blog11Durante este último periodo hemos visto cómo se abría una lucha encarnizada en el interno de Podemos de cara a su segundo congreso. Finalmente y, tras frustrados intentos de negociación, son tres las candidaturas que se postulan a la dirección y que proponen una orientación diferente para el próximo ciclo. Si bien las tres posiciones han asumido la misma orientación a seguir durante los tres años pasados, ahora surgen una serie de diferencias que han trascendido más allá de las discusiones internas de la organización.

Durante estos tres últimos años las dos corrientes mayoritarias, representadas por Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, han tenido una visión general sobre cómo debía ser Podemos, hacia qué sectores dirigirse y qué programa había que tener. Las diferencias se han ido generando en torno a elementos tácticos que se debatían en estrecho vínculo con las relaciones de fuerzas en el interno de la organización. Esto se ve en cuestiones como el cese de Sergio Pascual como Secretario de Organización o la integración de Izquierda Unida en la candidatura. En prácticamente todos los casos la posición de Pablo Iglesias se ha impuesto pero no sin cierto desgaste. Probablemente el debate táctico más acuciante es qué tipo de relación debían establecer con el PSOE para que en las próximas elecciones estuvieran en mejor disposición para sobrepasarlo. La realidad es que el objetivo es el mismo en ambos casos: sobrepasar al PSOE, ganar las elecciones y establecerse como la fuerza de gobierno y en el que caso de que fuese necesario conformar con el PSOE un gobierno del “cambio”. Las diferencias surgen en qué camino tomar para llegar a eso.

Pablo Iglesias parece querer dar un giro a la izquierda en su discurso apelando a la movilización para generar cambio. Sin embargo desde la investidura de Mariano Rajoy pocos llamamientos ha hecho como Secretario General de Podemos para retomar la movilización. Ningún comentario por ejemplo acerca del papel de las direcciones sindicales y de su orientación de búsqueda de pacto social. Parecido al papel de IU pero con menos implantación obrera. Sin embargo, por muchos cambios discursivos, cuesta olvidar la defensa a ultranza de un gobierno con el PSOE tras el 20D, el giro aún más a la derecha del programa de Podemos entre las primeras y las segundas elecciones generales así como declaraciones del calibre de que “esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones es mentira”.

En cuanto a Íñigo Errejón, parece ser el más coherente con la política llevada a cabo hasta ahora. El discurso de la transversalidad y de la necesidad de asaltar las instituciones sigue siendo su leitmotiv. Su deseo: acabar ocupando el lugar de un PSOE decadente pero no muerto, en términos de espacio político pero también de programa histórico de la socialdemocracia, y regenerar un régimen del 78 del que nunca ha querido hacer tabula rassa. Al final, y a día de hoy, no podemos decir que tengamos muchas pruebas de que las diferencias esgrimidas entre Iglesias y Errejón no sean simplemente fruto de una batalla interna por el poder.

Por su lado, la corriente de Anticapitalistas intenta aparecer como la “fuerza sensata” que sirva como bisagra entre las posiciones de la dirección y a su vez pretende capitalizar a los sectores más a la izquierda de Podemos. Pero al igual que en los otros dos casos el camino que los ha conducido hasta aquí ha sido muy similar: acatando y defendiendo los elementos políticos y programáticos que venían establecidos por la mayoría y por tanto el giro a la derecha programático  (el caso del programa de las elecciones andaluzas lideradas por Teresa Rodríguez), la ausencia de crítica de los gobiernos del “cambio” que han integrado en sus gobiernos al PSOE y se han enfrentado a luchas sectoriales movilizados a favor de la defensa de sus condiciones laborales y de la remunicipalización,  los pactos o las diferenciaciones en los debates internos en función de si les reforzaba en términos orgánicos (acuerdos con la corriente de Pablo Iglesias cuando éste último se lo ha permitido) o incluso hacer mutis en cuestiones tan graves como la propuesta de pacto de gobierno al PSOE después del 20 D o la integración del PSOE en el gobierno municipal de Barcelona.

En su nuevo documento, “PODEMOS en movimiento”, Anticapitalistas intenta recuperar algunos elementos programáticos que anteriormente habían abandonado para llegar a acuerdos con la antigua dirección salida del primer Vistalegre e integrarse en sus órganos de dirección autonómicos pero sin embargo se olvida de hacer un balance crítico de su postura seguidista y ambigua sobre la cuestión del gobierno PSOE-PODEMOS así como de hacer un balance crítico de los gobiernos del “cambio”. Hablan de poder popular y de la necesidad de generar “contrapoderes”  pero no se inmutan cuando el gobierno de Colau se enfrentan a los huelguistas de la TMB.  

Sea como sea han pasado tres años desde la fundación de Podemos y se encuentra en un escenario en el que para desgastar al PSOE han ido renunciando a cualquier elemento mínimamente de ruptura que pudo haber en el pasado como el impago de la deuda o la prohibición de los despidos en empresas con beneficios. La lógica institucional ha pasado al primer plano del debate político y en lugar de plantearse cómo reforzar las luchas de la juventud, las huelgas en las empresas y las movilizaciones sociales para imponer un programa para los y las trabajadoras, las confrontaciones se centran en cuál es la mejor forma de  relacionarnos con éstas para que los impulse en el ascenso electoral. Lo que parece claro, es que Podemos después de Vistalegre 2.0 seguirá siendo una herramienta que no cuestione las bases del sistema capitalista: es decir ni el Estado, ni la propiedad privada. Y sin embargo de eso se trata si verdaderamente se quiere responder a las legítimas aspiraciones de la inmensa mayoría. Para repartir las riquezas, para repartir el tiempo de trabajo, para aumentar los salarios al nivel del coste de la vida, para asegurar viviendas para tod@s, para impedir las subidas de luz y agua no hay otro camino que enfrentarse a los que detienen las riquezas. Esa es la lección de Grecia y de Syriza. Y de nuevo ahí, Anticapitalistas, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón siguen sin sacar las lecciones oportunas.