
La conflictividad laboral no deja de aumentar durante todo el año 2022 tal y como reflejan los datos del Ministerio de Trabajo en sus informes del mes de junio, sin embargo es precisamente desde el inicio del verano, precisamente cuando más está repercutiendo el aumento de los precios sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora, cuando más se están multiplicando las huelgas en todos los sectores.
Ni el aumento de los precios ni el de la conflictividad laboral son fenómenos estatales sino claramente globales, dada la situación de crisis sistémica permanente que presenta el capitalismo hoy y que también se traduce en el crecimiento de las tensiones geopolíticas y los conflictos armados entre las diferentes potencias regionales e imperialistas.
En este contexto todos los indicadores parecen augurar un otoño caliente y desde los medios de comunicación ya llevan semanas instalados en el discurso de hacer entender a los y las trabajadoras que se acercan momentos en los que habrá que asumir sacrificios y apretarnos el cinturón, con una letanía muy parecida a aquella de los primeros meses de la crisis del 2008 que precedió a un ataque frontal contra las condiciones de vida de las mayorías sociales a través de los recortes sociales y el endeudamiento público para rescatar a la banca.
En este sentido, quienes vivimos de vender nuestra fuerza de trabajo, deberíamos tener tatuado en los genes que nuestras opciones de poder siquiera mantener nuestras condiciones de vida pasa por nuestra capacidad de auto-organizarnos y reivindicar aumentos salariales que no estén por debajo del incremento del precio de la vida. Y para ello la principal herramienta con que contamos sigue siendo la huelga. Sirvan como ejemplo las múltiples luchas que se están saldando con victorias, al menos parciales, tras días de huelga indefinida y movilización permanente, como la lograda por la plantilla de Tubacex con el apoyo de toda la comarca.
En este sentido nos parece muy importante hacernos eco de la lucha que están protagonizando durante el mes de agosto las compañeras de asistencia a domicilio y de los centros de día de toda Asturias. Y es que no todos los días se suma todo un sector feminizado y precarizado, como es habitual en el ámbito de los cuidados, de toda una provincia a una huelga indefinida desde el 16 de agosto con un seguimiento por encima del 98% de las trabajadoras.
Si a esto le añadimos que la huelga no ha sido promovida desde los sindicatos mayoritarios en el sector CCOO y UGT, sino que han sido las trabajadoras propia quienes constituidas en plataforma han obligado a sus direcciones sindicales a convocar asambleas en las que se les instó por mayoría abrumadora a rechazar las propuestas de la patronal para la renovación del Convenio paralizada desde 2020, que congelaba sus salarios y hacía oídos sordos al resto de reivindicaciones históricas del colectivo, podemos hacernos una idea del ánimo combativo y la determinación que está demostrando este colectivo en lucha.
Fue el pasado 25 de julio mientras los dos grandes sindicatos se encontraban inmersos en negociaciones con la patronal de cara al nuevo convenio colectivo cuando las trabajadoras se percataron de los nefastos acuerdos que se estaban fraguando a sus espaldas y se movilizaron para exigirle a sus sindicatos que no acordasen nada sin contar con ellas y que convocasen asambleas en toda la provincia para plantear sus reivindicaciones pese a las reticencias de la burocracia sindical.
Frente a las humillantes propuestas de la patronal y el ánimo posibilista y conciliador de sus direcciones sindicales las trabajadoras no dudaron y plantearon la huelga como la única salida. Los sindicatos cedieron y convocaron paros parciales, pero el ambiente ya estaba desbordado y se logró forzar la huelga indefinida. Tras los primeros diez días de huelga, las trabajadoras, que ya tienen armado todo un calendario de movilizaciones que arrancará el 29 de agosto con concentraciones frente a las sedes de las empresas adjudicatarias, denuncian que el derecho a huelga se encuentra completamente vulnerado a través de unos servicios mínimos absolutamente desproporcionados, como ya es habitual en múltiples sectores pero principalmente en los servicios públicos de salud, en esta rama concretamente totalmente externalizados.
Desde Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR nos ponemos al servicio de la lucha de las compañeras de asistencia a domicilio y los centros de día para que esta huelga arranque una victoria a una patronal que no entiende de salarios mínimos sostiene sueldos mensuales por debajo de los 900 euros de media en el sector por jornada completa. Es el momento de sumar fuerzas desde el resto de sectores en lucha y apoyar sin ambages una huelga que está ya sirviendo de escuela las trabajadoras de un sector históricamente maltratado e invisibilizado.
Las recientes medidas acordadas por mayoría parlamentaria para paliar los efectos de la inflación, no van a actuar más que como parches frente al empobrecimiento de las mayorías trabajadoras que imponen las exigencias del capital en su huida hacia adelante. Ni las deslegitimadas direcciones sindicales ni la medidas cosméticas del supuesto Gobierno de izquierdas van acabar con el desmantelamiento y la privatización de los servicios públicos, ni con el aumento de los precios, ni con la sangría de nuestros derechos y libertades y mucho menos con los problemas de carácter ambiental y ecológico. Somos nosotras mismas, las y los trabajadores de todos los sectores quienes podemos plantar cara al ataque sistemático de nuestras condiciones de vida; es la juventud que no atisba futuro alguno y las mujeres triplemente explotadas y oprimidas quienes tenemos por delante la tarea de organizar nuestras fuerzas y plantarnos frente a los intereses y la lógica de quienes acaparan las riquezas mientras nos conducen a todas al desastre.