Ha pasado ya una década y Grecia no deja de sufrir penurias con la austeridad. La destrucción financiera de la clase trabajadora ha radicalizado el ambiente político. Esto, traducido al abandono de las formas tradicionales de representación y la adopción de nuevas formas de lucha, ha llevado a luchas históricas que viven todavía y han cambiado totalmente la perspectiva con la que nos movilizamos.
Mientras, en el campo del ala derecha conservadora, también se ha producido un gran cambio. La organización filonazi Amanecer Dorado ha propiciado un espacio para las fuerzas reaccionarias más radicales, que se atreven a asesinar y agredir, en múltiples ocasiones, allí donde el partido más popular de la derecha, Nueva Democracia, ha derrotado a los populistas, marcando un plan de privatizaciones radicales y más dosis de austeridad, como una política que el capital ha admitido como la más necesitada durante el próximo periodo. Esta nueva era ha confundido a una gran parte de la población tradicionalmente conservadora, con la aparición de numerosos líderes y el intento de representarla, bien como populistas-centristas o como derechistas menos violentos.
Un acontecimiento que se ha sentido como un regalo para todos estos próximos salvadores ha sido el debate sobre la entrada de la República de Macedonia en la OTAN, o como se le llama después del veto griego en la ONU, la Antigua República Yugoslava de Macedonia. La voluntad de Syriza de permitir al país vecino involucrar la palabra “Macedonia” en su nombre como parte de las negociaciones con EEUU ha provocado el sentimiento del siempre presente nacionalismo griego.
A pesar del indudable derecho de cualquier pueblo a llamarse a sí mismo como desee, o la verdadera evidencia histórica que provee de argumentos que puedan justificar su demanda, el debate vox populi ha estado caracterizado por un aumento de la ira y el fanatismo. Esta situación era un resultado de la decisión de los líderes de la derecha y de los patriotas de todas partes de movilizar y alimentar a la población enfurecida con un objetivo que les permitiese desahogarse.
Se convocaron dos movilizaciones en Tesalónica y Atenas en la que los medios y todos los líderes políticos conservadores hicieron lo que pudieron para agrupar sus fuerzas desde las zonas rurales, en donde se concentra la mayoría de su poder, y aun así las dos movilizaciones fracasaron a la hora de azuzar a la masa deseada. Siendo grandes movilizaciones en un tiempo reciente en el que no hemos visto apariciones masivas del movimiento obrero, podría parecer que han demostrado lo que querían, pero a los ojos de la cobertura mediática y el apoyo político que tuvieron, no se alcanzaron las expectativas. El plan ha funcionado para algunos, los siguientes en la línea de sucesión del “Juego de tronos” de la derecha griega han hecho acto de aparición y ha parecido que compitieran alrededor de su eficiencia, siendo el más obvio de ellos un antiguo militar con el irónico nombre de Frankos Frankoulis (traducción directa al griego de Francisco Franco) como representante de varias fuerzas diseminadas que se pasean por el espectro del ala derecha.
Aunque de que las movilizaciones patrióticas no fueron bien, se han percibido como un éxito debido a la amplia cobertura de los medios y, por supuesto a la falta de una narración desde un punto de vista diferente. El debate general en la sociedad ha dado pasos hacia ideas nacionalistas. La movilización de la derecha solo puede significar un ataque simultáneo a los intereses de la clase trabajadora, algo que se ha probado de hecho con una ocupación anarquista cuyo local fue quemado por los nazis durante la movilización de Tesalónica, y varios ataques a casas okupas durante la movilización de Atenas.
Este nuevo fenómeno ha revelado la voluntad y orientación de todos los sectores de la izquierda también. Siendo los aliados destacados en la defensa de las casas okupas y en las calles, una parte de la izquierda anticapitalista ha decidido marchar a la vez que la manifestación patriótica de Atenas. Aunque el apoyo a la contramanifestación no tuvo el respaldo que habría sido exigible, hizo falta mucha valentía de los camaradas para hacerlo, y ANTARSYA en esto ha dado un mensaje importante.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo del resto de la izquierda. Una vez más, los líderes de Unidad Popular fueron a buscar sus polvorientas herramientas teóricas para justificar que el patriotismo y los derechos de la clase obrera no son contradictorios, y algunos incluso apoyaron abiertamente las manifestaciones patrióticas del campo de la derecha. La coexistencia de comunistas y nazis en una manifestación solo puede significar la desintegración de los primeros. A la vez que el KKE no participaba en la manifestación nacionalista, defendía el derecho nacional de Grecia a defender su así llamada herencia.
El capitalismo griego todavía es un fuerte poder regional a pesar de la violenta crisis económica, y el mayor amigo de la OTAN, con el estado turco encontrando un aliado a corto plazo en Rusia. Defenderlo es un error crucial que solo puede llevar a una derrota posterior. Aunque han pasado algunos años de moral baja en la izquierda griega, esta lucha reciente ha reunido fuerzas que combinadas pueden ser efectivas en algún momento del futuro.