El tiroteo el sábado 3 de agosto en la ciudad estadounidense de El Paso, donde 20 personas fueron abatidas, desde el primer momento tuvo todas las características de un crimen de odio, según el jefe de policía de la ciudad, Greg Allen. Todavía no se conocen los motivos del francotirador, un hombre blanco de 21 años, pero las autoridades se han hecho con un “manifiesto” que denuncia “una invasión hispana de Texas”, posiblemente escrito por el joven.
El supermercado donde ocurrió el asesinato es popular entre la comunidad hispana, principalmente presente en esta ciudad en la frontera con México. El autor de la declaración también afirma estar inspirado por el ataque de marzo de 2019 en Christchurch, Nueva Zelanda, donde un supremacista blanco mató a tiros a 51 personas en dos mezquitas. Este último había alertado del riesgo, según él, de un “gran reemplazo” de europeos blancos por inmigrantes de Oriente Medio y el norte de África.
“Si resulta que el manifiesto está relacionado con el hombre armado, la matanza de El Paso resalta potencialmente la difusión mundial de la ideología del supremacismo blanco en la era de las redes sociales y en un momento en que la inmigración en los EEUU se ha convertido en un tema de discordia política”, escribe el New York Times.
Los delitos de odio racial, incluidos los asaltos y el vandalismo contra inmigrantes, han aumentado en los Estados Unidos desde 2015. Un informe del Centro de estudios del odio y el extremismo, con sede en la universidad de Santa Bárbara, California y publicado el 30 de julio, indica un aumento del 9% de estos delitos en 2018 en las 30 principales ciudades del país, con 2009 víctimas. La tendencia también está en aumento durante los primeros meses de 2019.
Según el informe, los grupos más afectados son afroamerican@s, judí@s, homosexuales y, en menor medida, miembros de la comunidad hispana. Además, aunque el número de homicidios de origen extremista ha disminuido de 36 en 2017 a 22 en 2018, son cada vez más el resultado de supremacistas blancos. El último ejemplo trágico es la masacre de la sinagoga de Pittsburgh en octubre de 2018, cuando un hombre disparó y mató a 11 personas.
Los investigadores advierten del riesgo de violencia extremista de los supremacistas blancos, que corre el riesgo de perdurar durante este período político, refiriéndose a las próximas campañas para las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, que inevitablemente irán acompañadas de una retórica susceptible de despertar odio, algo de lo que no han dejado de caracterizarse las últimas intervenciones en público de Donald Trump.
El Centro sobre extremismos de la Liga contra la difamación (ADL), cuyo objetivo es denunciar el antisemitismo, el odio y el extremismo, indica que el 54% de los asesinatos relacionados con los extremistas en la última década son responsabilidad de supremacistas blancos. La ONG afirma que la manifestación de supremacistas blancos en Charlottesville en agosto de 2017, cuando un neonazi mató atropellando a una activista antirracista, marcó un peligroso punto de resurgimiento del supremacismo blanco en EEUU.
En un estudio publicado por la Red de Investigación en Ciencias Sociales (SSRN), 2 investigadores estadounidenses señalan la responsabilidad de estos años de mandato del presidente Donald Trump, criticado por su retórica anti-inmigración y sus comentarios abiertamente racistas, en el aumento de los delitos de odio racial.
Aunque el presidente nunca ha llamado a ninguna forma de violencia directa, analizan el fenómeno descrito por los medios como “efecto Trump”: la elección del presidente en noviembre de 2016 se asoció con un aumento estadísticamente significativo del número de delitos de odio racial registrados en los EEUU, incluso teniendo en cuenta otras explicaciones. Además, los condados que votaron abrumadoramente por Trump durante las elecciones presidenciales también experimentaron el mayor aumento.
El presidente fue criticado tras el asesinato de Charlottesville cuando afirmó que la responsabilidad de la violencia debe buscarse “en ambos lados”, colocando así al mismo nivel a los supremacistas blancos y a los militantes antirracistas. La ADL señala que los supremacistas blancos, que apoyaron la candidatura del multimillonario, interpretaron el éxito de Trump en las urnas como un éxito para su propio movimiento y han pasado del activismo en las redes al mundo real. El autor del asesinato en Christchurch había presentado al presidente estadounidense como un “símbolo de identidad blanca renovada”.
Traducción al castellano de artículo de France24