducir al máximo cualquier apoyo internacional al separatismo catalán”. Bannon fue uno de los responsables indiscutibles de la victoria de Donald Trump en las elecciones de los EEUU de 2016.
Exeditor del digital ultra “Breitbart”, fue posteriormente cabeza de estrategia de la Casa Blanca, un cargo creado específicamente para él y que ocupó hasta el 18 de agosto de 2017. Seis días antes una manifestación de ultraderecha y neonazi en Charlottesville contra la retirada de la estatua del confederado Robert E. Lee había acabado con tres víctimas mortales: Heather Heyer, una manifestación te antifascista asesinada en un atropello intencionado, y dos agentes de Virginia, muertos al estrellarse un helicóptero.
Desde entonces, Bannon ha estado desbancado también de “Breitbart”: la billonaria y de ultra derecha familia Mercer le retiró el lucrativo apoyo financiero a causa de su participación en el libro best-seller “Fire and fury”, escrito por Michael Wulff, en el que Bannon criticaba duramente a la familia Trump. Y ha dejado aparcado el “sueño americano” para volcarse de lleno en el “sueño europeo” y planificar la “revolución conservadora”.
El principal proyecto de Bannon, que ha sido acusado de racista, misógino, antisemita e islamófobo, es actualmente The Movement. Tras este nombre de resonancia franquista y mussoliniana, se encuentra una consultoría política con sede en Bruselas que pretende unir y asesorar a los principales grupos, partidos y personalidades de la fragmentada y diversa extrema derecha de Europa. De hecho, The Movement fue fundada el año pasado por el abogado y político local belga, el valón Mischaël Modrikamen, y Bannon, antiguo banquero de Goldman Sachs, se ha unido este verano aportando financiación. La consultoría y think tank de Bannon y Modrikamen quiere contribuir con el análisis y minería de datos y marketing electoral, así como con tácticas para desacreditar a la oposición.
La relación de Bannon con la comunicación política no es nueva. Fue accionista de la extinta empresa Cambridge Analytica propiedad de la familia Mercer, que compró millones de datos de usuarios de Facebook para después ser usadas en campañas personalizadas y que favorecieron, sin duda, la elección de Trump y el voto favorable del Brexit. La formación ultraderechista española quiere beneficiarse de este capital y alrededor de Vox se da por hecho que Bardají tiene cerrado un encuentro entre Bannon y Abascal. La fecha todavía no se ha hecho oficial.
Traducción al castellano del artículo de La Directa