Al igual que hace 5 años, la segunda vuelta de las presidenciales va a enfrentar a Macron y a Le Pen, aunque ésta haya pasado por poco por delante del que ha sabido captar a una gran parte del electorado de la izquierda institucional, Jean Luc Mélenchon. Con 33 % de los sufragios si sumamos los de Le Pen, Zemmour y Dupont-Aignan, la extrema derecha demuestra que ha salido reforzada del quinquenio de Macron marcado por cada vez más violencias policiales en los barrios populares y en las manifestaciones, por ataques contra los y las migrantes y por políticas al servicio de los más ricos y de la explotación.

La abstención vuelve a estar muy elevada, por encima de la de las elecciones de 2017. Esto demuestra también que una parte muy importante de nuestro bando no esperaba nada de esta primera vuelta, y seguramente tampoco de la segunda. Décadas de alternancia de gobiernos, pero de continuidad en los que a políticas antisociales, represivas y racistas se refiere, explican la desconfianza de una gran parte de nuestro bando frente a las elecciones.

Nos lo vamos a jugar todo en la calle

Al igual que Le Pen no es « antisistema », Macron no es ninguna « barrera » contra la extrema derecha. Detrás de su discurso racista y reaccionario, Marine Le Pen defiende una política tan a favor de la patronal como lo es la política de Macron. Esos das papeletas son contrarias a nuestros intereses, a los de nuestra clase. Muchos/as de los y las que en 2017 votaron por Macron para impedir la victoria de Le Pen, avisan esta vez que no volverán a caer en la trampa. Otros/as preferirán votar a Macron « a pesar de todo », lo cual consiste en definitiva en elegir entre dos enemigos mortales para nuestro bando social. Entre dos productos del sistema. Lo que sí parece tener más sentido, es por tanto prepararse para luchar contra sus políticas y en contra de la ofensiva de la clase capitalista.

Hay urgencia para reagrupar a todos y todas las que en los lugares de trabajo, de estudio o en los barrios, rechazan resignarse y rendirse ; a todos y todas las que no han respetado la tregua electoral en sus huelgas a favor de sus salarios, en contra de los despidos, en contra de la degradación de sus condiciones laborales o a favor de los servicios públicos, a todos y todas las que han seguido manifestándose y a actuar a favor de la solidaridad internacional, en contra de la guerra o en contra de las catástrofes ecológicas, en contra de las violencias y de la impunidad de la policía o en contra de las agresiones de los grupos de la extrema derecha…

Hablemos desde ya de cómo reaccionar y actuar en nuestras empresas, barrios, facultades e institutos. Hagamos de los días 16 y 17 de abril un tiempo de movilización y de manifestación lo más amplio y masivo posible en contra de casi 40 años de políticas antisociales y racistas. Para acabar con la extrema derecha, será necesario enfrentarse y acabar con las políticas antisociales que hacen prosperar y que dueron llevadas a cabo por los diferentes gobiernos que se fueron sucediendo.

Y más que nunca, hay que cambiar este sistema

Cerca de 265 000 votos han ido a parar a la candidatura de Philippe Poutou, el candidato del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista). Por muy modesto que sea el resultado final, esta campaña llevada a cabo por un obrero despedido ha permitido visibilizar una voz anticapitalista y revolucionaria, afirmar que no es mediante las elecciones que nuestro bando social, los y las trabajadoras, la juventud y las clases populares, defenderá sus intereses. Nos ha permitido afirmar el rechazo a un sistema capitalista que no podrá nunca ser reformado y la convicción que una sociedad radicalmente diferente es posible, dirigida por aquellos y aquellas que la hacemos funcionar, sin sus explotadores y sin todas sus opresiones. Esa perspectiva es compartida mucho más allá de los votos que han ido a parar a la candidatura de Poutou o a la otra candidata de la extrema izquierda revolucionaria, Nathalie Artaud.

Reagrupando nuestras luchas y nuestras fuerzas, no sólo resistiremos en contra de los golpes : construiremos también el reagrupamiento de aquellos y aquellas que quieren acabar con esta sociedad injusta cuyos ataques de la clase dominante no dejarán nunca de existir, sea cual sea el gobierno. La urgenica anticapitalista y revolucionaria hace más que nunca necesaria la construcción de un partido que formule hasta el final la estrategia capaz de imponer ese programa. Eso hace más útil que nunca la tarea de reforzar al NPA como organización anticapitalista y revolucionaria.