lepen¿Una candidata antisistema? Más bien todo lo contrario. El programa de Marine Le Pen está íntegramente al servicio de la patronal. Detrás de la demagogia, no se diferencia de los otros contendientes burgueses más que por su nacionalismo y racismo exacerbados, conforme a las tradiciones más antiguas de la extrema derecha. Análisis y argumentos.

Marine Le Pen había previsto desde hace meses lanzar oficialmente su campaña en Lyon el 4 y 5 de febrero en una gran velada frentista previa inscripción y pago: mesas redondas, almuerzo patriótico, cena de gala, baile, y como cierre del espectáculo, un mitin público de la candidata. Es en esta ciudad fetiche para la extrema derecha en todos sus componentes, convertida desde hace muchos años en terreno para desfiles y marchas identitarios, que la dirigente del Frente Nacional debe desvelar precisamente el conjunto de su programa electoral.

La fecha había sido elegida mucho antes de la victoria de Fillon en las primarias de la derecha. Se suponía que debía acomodarse una semana después de las primarias del PS y sus satélites en las que Le Pen, como muchos otros, pensaba que Hollande saldría vencedor. Pero finalmente no se enfrentará ni a éste ni a Sarkozy. La postura de “Le Pen saldrá entre las salientes” golpeando sobre los balances catastróficos de los dos quinquenios precedentes para adelantar tranquilamente en la primera vuelta a sus” dos adversarios favoritos” ya no está sobre la mesa.

En una entrevista del 8 de enero en Le Parisien afirmaba: “Desde hace un año estoy un poco en retirada para prepararme esta campaña, pero también los 5 años. Es un gran trabajo de fondo que requiere de un paso atrás, de una gran cantidad de reuniones. Pro soy una mujer activa, me gusta la acción y esta acción me faltaba”. Le Pen no puede reconocer con mayor claridad que la victoria abrumadora de Fillon en las primarias de la derecha, con un marcado posicionamiento reaccionario y ultraliberal, y el interés que parece suscitar Macron en una franja del electorado de izquierda, la obligan a volver a la primera fila del espacio mediático.

Su apuesta es estar ampliamente a la cabeza en la primera vuelta de las presidenciales para crear el efecto de choque que podría hacerle ganar la segunda. Prepararse para gobernar es una cosa pero todavía hace falta no perder la marcha electoral que conduce al Elíseo. Hoy es la única vía que puede tomar el Frente Nacional para alcanzar finalmente el poder. Ninguna otra hipótesis estratégica a esta hora se le ofrece, a pesar de sus orígenes fascistas y especificidad de partido de extrema derecha que cuenta entre sus filas todo un personal político disponible para otras aventuras.

Con los resultados inéditos del FN en las elecciones regionales de 2015, el clima securitario e islamófobo reforzado por la efectiva tríada “guerra-atentados-estado de emergencia”, el descrédito total del Partido Socialista entre las clases populares, cuyas condiciones de vida no ha  dejado de degradarse desde hace 5 años, y la guinda en el pastel, la victoria de Trump en EEUU, a quien Le Pen fue una de las primeras en felicitar la misma noche, un bulevar parece abierto a la hija allí donde el padre había fracasado. Ver a Frente Nacional gobernar, solo o con otros, ya no forma parte de lo imposible.

Un peligro que está a la moda en Europa

Las posiciones ultranacionalistas, proteccionistas, soberanistas, xenófobas, abiertamente racistas y antimusulmanas no son sólo de Le Pen en Francia (y no sólo a la derecha del espectro político). A escala internacional, han afilado su navaja electoral en este terreno nauseabundo y podrían formar gobierno o participar en alianzas gubernamentales: Austria, Hungría, Greca, Italia, por citar solo algunos ejemplos europeos recientes.

Las fronteras entre la derecha populista, la izquierda soberanista, la extrema derecha más “clásica” o con cambio de imagen son cada vez más porosas ideológicamente. Trump, erigido como modelo para Le Pen, puede a la vez mostrar un racismo desenfrenado, adular sus amistades con ciertos dictadores y poner de relieve la gran nación americana sin romper con el juego institucional tradicional, sin atacar al sistema, porque el sistema le conviene perfectamente para seguir llevando a cabo sus negocios de multimillonario, como corresponde a sus amigos de Wall Street.

Los verdaderos “antisistema” no son los que se llevan las elecciones de calle a golpe de talonario. Con 6 millones de euros tomados de su padre, Marine Le Pen juega en una cancha mucho más pequeña que Trump o el Partido Republicano, pero pertenece a la misma familia de políticos extremadamente peligrosos para la clase trabajadora, la juventud y tod@s l@s oprimid@s.

Todavía estamos a tiempo de convencer a nuestro entorno, familia, a nuestr@s compañer@s de trabajo y sindicato, en general a tod@s con quienes tendremos ocasión de debatir en nuestras actividades militantes, que votar por Marine Le Pen cuando se es trabajador, estudiante, jubilad@ es votar contra nuestro propio campo, contra los intereses de la mayoría social. Es reforzar el campo de los que nos explotan y oprimen a los pueblos y las minorías. Qe seamos colectivamente útiles para denunciar la impostura de Marine Le Pen “candidata en nombre del pueblo” y el peligro que sus ideas representan.

