Los últimos días de diciembre y primeros del pasado mes de enero se llevaron a cabo 2 huelgas de carácter combativo, planteadas como indefinidas y con un seguimiento del 100%, que han logrado victorias: una contra la represión sindical por el despido de 4 compañer@s y contra las abusivas condiciones laborales, la de la plantilla inmigrante de la empresa hortofrutícola Huerta de Peralta en Navarra, la segunda la de la plantilla de Cacacolat en la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Gramenet, contra el calendario laboral de producción establecido para 2019.
En ambos casos las luchas han contado con la determinación de ir hasta el final hasta lograr los objetivos propuestos, compartidos tanto por las plantillas como los sindicatos LAB en Navarra y CGT como mayoritario en Catalunya, y una cohesión importante entre sus trabajador@s a la hora de afrontar varias jornadas sin ver entrar un euro en la cuenta de sus familias. En las 2 huelgas la solidaridad de sectores en lucha ha sido importante (Panrico en el caso barcelonés), incluso a nivel internacional como ocurrió en el caso navarro. El campamento levantado en Santa Coloma de Gramenet nos recodaba al de Fuenlabrada de Coca Cola.
En Huerta de Peralta, con más de 130 trabajador@s y una de las más grandes empresas de la región, desde el primer día en plena Navidad se paralizó la producción en el sector hortícola en Navarra y, tal y como ocurrió en la huelga de 24h del 12 de noviembre, tuvo un seguimiento masivo por parte de l@s trabajador@s del campo y algo menor en la planta de tratamiento y envasado. El estallido del malestar surgió con un descarado y escandaloso incumplimiento de convenio: salarios por debajo de lo fijado para 12-13h diarias, temporalidad escandalosa, horas extras nocturnas y en domingo, etc.
Tras las elecciones sindicales, la empresa se vio forzada a mejorar la situación de la plantilla en varios aspectos, pero a la vez desató las ganas de venganza por parte de la dirección, utilizando el régimen disciplinario como herramienta de disuasión, coacción y represalia. También la represión y violencia, con el consiguiente silencio del gobierno de izquierdas de Navarra, se hizo visible el 5 de enero por medio de cargas de la policía foral ante una sentada de un piquete y el bloqueo de una puerta con una furgoneta para impedir la entrada de productos externos. Houssine Yagoubi, presidente del comité de empresa, dijo que no les dolían esos golpes, sino que “Nos duelen los despidos que hicieron sin ninguna culpa de nuestros compañeros”.
El pasado 22 de enero la asamblea de trabajador@s en Huerta de Peralta avalaron el acuerdo alcanzado entre LAB y la dirección de la empresa con las principales reivindicaciones de la plantilla, poniendo fin a 28 días de lucha laboral: retirada de las sanciones, readmisión de los despedid@s, pago de la deuda generada por incumplimiento del convenio y de horas extras y apertura de la negociación para un pacto de empresa.
L@s trabajador@s de Cacaolat, unas 75 personas, convocaron huelga mediante su comité de empresa el 3 de enero después de meses de negociación para intentar recuperar los acuerdos de 2017. El origen del conflicto en la planta de producción es la implantación de un 5º turno si las necesidades de producción de la compañía lo requerían y turnos de 12h para el resto del año sin ninguna compensación ni descanso que afectaba a la conciliación familiar. El malestar ya era latente debido a recortes salariales y EREs anteriores. La empresa se cerró en banda a negociar cualquier modificación del calendario laboral para este 2019.
Acampad@s ante la puerta de entrada y salida de mercancías, la plantilla se organizó para detener la producción durante una semana soportando el frío de la primera semana del año mediante turnos y gracias a muchas muestras de solidaridad y a la caja de resistencia puesta en marcha. Más de una veintena de bares y restaurantes de Santa Coloma de Gramenet, Badalona, Montcada i Reixach o Barcelona se adhirieron de forma espontánea a una campaña que empezó con el anuncio de la fábrica Restaurant Cap Foguer de no vender Cacaolat mientras no finalizara el conflicto, y desde entonces la negativa a vender productos no dejó de crecer en toda Catalunya, desde negocios particulares hasta centenares de trabajador@s a título individual.
Tras una intensa semana de huelga que se hizo interminable, los sindicatos y Cacaolat llegaron a un preacuerdo al consensuar unos puntos base para un nuevo calendario laboral. Se ganó el no trabajar en agosto los fines de semana, desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre sólo 5 fines de semana como máximo, y que en diciembre cada persona afectada del 4º turno sólo trabajaría un fin de semana. L@s trabajador@s, cuya persistencia fue clave, valoran que la empresa nunca pensó que se haría una huelga de este tipo y tardó en verse obligada a ceder.
Los ejemplos que nos traen este año, que más que años de bienes se vislumbra como año de EREs, las huelgas victoriosas de Huerta de Peralta y Cacaolat, ponen sobre la mesa de la lucha de clases la importancia de una orientación combativa y decidida que se plantea al conjunto de l@s trabajador@s de una empresa a la hora de plantear un conflicto laboral en el que la división sindical y la presión ejercida por la patronal conforme ve amenazada la producción siempre está presente. Si fuésemos capaces de unificar bajo este mismo prisma de lucha, adoptado por las direcciones sindicales mayoritarias y minoritarias, todos los conflictos que apunta este 2019, el horizonte no sería tan agorero.