
Durante el mes de diciembre hemos conocido la sentencia del TSJC que desestima el recurso presentado por el govern sobre la sentencia del Estado Español que impone un 25% del currículum educativo en lengua castellana. Como para tod@s resulta más que obvio, esta sentencia va únicamente encaminada a aquellos territorios del estado cuya lengua no es únicamente el español, y que llevan años sufriendo la minorización y desprestigio de sus lenguas. Pese a la legislación que hay en torno a la protección y potenciación de estas lenguas cooficiales, ya recogida en la propia Constitución del 78, en los últimos años ha habido un enorme retroceso del papel de estas en todos los ámbitos de la sociedad.
En lo que respecta a Cataluña, si en el año 2006 el porcentaje de alumnado que hacía uso mayoritario del catalán en las aulas y en la vida cotidiana era del 67%, las últimas encuestas muestran una alarmante bajada, llegando hasta el 21,6%. Esto es solo una muestra de la situación crítica de la lengua catalana en este territorio que, de facto, lleva tiempo sufriendo altos porcentajes de castellano en las aulas en muchísimas zonas del territorio, sin necesidad de una regulación por parte del E.español.
Pese a todo el movimiento independentista de la última década y de la presencia de la cuestión nacional en la vida política de todo el estado, la situación de la lengua ha ido empeorando, tanto por los ataques del gobierno español, como por la despreocupación de los gobiernos independentistas que se han ido sucediendo. Aunque ha habido leyes para potenciar el uso del catalán en los medios de comunicación y los servicios públicos, no han llegado a ponerse en marcha ni a asegurarse los mínimos establecidos, pues no ha sido una cuestión prioritaria. Ni tan siquiera las CUP han ejercido presión real en este sentido a la hora de hacer servir su poder de negociación a la hora de negociar pactos de gobierno y presupuestos autonómicos.
No obstante, y pese a esta situación pésima en Cataluña, la sentencia del 25% de castellano en las aulas viene únicamente ha seguir incidiendo en los reiterados ataques a la cultura y la lengua catalanas, a continuar imponiendo los estándares del régimen del 78, a homogeneizar a la clase trabajadora atacando sus rasgos nacionales, y a acabar con cualquier tipo de movimiento contra las bases de este sistema.
Sin embargo, el pueblo catalán no va a permitir este ataque a la lengua sin rechistar, sin mostrar que cualquier ofensiva a su derecho a hablar en catalán tendrá una respuesta, sin luchar por la inmersión lingüística y no por un falso bilingüismo impuesto que no pretende más que al monolingüismo castellano. Así se ha demostrado ya en las movilizaciones que han tenido lugar durante el mes de diciembre, poniendo sobre la mesa la realidad de todas las grandes noticias, que ocupan titulares de la prensa española, sobre aquellas familias que exigen más enseñanza en castellano: siempre tienen una misma ideología y un mismo objetivo, que es la de acabar con la lucha del pueblo catalán y todo lo que lo representa.
Pero no nos equivoquemos, no centremos el debate en el plano institucional, ni pongamos esta lucha en manos del govern ni de las instituciones catalanas, pues ya han demostrado, como señalábamos antes, su ineficacia a la hora de proteger y potenciar la lengua catalana, incluso de hacerla pública y darle visibilidad en sus intervenciones que, cada vez más, se hacen parcial o totalmente en castellano.