El programa social del Frente Nacional no existe

Desde la victoria de Fillon en las primarias de la derecha, Marine Le Pen busca posicionar su campaña todavía más sobre la línea privilegiada desde hace algunos años por el clan Florian Philippot-Louis Alliot (y que ha tomado control del Frente Nacional tras la expulsión de Jean.-Marie Le Pen): el de un FN defensor de l@s trabajador@s, pobres y excluid@s. Los ataques de Fillon a la Seguridad Social también han provocado una serie de posicionamientos de Marine Le Pen, que se erige como bastión defensor.

“Aplicando una política tan inepta, la igual protección frente a una enfermedad de tod@s l@s franceses, establecida por el general de Gaulle, se reduciría y quedaría aniquilada”. El FN hizo imprimir folletos con la nota “Fillon nos va a hacer enfermar”. Pero si uno sigue la lectura, se ve rápidamente cuáles son las “soluciones” que preconiza Le Pen: “Hay que hacer frente a los verdaderos problemas. Poner fin al fraude fiscal, concretado en la instauración de una  tarjeta sanitaria. Suprimir la ayuda médica del estado que permite a @s ilegales curarse a costa de los franceses”. En su entrevista en le Parisien dos días antes, añadió: “Proponemos un período de espera para tod@s l@s extranjer@s que vienen a trabajar al país. Deben cotizar varios años antes de poder acceder a los beneficios de la protección social y de la solidaridad nacional en su conjunto”.

Aparte del carácter abiertamente discriminatorio de tales medidas, también en completa contradicción con el principio mismo de la Seguridad Social, si lo único que interesan son las cifras, se verá que la ayuda médica estatal (que es la gestión del gasto en sanidad para l@s llamad@s “sin papeles” en territorio francés) no representó en 2014 más que 831 millones de euros: una cifra que contrasta con los 15.300 millones de déficit y los 30.000 millones de exenciones de cotizaciones sociales acordadas con la patronal por el Pacto de responsabilidad. En 2012 Marine Le Pen ya había centrado una parte de su campaña en los “fraudes masivos”, inventando la cifra de 10 millones de tarjetas sanitarias robadas… y constantemente dando a entender que eran fraudes cometidos por inmigrantes. Estas son las “soluciones” de Le Pen para salvar la seguridad social: ¡demagogia y racismo!

Ni de derecha ni de izquierda, pero de extrema derecha seguro

En su carrera al poder, a la rica heredera Le Pen la vemos oscilar permanentemente entre golpear al máximo a Fillon y Macron, “candidatos del sistema”, y deshacerse al contrario de su imagen casi contestataria del capitalismo para defender la economía que tiene la intención de servir mañana. Profesará un liberal-nacionalismo que pretende combatir el “capitalismo mundializado” sobre 3 ejes: proteccionismo, repliegue sobre las fronteras y salida del euro, con “negociación inmediata” con Bruselas para devolver la soberanía a los franceses. La UE será acusada de todos los males del país, obstáculo al “patriotismo económico” de la que es vigorosa partisana: “La Francia libre, la Francia dueña de sus leyes, su economía, su moneda y guardiana de sus fronteras, condición de toda política nacional”.

El discurso racista y xenófobo de Marine Le Pen, primera de sus recetas electorales, ya está de vuelta en primera línea de batalla, muy lejos de la “Francia apaciguada”, con por ejemplo la propuesta de excluir el acceso a la educación gratuita a l@s niñ@s de nacionalidad extranjera. Según el FN ést@s deberían pagar una “cuota” después de un período de espera y evaluación de uno o dos años. Es lo que declaró Florian Philippot, vicepresidente del partido, el 9 de enero. En cuanto a l@s niñ@s de padres y madres en situación irregular, serán directamente apartad@s de la escolarización porque “los clandestinos no están destinados a permanecer en Francia”.

El sociólogo Eric Fassin cree que más allá de la indignación legítima y de la viabilidad de esta medida, hay que preguntarse sobre el contexto político que ha permitido la irrupción de esta idea. Esto demuestra que hoy no basta con tener un discurso lleno de eufemismos para evitar aparecer claramente en la extrema derecha. Se trata del efecto de las políticas sin complejos de la derecha desinhibida y de las aplicadas igualmente por el socialismo. Con esta propuesta, el FN nos dice que no necesita fingir humanismo.

Si Marine Le Pen fuera elegida el próximo mayo, debería todo tanto a su discurso como a los pronunciamientos desde hace décadas de otros tantos políticos al servicio de la burguesía. Si Marine Le Pen y las políticas del FN entraran en el Elíseo, sus ataques a la clase obrera y l@s inmigrantes formarían una capa adicional sobre los muchos sedimentos depositados por la derecha y el PS.