El pasado 16 de febrero el Pleno de la Diputación de Cádiz reunido en Algeciras aprobó mediante una moción solicitar a la Sociedad de Participaciones Industriales (SEPI) y a NAVANTIA que agilicen las negociaciones para firmar un acuerdo con el Gobierno de Arabia Saudí para la construcción de cinco corbetas en los Astilleros Públicos de la provincia de Cádiz. La moción presentada por el PSOE fue aprobada con los votos a favor del PP, PSOE, IU, Por Cádiz Sí se puede y PA. Sólo se abstuvieron: Ganemos Jerez. El actual alcalde de Cádiz por “Cádiz sí se puede” y militante de Anticapitalistas, Jose María González “Kichi”, votó a favor de dicha moción afirmando que “nadie se atreva a cuestionar nuestro compromiso por aumentar la carga de trabajo para la Bahía de Cádiz. Que no quepa la menor duda. Pretender generar ruido y confusión con este tema sólo demuestra irresponsabilidad. Por tanto, vaya todo mi apoyo a las negociaciones que la SEPI y la dirección de NAVANTIA están desarrollando para que el contrato se firme de la manera más inmediata posible”. Por su parte el alcalde de Puerto Real, Antonio Romero, también de Podemos y militante de Anticapitalistas, llegó a indicar que: “lo importante es el empleo, venga de Arabia, Venezuela o Alemania”.
Las contradicciones de l@s revolucionari@s en las instituciones.
Ya conocíamos aquella cantinela que decía que cuando se llega a las instituciones empiezan las contradicciones. Así nos lo habían repetido hasta la saciedad IU para intentar justificar algunas de sus actuaciones en las instituciones. Insistían en que estaba muy bien dar buenos discursos pero que una vez en los sitios donde se toman las decisiones políticas había que dar respuestas complejas a problemas concretos y que ahí podían saltar las contradicciones. Desde la izquierda anticapitalista y revolucionaria siempre rechazamos este tipo de argumentos que denotaban sobre todo por parte de quienes los profesaban que la brújula no era la de la lucha de clases y la de la reconstrucción de la conciencia de clase sino la de los votos y la de las instituciones como mejor método para cambiar nuestras vidas. En un periodo en el que la presión reformista para enfrentarse a la crisis es fuerte hay que salir a la palestra defendiendo un discurso independiente aunque éste cueste ser más entendido sobretodo sin procesos de movilización. Por más que nos disguste hay que dejar claro que no podremos imponer un programa anti austeridad, es decir un programa coherente con nuestros intereses de clase, sin enfrentarnos a los intereses de nuestra burguesía y por tanto sin enfrentarnos a la lógica del sistema capitalista. Por tanto, no hay atajos. Imponer un programa que nos dé un trabajo digno, que prohíba los despidos, que asegure una vivienda digna, unos servicios públicos de calidad frente al pago de la deuda y que aumente nuestros salarios al mismo nivel que el coste de la vida pasa inevitablemente por la movilización sostenida de la clase trabajadora y de la juventud. La movilización para imponer unas demandas que nos parecen justas son el mejor antídoto para reconstruir la conciencia de nuestra clase. Las luchas y las huelgas son importantes porque necesitan del compromiso de las clases populares para llevarse a cabo y eso conlleva un aumento de nuestra conciencia política. Las instituciones deben servirnos para contribuir a fortalecer esa labor pero nunca para lo contrario.
El caso del acuerdo para la construcción de 5 fragatas para Arabia Saudí en los Astilleros de Cádiz.
No podemos más que mostrar nuestro rechazo a la moción votada por “Kichi” en el pleno de la Diputación de Cádiz bajo el argumento de que lo primero es el empleo de Cádiz, no es éste el papel que deben tener lxs anticapitalistas y revolucionarixs en las instituciones. En efecto, la creación de empleo para lxs trabajadorxs de Cádiz no puede hacerse a toda costa ni ir en contra de la vida de otrxs trabajadorxs de otros países como Yemen. El empleo basado en la industria armamentística conlleva un alto precio para la clase trabajadora internacional. Arabia Saudí quiere esas corbetas de guerra para seguir con el bloqueo y la guerra en Yemen. Oponerse a la venta de esas corbetas de guerra no es aquí una cuestión moral o ética en contra del destino material de obrerxs de un Astillero concreto sino que es en la práctica la defensa -también- del destino material de obrerxs, trabajadorxs y pueblos que sufren los bombardeos de la burguesía Saudí. Facilitar la construcción de armamento para el régimen Saudí equivale en este caso a armar a un enemigo de clase. Argumentar lo contrario diciendo que si no lo construyen los Astilleros de Cádiz lo construirán otros o que es una exigencia de los comités de empresa de NAVANTIA no nos vale. La tarea de lxs anticapitalistas debe ser anticiparse y ofrecer otras salidas. La presión es fuerte y lo sabemos pero en ningún caso se pueden adaptar al nivel de la conciencia de lxs trabajadorxs del Astillero. A veces, hay que ir a contracorriente. El límite tiene que ser la barrera de clase. Hay otras salidas como la reconversión de la industria armamentística, la prohibición de los despidos o la lucha por la exigencia al gobierno central de un plan de viabilidad de estos astilleros que hay que defender en lugar de sobrepasar la frontera de clase que supone que unxs trabajadorxs de aquí construyan barcos para matar a trabajadorxs de allí a cambio de un trabajo. Si no ponen sobre la mesa esos elementos los anticapitalistas y los internacionalistas, ¿quiénes lo harán? Eso es lo que hay que tratar de decirle al pueblo gaditano.
Es contradictorio que el Ayuntamiento de Cádiz el pasado septiembre se incluyese dentro de las redes municipales de acogida de refugiados y ahora no tenga ningún problema en dar el visto bueno a la construcción de estas corbetas que no tienen más fin que el de echar más leña al fuego a las guerras imperialistas en Medio Oriente. Defender a lxs refugiadxs es, en primer lugar, oponerse a la guerra y para esto no basta un brindis al sol o un bonito discurso sino, tal y como planteaba Miguel Urbán, compañero de Anticapitalistas de “Kichi”, en referencia a Arabia Saudí e Irán: “El problema es que durante demasiado tiempo se ha tenido como socio preferente por lo jugosos contratos de infraestructuras e industria armamentística de las empresas españolas, francesas, británicas o alemanas, que han sido pagados con clamorosos silencios oficiales sobre la violación sistemática de los derechos humanos”. No cuadra este discurso con corbetas para la guerra desde el Ayuntamiento de Cádiz, quizá sea un “clamoroso silencio oficial” cuando lo hacen los partidos de la derecha pero es “preocuparse por el empleo” cuando se hace desde la izquierda.
Como decíamos antes, la presión va a ser fuerte. Pero en las instituciones siempre va a serlo sobre todo si se está sin contar con el apoyo mayoritario de lxs trabajadorxs. Una buena forma para tratar de aumentar el nivel de conciencia hubiera sido organizar desde el Ayuntamiento un debate profundo sobre dicha cuestión en los barrios y centros de trabajo tal y como viene recogido en el programa de “Por Cádiz sí se puede”. Claro que para eso sería necesario ser mayoritario en el Ayuntamiento de Cádiz y no depender del PSOE. Hay que recordar aquí que “Kichi” es alcalde gracias al apoyo del PSOE, al igual que el PSOE dirige otras localidades o comunidades autónomas gracias al apoyo de PODEMOS. Así difícilmente se puede llevar a cabo una política desde las instituciones que se enfrente con los intereses de la burguesía. Próxima parada: los presupuestos.